La climatización representa un factor clave no sólo para mantener constante la temperatura ambiental sino para evitar la pérdida del patrimonio cultural ante cambios bruscos de temperatura que pueden propiciar la dilatación, corrosión o contracción de los materiales artísticos.
Antonio Bermúdez y Casandra Malpica
Conservación del patrimonio cultural
Los museos, exposiciones, galerías, cumplen cuatro funciones básicas: coleccionar, conservar, investigar, y presentar sus colecciones. La conservación es la principal de estas responsabilidades, ya que sin ésta, la investigación y la presentación son imposibles y, por lo tanto, la colección pierde el sentido deseado.
Antes de 1930 muchos museos emplearon restauradores de forma permanente, pero durante las décadas de 1930 y 1940, instituciones europeas y norteamericanas comenzaron a estudiar las causas del deterioro y a aplicar los resultados de las investigaciones al tratamiento de sus colecciones. De este modo comenzó a aflorar una nueva filosofía que recomienda la necesidad de prevenir antes que restaurar.
Gracias al rápido desarrollo del conocimiento científico y por el interés mundial en el patrimonio cultural, el desarrollo de la conservación ha sido impresionante. La resolución de la Conferencia General del Consejo Internacional de Museos (ICOM), del 24 de agosto de 2007, realizada en Viena, Austria, se pronunció a favor de promover la protección del patrimonio universal, así como un amplio acceso a éste. Dicho patrimonio comprende el patrimonio natural y el cultural, el material y el inmaterial, el mueble y el inmueble, sin limitaciones de fronteras nacionales o intereses particulares.
La gran necesidad de adoptar la filosofía de la preservación explica que los museólogos ya no acepten el deterioro como inevitable, sino que traten de proteger sus colecciones contra agentes dañinos de todo tipo.
Acondicionando las bellas artes
Una labor titánica y pocas veces visible es el trabajo de climatización en espacios reconocidos como patrimonio cultural. Disfrutar de una buena exposición en el museo, consultar algún libro de literatura, ciencias, historia, bellas artes o de cualquier campo de saber, maravillarse ante las joyas arquitectónicas o quedar atónico ante una obra pictográfica, no sería la misma experiencia sin un sistema de aire acondicionado, que permita mantener en buenas condiciones los edificios y obras que se albergan en los espacios encargados de salvaguardar los patrimonios tangible e intangible como son museos, bibliotecas, fototecas, fonotecas, hemerotecas, pinacotecas.
Sin embargo, en muchas ocasiones es necesario sacrificar el confort y sufrir temperaturas gélidas para disfrutar un bello montaje artístico.
“Muchas veces entramos a un museo y nos quejamos por su baja temperatura, sin saber que las condiciones de la obra reclaman esa temperatura”, afirma Carlos Mendoza, ingeniero y presidente del sector climatización y refrigeración en la Asociación Mexicana de Empresas del Ramo de Instalaciones para la Construcción (AMERIC).
Todas estas experiencias culturales estarían incompletas y en riesgo sin una ardua labor previa de planificación, en la que la temperatura y la humedad desempeñan un binomio indisoluble al hablar del acondicionamiento de estos inmuebles y sus diversos contenidos.
Bajo esta perspectiva, la climatización representa un factor clave no sólo para mantener constante la temperatura ambiental sino para evitar la pérdida del patrimonio cultural ante cambios bruscos de temperatura que pueden propiciar la dilatación, corrosión o contracción de los distintos soportes y materiales artísticos, o bien, en otros casos, favorecer la aparición de bacterias y moho que dañan severamente las distintas manifestaciones de la cultura.
Desventuradamente, en México, aún no se encuentra arraigada la práctica de la climatización de los distintos espacios dedicados a la difusión y resguardo de la cultura, a diferencia de países de habla hispana como España, Cuba o Venezuela, que constantemente realizan exhaustivas investigaciones en la materia.
“Un mal cálculo nos puede llevar a la falta de capacidad de enfriamiento y humidificación, un cálculo sobrado nos va a llevar a un desperdicio de energía. Entonces tenemos que cuidar mucho los dos aspectos: la pieza y el costo que vamos a tener de operación del sistema”, señala Mendoza.
