La producción y uso de compuestos halogenados sintéticos en aplicaciones de refrigeración y aire acondicionado, aunque ha elevado el confort del ser humano y ha ayudado en la conservación de sus alimentos, industria y trasporte, ha colaborado al deterioro del planeta.
René Ángeles Carranza.
Con el apoyo del Gobierno, empresas y sociedad, el desarrollo sostenible puede ser una plataforma para volver al uso de refrigerantes naturales.
Se ha comprobado que dichos compuestos, que aparecieron en la década de 1930, han tenido un impacto importante en el adelgazamiento de la capa de ozono que protege a los seres vivos de la luz ultravioleta, así como en el calentamiento global, que se ha traducido en un incremento más rápido de lo normal en la temperatura de la tierra, con sus efectos adversos en el clima y los ecosistemas.
A raíz de esta situación, las instituciones de investigación y la industria en el mundo han destinado gran cantidad de recursos para el mejoramiento de los refrigerantes halogenados, logrando abatir, mas no eliminar, sus perjuicios, y para el diseño de equipos y sistemas que utilicen nuevamente refrigerantes naturales, como el amoniaco y el CO2 en aplicaciones comerciales.
El marco perfecto para hablar de volver al uso de los refrigerantes naturales es el del desarrollo sostenible, debido a que es un concepto integral que nos dice que la satisfacción de las necesidades humanas deben de verse tanto para el presente, como para el futuro. Para tal fin debe de lograrse la armonía entre el uso de los recursos, la orientación de las inversiones, el desarrollo tecnológico y el cambio institucional. Estos refrigerantes son una excelente opción de eficiencia (los sistemas pueden alcanzar mayores índices de COP que con refrigerantes sintéticos) y baja afectación al medio (sus índices de ODP y GWP son casi cero en ambos casos), lo cual hace que su uso se adapte muy bien a esta visión.
Esto ha tenido como resultado que, por ejemplo, el amoniaco, cuya primera aplicación en la refrigeración data del año 1859 y que fue muy utilizado en almacenes frigoríficos entre 1900 y 1930, esté resurgiendo en su aplicación comercial, principalmente en países de Europa, en sistemas de refrigeración y aire acondicionado de hospitales, centros comerciales, edificios, escuelas, etc. Se maneja en sistemas indirectos que concentran el refrigerante lejos de las personas, lo cual es conveniente debido a su toxicidad, olor e inflamabilidad, generando agua helada o salmuera para su posterior bombeo a unidades enfriadoras locales.
Por otra parte, el CO2, cuya primera aplicación en la refrigeración se remonta al año de 1869 y que fue ampliamente utilizado hasta la década de 1930, ha vuelto a aplicarse exitosamente en la refrigeración comercial en fechas recientes, sobre todo en Europa, donde suman hoy 1 mil 330 tiendas comerciales que lo prefieren, por ser inodoro y de baja toxicidad, a pesar de la alta presión que llega a manejar (más de 900 PSI a 30 °C).
Es un hecho que se cuenta con la mayoría de los ingredientes para tener hoy una refrigeración y aire acondicionado más sostenibles, incluyendo tecnología en equipos, accesorios y diseños de sistemas integrados energéticamente; por lo que, nuestra tarea es empujar en diferentes círculos (Gobierno, empresas, sociedad en general) la creación de un marco legal que promueva su uso, programas de capacitación y actualización, proveedores locales confiables, entre otras condiciones, para acelerar el paso hacia una nueva era en nuestra industria y permitirnos un mejor futuro.
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René Ángeles Carranza.
Experto en equipos de intercambio de calor en refrigeración. Ingeniero de ventas de la compañía Alfa Laval, S.A. de C.V.