Roberto de la Vega.
Ingeniero de Ventas Unitario de Daikin McQuay.
La prevención es uno de los elementos fundamentales para evitar daños y malos funcionamientos en el equipo; es decir, ahorros considerables en todos los sentidos.
El mantenimiento a los sistemas de climatización forma parte esencial del funcionamiento de los equipos. Dependiendo de las necesidades, existen distintos tipos de servicio: Preventivo, el más común de todos, consiste en retirar el exceso de polvo, lubricar motores y hacer revisión de refrigerantes. El predictivo se lleva a cabo en equipos un poco más complejos; por ejemplo, en manejadoras de aire revisamos principalmente los niveles de vibración del motor.
Cuando se desarrolla acidez en el sistema, tomamos muestras del aceite y procedemos con lo que se deba hacer. El mantenimiento que ya no tiene remedio es el correctivo, que implica la sustitución de piezas completas.
Con buen y constante servicio de mantenimiento logramos hacer que los equipos operen todo el tiempo hasta alcanzar su óptima capacidad. El mayor inconveniente de los equipos sucios se refleja en el consumo excesivo de energía, empiezan a ser ruidosos y el pago de luz aumenta considerablemente.
En el caso específico de chillers, debemos cuidar la calidad del agua; una mala calidad generará incrustaciones en los sistemas, además de una sensible reducción en las áreas de transferencia de calor. Estas reparaciones son muy costosas; por ello, en sistemas de agua helada el tratamiento de la misma es importantísimo.
Las incrustaciones son sedimentos o sarro que se va acumulando dentro de las tuberías y, como se trata de circuitos cerrados o semicerrados, el potencial de hidrógeno (PH) del agua va generando problemas de este tipo.
En sistemas de ventilación o donde hay manejadoras de aire, jamás se deben dejar de limpiar los serpentines. Es indispensable cambiar los filtros en los momentos adecuados. En general, éstos tienen un aparato donde se puede ver la saturación de los serpentines o si la caída de presión ha disminuido en exceso; cuando esto ocurre, es el tiempo justo para sustituirlos por nuevos. Estas prácticas evitarán la pérdida de eficiencia de los sistemas o caídas de presión mayores a las consideradas en el proyecto.
Dejar a los equipos sin mantenimiento ocasiona que un servicio preventivo eventualmente se convierta en correctivo. Tal práctica suele ser mucho más cara que hacer una revisión cada tres o cuatro meses. Está demostrado que resulta más barato un mantenimiento preventivo que esperar a que los equipos truenen.
Una sugerencia a los usuarios es que no intenten hacer ellos mismos la limpieza de los equipos. Fuera del personal especializado, es difícil que alguien más pueda revisar presiones, voltajes y consumo de energía. Para la gente técnica y de ingeniería, esos parámetros son muy importantes, porque sólo ellos están capacitados para analizar cómo se está comportando el equipo, cómo se va deteriorando, evaluar qué piezas deberán ser sustituidas o decidir si es necesario realizar una sustitución integral de los equipos.
Respecto de nuestra forma de ser como mexicanos –y por lo que me ha tocado ver–, me atrevo a decir que no hemos fomentado la cultura de la prevención. Por lo general, no somos prevenidos casi en ningún aspecto de la vida, ni en términos sociales ni personales; el aire acondicionado no es la excepción. Cuando los equipos fallan, de lo primero que se quejan los usuarios aquí en México es de la marca, luego del equipo y rematan con la instalación. Nunca van a aceptar que faltó el mantenimiento adecuado.