Control de la humedad
El control de Humedad Relativa (HR) representa el primer factor en el cuidado de estos bienes e inmuebles. De acuerdo con las Normativas Técnicas para Museos, publicadas por el Sistema Nacional de Museos en Venezuela, en el apartado correspondiente a la climatización, los parámetros de HR serán determinados por el tipo de material a exponer:
Tipo de material | Porcentaje % | ||
Piedra y Cerámicas | Lo más seco posible | 20-60 | 50-60 |
Vidrio | 45-60 | 40-60 | 50-60 |
Pintura sobre tela | 45-60 | 40-55 | 55-65 |
Pintura sobre madera y escultura policromada | 45-60 | 45-60 | 55-60 |
Instrumentos musicales y objetos decorativos | 45-60 | 45-60 | 55-60 |
Papel | 45-60 | 40-60 | 50-60 |
Fotografías y películas | 30-45 | 30-45 | 40-50 |
Monedas | Bajo 30 | 20-40 | 30-40 |
Armas y metales | Bajo 30 | 15-40 | 30-40 |
Especímenes de ciencias naturales | 40-60 | 40-60 | 50-60 |
Textiles | 45-60 | 30-50 | 40-50 |
Material etnográfico | 40-60 | 40 | 40 |
Material plástico | 50-60 | 40-50 | |
Mobiliario | 45-60 | 40-60 | 55-60 |
Marfil y hueso | 45-60 | 40-60 | 50-60 |
(*) Los datos adaptados para Venezuela se obtuvieron a partir de consultas a especialistas, quienes recomendaron niveles de temperatura, humedad relativa e iluminación, según experiencias particulares. | Fuentes: Dossier de References Tecniques. Center de Documentation, UNESCO, ICOM, 1979. Págs. 15, 16 y 17. | Fuentes: Manual de Orientación Museológica y Museográfica, Dpto. de Museos y Archivos. Sistemas de Museos de Sao Paulo, 1987, Pág. 20. | Fuente Venezuela (*) |
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Pero el control de la HR resultaría insuficiente sin una estricta vigilancia de las condiciones de temperatura. De acuerdo con el mismo documento los parámetros a considerar correspondientes al tipo de soporte del que se trate son:
Tipo de material | Grados Centígrados | ||
Obras Gráficas: textiles, acuarelas, sedas, collages | 20 a 30ºC | 20 a 25ºC. Condición óptima 21ºC | 19 a 21ºC. |
Obras Pictóricas: óleos, acrílicos | 20 a 30ºC | 20 a 25ºC. Condición óptima 21ºC | 18 a 22ºC |
Obras Escultóricas: bronce, metal, madera policromada | 20 a 30ºC | 20 a 25ºC. Condición óptima 21ºC | 18 a 22ºC |
(*) Los datos adaptados para Venezuela se obtuvieron a partir de consultas a especialistas, quienes recomendaron niveles de temperatura, humedad relativa e iluminación, según experiencias particulares. | Fuentes: STOLOW, NATHAN, Butterworths, Conservation and Exhibitions, 1985, pág. 142. Temperatura variable en los países europeos | Fuentes: LA FONTAINE; Raimond, Technical Bulletin, Canadian Conservation Institute, National Museums of Canada, Abril, 1981, Pág. 2. | Fuente Venezuela (*) |
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Estos dos factores no deben soslayarse, ni ser vistos como accesorios complementarios a la instalación museográfica, sino como parte integral del buen funcionamiento del museo.
En términos generales, la medición de la HR es el resultado entre la presión parcial del vapor de agua en un gas y la presión de la saturación de vapor a una temperatura determinada. La HR es función de la temperatura y se expresa en porcentajes.
Se debe señalar que cuando más bajos sean los parámetros de HR, mayor será el riesgo de producir electricidad estática, la cual afecta distintos equipos electrónicos utilizados en la medición de la HR, como sensores psicométricos, de desplazamiento, resistivos, por absorción de líquido y capacitivos.
“Por ejemplo, hablando de conservar libros, el papel es altamente higroscópico, demasiada humedad lo destruye, poca humedad también lo deteriora. La temperatura también es importante para el desarrollo de gérmenes y bacterias que también atacan a este tipo de obras. Así como hablamos de libros, podemos hablar de telas o artículos de madera”.
