La vulnerabilidad de las manifestaciones artísticas es una de las razones que impulso el desarrollo de la Conservación Preventiva, CP, técnica que estudia los bienes materiales y su interacción con las condiciones ambientales que los rodean.
La guerra y el robo no son las únicas razones de la desaparición del arte. Las condiciones naturales que lo rodean son también causa de su extinción. No sólo las variaciones de temperatura son tan nocivas como cualquier sustancia corrosiva, el exceso de humedad y la iluminación sin control también dañan su constitución y su tiempo de vida.
Para el arqueólogo Hugo Arciniega, el equilibrio ambiental es la clave que asegura la sobrevivencia de los bienes culturales. “Estabilizar la temperatura, la humedad y la iluminación, minimiza el riesgo de perder alguna obra”.
Por estos motivos, los directores de museos, archivos y bibliotecas sortean diversas dificultades para crear las condiciones climáticas idóneas que permitan conservar el patrimonio y para ello con frecuencia recurren a la climatización artificial.
En este proceso, el aire acondicionado se vuelve un elemento manipulable para mantener un clima y una atmósfera constante.
El ambiente, el rival a vencer
Que un objeto artístico se someta a variaciones de temperatura puede ser catastrófico para su conservación. En la pintura ocasiona que la capa pictórica de una obra se agriete y se presente el fenómeno de las “craqueladuras”.
Por esta razón las piezas deben permanecer a una temperatura ambiental lo más estable posible, dentro de ciertos niveles, ya que una temperatura elevada, aunque sea constante, hará que reaccionen los reactivos químicos que las obras contienen en sus pigmentos.
Pero no sólo la pintura corre riesgos. El peligro se extiende hasta la escultura, el grabado y el dibujo. Los archivos bibliográficos, hemerográficos, filmográficos y fotográficos constituyen también campos artísticos muy sensibles al ambiente.
El amplio sector cultural en peligro de extinción ha llevado a la creación de innumerables procesos de conservación. Toda una lucha por la perpetuidad.
“En un archivo fotográfico y filmográfico es necesario vigilar que el espacio donde están las colecciones no acelere su proceso de deterioro, en este caso se debe vigilar que la luz no sobrecaliente las piezas. En un edificio la atención se centra en sus estructuras”, apunta Arciniega, doctor en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.
De acuerdo a Garry Thomson, ex asesor científico de la National Gallery de Londres, la buena conservación de las obras exige el mantenimiento de una atmósfera climática relativamente estable, pues modificaciones bruscas de los factores mencionados puede provocar el surgimiento de moho o bacterias, así como fenómenos de corrosión, dilatación y contracción de los materiales que acelerarán el deterioro de las obras.
Por ello se hace necesario conocer los efectos dañinos que las condiciones naturales como la temperatura, la humedad y la iluminación puedan generar; las condiciones ideales en que pueden actuar sobre los objetos sin peligro alguno, y los equipos técnicos que permiten su control y medición.
Si alguno de esos bienes culturales, por su carácter intrínseco o por su estado de conservación, necesita unas condiciones ambientales especiales, deberá instalarse en un contenedor que pueda ofrecer las máximas garantías.
Las condiciones ambientales adecuadas para cada tipo de obra no sólo deben considerar el control de uno o dos elementos ambientales, sino que, debe involucrar a todos los elementos climáticos: temperatura, humedad, iluminación y polución ambiental. Respecto a la contaminación es necesario la colocación de los filtros adecuados y su mantenimiento.
La climatización controlada es diferente en cada caso. “Para entender un museo es necesario desglosar cada uno de los elementos que le componen, no solo de las colecciones que alberga, sino también las áreas que lo conforma. Comenzando con el edificio mismo, el cual es el contenedor de los objetos, que son el soporte mismo, por ser especiales o únicos; en el que queda implícito el valor atribuido por la sociedad dentro de parámetros históricos, sociales, económicos, entre otros”, asegura el Boletín de Conservación editado por GCL editado en 1992.
La situación para el arte y los documentos que han registrado nuestra historia a través de los años es muy delicada. De acuerdo a datos obtenidos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), sólo los grandes museos tienen las condiciones ambientales adecuadas para el mantenimiento de las obras que resguardan.
Ventilación y aire acondicionado
“Una falla en la ventilación de las obras de arte puede ser desastroso. El aire acondicionado es un factor muy importante y quien lo regule debe ser un especialista”, asegura Hugo Arciniega, investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, adscrito a la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, Manuel del Castillo Negrete.
“Asegurar que un ambiente de exhibición es un ambiente estable, no es confiable, debido a que cuando no hay visitantes se tiene un determinado clima y cuando se tienen 100 personas en el mismo lugar éste se modifica, a causa de que los cuerpos aumentan el calor, por lo que hay una variación del ambiente estable y es ahí donde el aire acondicionado tiene su máxima importancia”.
La utilización de aire acondicionado con la expectativa de propiciar un ambiente más favorable a la conservación del acervo puede, a veces, ser más desastrosa de lo que sería si el acervo permaneciera en las condiciones anteriores. Por tal motivo se debe cuidar este factor de ayuda para que no dé la espalda a las obras de arte y cause deterioro.
Para Garry Thomson “la única respuesta completa para el control de la humedad es el aire Acondicionado tanto en las salas como en los depósitos, y es muy importante porque además elimina el polvo y la contaminación gaseosa del aire.”
Pero hay también circunstancias en las que el aire acondicionado no es adecuado, unas veces por el precio y otras veces por que se necesita actuar con rapidez.
Es necesario mencionar que la ventilación no es suficiente para preservar las piezas de arte, es indispensable conseguir el equilibrio entre los elementos que conforman el microambiente cultural. “Es necesario conseguir una sumatoria de variables: control de humedad, iluminación y ventilación”, añade Arciniega.
Salvando al arte
La ventilación por medio del aire acondicionado es un sistema planeado sobre todo en edificaciones antiguas o tradicionales, que muchas veces por descuido se obstruyen en la museografía o adecuación del inmueble mismo.
Para cualquier sistema es necesario efectuar un estudio geoclimático de la zona de asentamiento y de la estructura del museo por parte de especialistas en la materia.
El siguiente paso es conocer el ambiente donde se encuentra la colección por medio de un monitoreo de cuya evaluación saldrá un informe que generará un plan y su respectiva acción.
Es importante mencionar que existen publicaciones donde se mencionan los estándares ideales, los cuales muchas veces son difíciles de obtener o bien no se pueden adecuar a las características adversas que se tienen en América Latina, por lo que es mejor adecuar o realizar diferentes parámetros de acuerdo a las características especificas de las colecciones, del clima y altitud.
Una de las formas de aplicar el aire acondicionado es como se realiza en el Museo de Oro de Colombia, donde su principal recurso de conservación de obras de arte es precisamente el aire acondicionado.
“Gracias a la inyección de aire filtrado mediante carbón activado en las vitrinas, los objetos disponen de un ambiente mucho mejor. El aire acondicionado vino a resolver los problemas de deterioro de las obras”, explica Roberto Lleras Pérez, uno de los encargados del museo.
Hay equipos de aire que trabajan mediante el flujo del enfriamiento de agua. “Si trabajamos en una temperatura baja, el flujo de agua es mayor, por lo tanto va a afectar la humedad relativa aumentando de esta manera los niveles recomendados”.
Para la instalación de un equipo de aire acondicionado en un Museo, se sugiere la asesoría de un especialista. Así la vida del arte estará garantizada por mucho más tiempo.
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