¿Qué pasa con los textiles?
En la conservación de los textiles, la restauradora de la Coordinación Nacional de Restauración del Patrimonio Cultural (CNRPC), Blanca Noval Vilar, elaboró para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Manual de Conservación Preventiva de Textiles en Museos, donde destaca que “la humedad, junto con la temperatura, son los dos elementos que se han considerado como los principales degradantes de los objetos de un museo. En el museo es importante conocer la humedad relativa y mantenerla dentro de unos límites constantes, puesto que los cambios producen dilataciones y contracciones en los textiles. La humedad puede provenir tanto del exterior, a través de las fisuras de las paredes, cubiertas defectuosas, aguas subterráneas en contacto con el edificio, como del interior, debido a la limpieza de los suelos y por la transpiración y respiración de los visitantes cuando su número es excesivo, o bien, la humedad puede elevarse más en la temporada de lluvias.
Los textiles se mantienen en equilibrio con el medio ambiente al que están expuestos, cuando la humedad relativa es baja cederán su propia húmedad, resecándose y contrayéndose, y cuando la HR es alta absorberán esa humedad, y aumentarán de volumen. Existe la posibilidad de deterioro al ser atacados por hongos y otros microorganismos cuando hay un exceso de humedad y aumenta la temperatura”.
La sensibilidad de las piezas textiles ante la humedad oscila entre 45% y 60%, en caso de carecer de instrumentos de medición, se recomienda detectar rastros de resequedad con trapos húmedos en espacios en los que se ventila la exhibición o emplear ventiladores cuando se presente humedad excesiva.
El apartado destinado a la temperatura, afirma que en los espacios destinados a la exposición, las condiciones atmosféricas deben rondar entre 17 y 24 ºC, “evitando los cambios bruscos día/noche, a lo largo del año y del cambio de estaciones.
“Cada cosa es diferente. En el caso de la pintura depende del material con que esté hecha, si es una pintura realizada sobre una tabla o madera, va a requerir un cuidado totalmente diferente sobre una montada en tela; en caso de una acuarela, que se realiza sobre papel de algodón, entonces, el cuidado que se debe tener es muy similar al de la tela, pero la pintura es totalmente diferente a las características del óleo. Cada elemento tiene su pormenor”, señala el ingeniero Mendoza.
Los cambios bruscos de temperatura se producen por la incidencia directa de la luz solar o por una fuente cercana de luz artificial, por lo que se debe tener mucho cuidado con los horarios de insolación del edificio y la cantidad de focos encendidos en un momento determinado, debiéndose dosificar la cantidad de luz utilizada en las salas donde se encuentren las piezas”.
Las repercusiones en una variación brusca de temperatura pueden manifestarse desde la biología y la aparición de hongos, la química y la aceleración de reacciones o alteración de la construcción molecular, o variaciones físicas como dilatación y contracción de distintos materiales y soportes.
“Si estás trabajando temperatura y humedad, se maneja energía, la cual cuesta, entonces el costo de mantenimiento de esos acervos se eleva y en México no se ven tanto (sistemas de climatización). En Europa y Estados Unidos los museos tienen un cuidado impresionante con la temperatura y la humedad de las obras de arte. Desde hace años se ha observado cómo conservaban las piezas en función al acondicionamiento, y nada que ver con los museos en el país. Aún falta mucha cultura, mucha responsabilidad para poder conservar estas obras”, resume Mendoza.
Exhibiendo problemas comunes
Casos como el del Museo Nacional de la Máscara, ubicado en San Luis Potosí, que resguarda una colección cercana a las dos mil piezas, resalta la necesidad de dotar a estos espacios con las condiciones de climatización necesarias para poder presentar su importante acervo.
El lugar permaneció cerrado por más de un año para ser sometido a una extensa labor de reingeniería y tras su reapertura, el museo se vio favorecido al ser optimizado con un sistema de acondicionamiento que permitió mejorar el cuidado de las obras artísticas.
Sin embargo, la mayoría de los museos localizados en México no corre con la misma suerte. Salvo en las grandes urbes culturales como el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey, el resto de las galerías, bibliotecas y fototecas carecen de presupuesto y proyectos destinados a la climatización. Esto representa un grave problema si se piensa en el tipo de obras expuestas en espacios como el Museo Nacional de la Muerte en Aguascalientes, o el Museo de la Muerte, ubicado en San Juan del Río, Querétaro.
“Afortunada o desafortunadamente los coleccionistas de obras de arte cuando prestan sus obras exigen condiciones ideales de temperatura y humedad para conservar sus piezas, además de poder monitorear vía internet las condiciones en las que se encuentra su pieza, tanto de seguridad, de humedad y de temperatura. Esto obliga a adoptar sistemas de conservación de la humedad y de la temperatura para garantizar a los propietarios de las obras maestras que sus piezas van a estar bien cuidadas, bien preservadas y garantizarles que su obra no sufrirá ningún deterioro por ser exhibida en México. Así ayuda a desarrollar buenos sistemas de acondicionamiento para las obras de arte”, apunta Mendoza.
Mayor conciencia de climatización
Existen algunos museos y galerías que están marcando la pauta en cuanto a las condiciones de humedad y temperatura. “En el Museo de San Ildefonso hay mucha preocupación por la humedad y la temperatura en sus salas, han hecho una labor muy reconocida en los últimos tres o cuatro años. Ellos están muy preocupados por las condiciones de sus obras, a pesar de ser un edificio antiguo en el que no se pueden hacer modificaciones a las instalaciones. Sin embargo, están logrando un buen acondicionamiento de los espacios. Dentro de las últimas exposiciones han cuidado mucho la humedad y la temperatura. Monitorean muy bien sus espacios. Creo que se está avanzando mucho, los museos, sus creadores y sus directivos se empiezan a preocupar, y empiezan a tomar en cuenta las condiciones de conservación de las obras para poderlas exhibir”.
Espacios como Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, y el Museo Nacional de Antropología e Historia, cuentan con condiciones satisfactorias en cuanto a humedad y temperatura.
Mientras tanto, en los países europeos existe una mayor concientización sobre el tema y es precisamente un equipo multidisciplinario, donde participan climatólogos, arquitectos y químicos, quienes se han dado a la tarea de estudiar los daños provocados por el medio ambiente en el patrimonio cultural y se ha elaborado un Mapa de Riesgos Climáticos, que sirve para evitar el deterioro en la madera, particularmente en países como Suecia, Noruega, Polonia y Alemania.
“El Museo de Louvre en París exhibe momias, que requieren condiciones muy especiales. Si la piel se reseca se quiebra, entonces cuidar una mezcla de piel y de telas, de maderas de los sarcófagos es muy difícil, pues tienes que buscar el punto medio en el que tengas acondicionadas la temperatura y la humedad para cuidar esas obras”, señala el especialista.
Propuestas deslumbrantes
Los países más aventajados como España dedican parte del presupuesto destinado al montaje, a estudios relativos a la iluminación de las obras de arte para su buena conservación.
El Grupo JP, desarrolló los aspectos de climatización de una exposición y al propósito detalla “Las obras de arte, en este caso las pinturas de Goya, necesitan una iluminación de alta seguridad que las proteja del calor y los dañinos rayos infrarrojos y ultravioleta. El sistema de iluminación empleado por fibra óptica, además se ajusta con precisión para proyectar la cantidad y calidad de luz adecuada para conseguir una reproducción cromática perfecta”.
Los normas ibéricas señalan que los límites máximos para una iluminación adecuada se sitúan sobre 200 luxes en el caso de pinturas sobre tabla o lienzo, y 50 luxes para pinturas sobre papel.
La Comisión Europea, a través del documento La Investigación Europea en Acción, refiere que si bien existen esfuerzos notables en el área de preservación del patrimonio, indica que “los museos no han tenido mejor suerte. Las obras de arte expuestas padecían, y lo siguen haciendo, debido a una iluminación violenta, cambios bruscos de temperatura, sistemas de climatización inadecuados, etc. Las malas condiciones de conservación siguen favoreciendo que los pigmentos se sequen, los pergaminos se enmohezcan, la madera se deteriore, los microorganismos nocivos se multipliquen”.
Hasta el momento únicamente se ha hablado de la problemática que entraña la conservación de espacios museográficos, pero lo mismo podría decirse de la enología, así como de las industrias vitivinícola y cervecera que requieren condiciones específicas para degustar la bebida. La diferencia más evidente respecto a la conservación del patrimonio artístico, es que la industria de las bebidas sí es sensible a la climatología adecuada al interior de cavas y viñedos, por ello destina una parte considerable de su presupuesto a la refrigeración y conservación del líquido.
Conservación del patrimonio fotográfico
El congelamiento y refrigeración es una tendencia para la conservación de negativos fotográficos con valor patrimonial pues “una vez que empieza el deterioro ya no se puede parar, va más rápido, no hay marcha atrás”. Este método comenzó hace tres décadas, cuando se tuvo la certeza de que los negativos y algunos tipos de fotografías no se podían conservar a temperatura ambiente, y que moderar su humedad relativa (HR) era fundamental para su conservación.
Esta tendencia se aplica especialmente a las fotografías tradicionales a color como las diapositivas, los negativos y las impresiones (en cromogénico), a las fotografías digitales a color y a todas las películas que tengan soporte de nitrato de celulosa (el cual se descontinúo en 1951, pero aún se necesita de su conservación), y ahora, las que tienen soporte de acetato de celulosa, como son los rollos de 35 mm, por ejemplo, películas de cine, negativos y placas más grandes, que hasta la década de los 70´s se hicieron en poliéster (material más estable).
Hay soportes clásicos, como los de películas fotográficas que se ocuparon en el siglo XX, o de cinematografía, que requieren ser refrigeradas para garantizar su permanencia, esto después de cerciorarse de la descomposición eminente del material con un gran valor patrimonial. Por ello, desde hace dos décadas se empezaron a usar refrigeradores gigantes para almacenar películas de cine, negativos y los acervos patrimoniales que se saben, no pueden permanecer a temperatura ambiente, mucho menos cuando se trata de películas a color, ya que son más propensas al deterioro.
Estándares para la conservación
La International Organization for Standarization “ISO”, es una entidad que, entre otras cosas, también se encarga de establecer estándares sobre el tipo de almacenamiento que cada material necesita, a través de un comité especial para estudiar y vigilar la permanencia de fotografías y negativos.
El último estándar recomendado para refrigerar los negativos y las fotografías (con determinadas características) es aquel que dictamina mantenerlas ligeramente sobre 0°C, si se encuentran en buenas condiciones, de lo contrario, si ya inicio su etapa de deterioro, es necesaria una temperatura por debajo de los 0°C, con una HR que no rebase 40%. En pocas palabras, un ambiente totalmente seco.
Diferentes países han construido refrigeradores enormes como es el caso de Francia, país que desde hace tres décadas desarrolla procesos de refrigeración y congelamiento de archivos, donde prevalecen temperaturas que van desde los 2°C y a -10°C.
Además, hay unos 50 lugares más en el mundo, donde desarrollan esta tendencia con temperaturas ligeramente sobre 0°C para refrigerar o congelar diferentes materiales. Por ejemplo, los Archivos Nacionales de Estados Unidos de América, están alojados en refrigeradores del tamaño de un edificio.
¿Y en México?
En México está iniciando la tendencia de congelación o refrigeración de negativos fotográficos con valor patrimonial, así la Cineteca Nacional, la Fototeca Nacional y el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, por mencionar algunas instituciones, han incorporado medidas como el acondicionamiento de espacios para procurar temperaturas de 15°C, que permitan la preservación de ese patrimonio.
De este aspecto, María Fernanda Valverde Valdés, especialista en la preservación, conservación y restauración, y docente en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), comenta que se ha trabajado “con el Archivo Guerra de Mérida en la Universidad de Yucatán, donde se congela lo que subsiste de material deteriorado con soporte de nitrato de celulosa o acetato de celulosa a -15°C”.
Parte de su acervo está congelado y el resto del archivo ha logrado disminuir la temperatura a 15°C, con 40% de HR, condiciones bastante favorables, si tomamos en cuenta el clima de esa región.
La especialista indicó que el Archivo Guerra de Mérida, es el único que preserva sus originales mediante este método de congelación, proyecto que surgió a partir de un trabajo promovido por alumnos de la ENCRyM.
Además, con el objeto de brindar a profesionales, docentes y alumnos en la materia, una herramienta didáctica que les sea útil en su labor diaria, Valverde Valdés elaboró la publicación Negativos Fotográficos. Naturaleza y Evolución de los Procesos. La obra también responde a la necesidad de cubrir el vacío de publicaciones sobre preservación de fotografías, “porque generalmente tratan sobre positivos, su historia, sus técnicas, deterioro y conservación, pero no así de los negativos, siendo que estos acervos fotográficos los de mayor valor patrimonial por ser originales y únicos”.
Este documento forma parte de los estudios de posgrado de la experta, con el apoyo del Museo Internacional de la Fotografía y el Instituto de Permanencia de la Imagen, del Instituto Tecnológico de Rochester, ambos en Nueva York, Estados Unidos, y contiene información técnica y bibliográfica básica sobre negativos de imágenes fotográficas. Detalla su estructura a nivel microscópico, aspectos sobre el comportamiento y deterioro de los distintos materiales con el paso del tiempo.
Factores indispensables
La Humedad Relativa es uno de los factores individuales más importante, junto con la temperatura, ya que afecta la permanencia de los negativos, registros fotográficos, mapas y tarjetas postales. El aire húmedo estimula el desarrollo del óxido y otros productos de corrosión en objetos metálicos, también proporciona el medio ambiente ideal para el crecimiento de moho.
Las esporas que originan el verdín del moho son tan pequeñas y tan fáciles de trasladarse en el aire, que es imposible eliminar las condiciones que permiten el crecimiento de las mismas. Es importante saber, que en cualquier edificio, a menos que la ventilación sea excelente, se pueden formar zonas de aire húmedo. La única manera de atacar los hongos es crear un ambiente agresivo para evitar su crecimiento.
Deben ser considerados también los peligros del aire marítimo, es decir, las pequeñas cantidades de sal y sílice en el aire, ya que pueden introducirse en las áreas de almacenamiento. La sal tiene la propiedad de absorber y exhalar la humedad, por lo que provoca un alto nivel de humedad, el cual no sólo acelera la actividad química, sino que actúa como medio para el crecimiento de microorganismos. Es importante para los negativos y registros fotográficos elegir un sitio fresco y seco para su archivo.
Además, los negativos y registros fotográficos deben almacenarse a una temperatura entre 0°C a 15°C. Sin embargo, una baja temperatura aumentará la protección. En películas a color se recomienda una temperatura de almacenamiento de -0°C; los materiales fotográficos, pueden mantenerse a una temperatura de 0°C. Evitar los cambios bruscos de temperatura y humedad procurando un ambiente libre de polvo y con aire puro.
Opciones de conservación
Existen diversas propuestas para congelar o refrigerar. Una de ellas es emplear un gran refrigerador o cámara fría, lo cual puede resultar muy costoso sino se determina el volumen de las piezas a conservar, y además éstos pueden elevarse aún más sin el adecuado y correcto mantenimiento.
Al construir una bóveda fría, se debe tener “el compromiso”, y sobre todo estar consientes de que ese espacio deberá estar constantemente en funcionamiento, además, llevar a cabo, cuando así se requiera, el mantenimiento inmediato, correctivo y preventivo, así como los materiales de conservación deberán permanecer dentro de los congeladores.
Una forma más práctica y económica, como se ha usado en el Archivo de Guerra de Mérida, es utilizar congeladores comerciales, como los empleados en supermercados. El procedimiento consiste en acondicionar los negativos en paquetes para mantenerlos a una humedad relativa muy baja (30%), después se introducen en bolsas metalizadas, donde no haya HR dentro, se sellan y congelan.
“Esta es una idea que yo he ido proponiendo en México, porque es mucho más fácil para una institución pensar en adquirir congeladores comerciales que construir una bóveda fría”, comentó la especialista en conservación.
No se trata de conocimientos basados en la intuición, sino tienen un sustento científico, respaldado por varios estudios, los cuales además tienen un modelo que permite predecir cuánto durarían estos materiales orgánicos con diferentes combinaciones de humedad relativa y temperatura.
“Está comprobado que al congelar determinado material, se conservará mucho más, esto no es novedad y lo podemos observar en los fósiles de hace miles de años que se han encontrado, los cuales se pudieron conservar gracias a que estuvieron congelados”.
En entrevista, Valverde compartió una de sus técnicas, “nosotros manejamos un software llamado Climate Notebook, que fue creado en Estados Unidos, con el cual se puede ver la correspondencia entre temperatura y HR”.
Este cálculo combinado arroja un índice de preservación (ÍP), el cual es una proyección de cálculo a varios años, para determinar en qué tiempo un material se deteriora drásticamente, por ejemplo, a 15°C con 52% de HR dará un ÍP de 78 años. El ÍP no es una medida real en años, sólo se trata de un calificativo para saber qué tan buenas son las condiciones climáticas en relación a otras. El software también calcula cuánto tiempo de vida se pierde cuando algún material (refrigerado o congelado) es sacado de este proceso, ya que su deterioro es eminente al entrar a la temperatura ambiente con los elementos del aire y la luz.
Consejos básicos para el archivo y conservación de microfilm | |
Agentes de deterioro | Opciones de conservación |
a) Altos índices de temperatura y humedad relativa (25o C en adelante y más de 55% de HR.) Rango ideal 18 a 22° C y 40 a 50% de HR. | Elegir un sitio fresco y seco para el archivo. Climatizar un espacio para controlar temperatura y Humedad Relativa. Evitar colocar los estantes contra muros húmedos expuestos al exterior. |
b) Ataque de hongos y microorganismos. | Mantener la humedad relativa por debajo del 55% utilizando un equipo deshumidificador o algún deshumidificante modular si su estantería es cerrada, mantenga el recinto bien ventilado. |
c) Radiación UV proveniente del sol y de la iluminación fluorescente. | Evitar la luz directa del sol, dotar a los tubos fluorescentes de un filtro UV, colocar filtros UV en ventanas. |
d) Polvo, partículas pesadas y gases oxidantes presentes en atmósferas contaminadas. | Instalar filtros especiales y purificadores de aire. |
e) Daños físicos y químicos. | Almacena verticalmente sus microfichas utilizando fundas transparentes de polipropileno, tyvek o sobres de papel libre de ácido y éstas dentro de una caja de polipropileno inerte o de cartón libre de ácido. Conserve la película diazo en su carrete y éste en una caja especial de cartón libre de ácido o de polipropileno inerte. Sujete la película al carrete con una etiqueta especial de papel libre de ácido, evite usar ligas, cinta adhesiva y marcar con plumón. |
f) Manipulación descuidada, huellas digitales. | Evite el rayado de la microficha durante su manipulación en el lector, así como su exposición prolongada a la luz. Protéjala con una funda transparente de polipropileno. Utilice guantes para su manejo. |
g) Limpieza inadecuada. | Use una brocha suave para remover el polvo, remueva manchas y otros residuos con un limpiador de emulsiones fotográficas aplicándolo con un lienzo libre de pelusa y contaminantes. Esta práctica previene el desarrollo de colonias de hongos y daños por abrasión. |
Fuente: Editorial Marco Polo, S.A. de C.V., Alta tecnología en preservación. |
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¡Ahora a descongelar!
El proceso de “descongelación” es muy importante, ya que no se puede consultar el material congelado sin pasar por un proceso muy meticuloso, de lo contrario se condensaría la humedad y mojaría el material. Lo correcto es extraer el paquete y esperar (antes de abrirlo) a que alcance la temperatura ambiente, es decir, necesita de un pre-acondicionamiento antes de ser descongelado.
La Cineteca Nacional de Suecia, posee un archivo, donde se realizar el acondicionamiento de las películas de cine en una lata por varios días, a una humedad relativa de 30%; posteriormente sellan la bolsa metalizada; y al momento de extraer este material, se debe esperar mínimo un día, tiempo necesario para que alcance la temperatura ambiente. Este periodo depende del volumen del material congelado.
Los archivos fotográficos que cuentan con refrigeradores para controlar la temperatura y la HR, tienen otros espacios denominados “pre-bóvedas”, donde la temperatura está a 12°C. Estos lugares se ubican entre la sala de consulta, que normalmente están a 19-20°C, y las salas de almacenamiento, donde hay una temperatura de 15°C.
El proceso de descongelación consiste en extraer el material del congelador, llevarlo a la pre-bóveda para que se aclimate a temperatura ambiente (lo que puede tardar varios días) y, posteriormente se tendrá el material listo para su consulta.
“Es primordial conocer la manera en que se debe transitar de una situación de temperatura-humedad a otra, sin que se condense agua dentro de un paquete, de lo contrario se pudieran perder los negativos”, enfatizó Valverde.
Congelados recursos
La restauradora también indicó que a pesar de que en el país se cuenta con recursos humanos con un buen perfil en la materia, existe una falta de conocimiento sobre los avances en la conservación de negativos con soporte de nitrato y acetato de celulosa, situación a la que se añade la falta de recursos institucionales que permitan adoptar las medidas de congelamiento.
Aunados a la falta de inversión y de conocimiento van otros problemas, tales como el escaso interés de las empresas de refrigeración y aire acondicionado por brindar asesoría y conocer cuáles son las mejores condiciones para instalar una cámara o bóveda de refrigeración o un aire acondicionado.
Otro problema que puede existir, es que el sistema eléctrico no soporte la carga de energía necesaria, y se requiera cambiar toda la red eléctrica del edificio para poner en marcha los congeladores.
Adicionalmente, encontramos que no hay un seguimiento del mantenimiento que se requiere para las cámaras, bóvedas, refrigeradores comerciales o domésticos o aire acondicionado empleados en el proceso de congelamiento o refrigeración de negativos fotográficos y fotografías, por parte del proveedor.
En este contexto, la Maestra Valverde afirma que el trabajo debe ser conjunto entre el restaurador y el técnico, ya que el restaurador sabe las condiciones necesarias en las que determinado material debe ser conservado, y el proveedor conoce la parte técnica, es decir, a partir de las necesidades del restaurador, puede abastecer tanto del equipo, la información necesaria en caso de desastre o desperfecto del equipo, como del mantenimiento y las refacciones disponibles.
“No es suficiente que el experto en refrigeración, ventilación o en aire acondicionado instale el equipo y se desentiendan porque ya logró una venta más. Es necesario que capaciten a la gente de los archivos, con el objetivo de que sepamos actuar en caso de desastre o desperfecto del equipo”.
Otros aspectos a considerar para la conservación |
La pureza del aire. El aire contiene materiales químicamente reactivos que constituyen la mayor amenaza para la estabilidad de las colecciones fotográficas en blanco y negro, especialmente en presencia de humedad. |
Contaminación. Las fotografías deben almacenarse en una zona exenta de contaminación, es decir, en ausencia de óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, peróxidos y otros agentes oxidantes. |
El polvo. Todas las fotografías deben almacenarse en zonas exentas de polvo, ya que pueden incrustarse en las capas de gelatina y causar daños por abrasión. |
La intensidad de la luz. Las fotografías contemporáneas en blanco y negro, bien procesadas son intrínsecamente estables a la luz. En cambio los materiales en color, son bastante sensibles a las exposiciones prolongadas a la luz, en presencia de oxígeno y humedad. |
Cajas y estanterías. Es recomendable guardar el material en muebles metálicos de buena calidad, manteniéndolos debidamente ventilados o estantes dentro de refrigeradores. |
Procedimiento de emergencia. Si los materiales fotográficos se mojan con agua, pueden CONGELARSE a fin de frenar radicalmente el proceso de deterioro. Los materiales pueden después desecarse por congelación, descongelarse y secarse al vacío o descongelarse y secarse con aire. |
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Fuentes:
• www.ec.europa.eu/research/leaflets/index_es.html
• museosdevenezuela.org/Documentos/Normativas/Normativa0_0.shtml
• www.grupojg.com/upload/file/f0000245.pdf
• www.conservacionyrestauracion.inah.gob.mx/html/correo_restaurador/html/CORE0208.html
• Laraignée Margarita, Conservación preventiva de Material Fotográfico.
• Congelamiento, Tendencia para la Conservación de Negativos Fotográficos de Valor Patrimonial, Boletín publicado el 01 de julio de 2005, por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA).
1 comentario
Solicito informacion sobre consevación de material etnográfico, es sobre un proyecto de acondicionamiento de un nuevo deposito para un Museo… gracis