El Instituto de Vivienda del Distrito Federal ha puesto al alcance de los ciudadanos con recursos escasos las bondades que ofrecen las tecnologías de vanguardia.
Por Christopher M. García
A lo largo de la última década, la Ciudad de México ha tenido diversos cambios en su estructura urbana, debido a los programas de rescate de inmuebles y reubicación de ciudadanos. Una gran cantidad de espacios se han adecuado para la edificación de complejos habitacionales, con la finalidad de mejorar las condiciones de vida de las personas.
Dentro de este proyecto, los edificios antiguos del Centro Histórico han atravesado por un proceso de remozamiento, de modo que puedan seguirse utilizando con mejoras en su consumo energético, sin demeritar su belleza e historia. Esto también ha dado pie al embellecimiento de las calles y a la instalación de tecnologías que ahorran en consumo de energía y mejoran el panorama de los peatones.
El rescate de edificios no ha sido el único rubro que se ha atacado para mejorar las condiciones urbanas. No es un misterio que existe un gran número de personas cuyas condiciones de vida dejan qué desear. Para muestra se pueden considerar las cifras de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi), la cual reporta un déficit de 8 millones de viviendas en el país. Por su parte, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México ha mencionado que la capital en sí misma presenta un déficit de 8 mil viviendas por año.
“Para abatir este déficit –comenta el arquitecto Humberto Rello Gómez, director del Programa de Mejoramiento de Vivienda, del Instituto de Vivienda de la Ciudad de México–, en los próximos 20 años tendríamos que aplicar 30 mil créditos de vivienda por año”.
El asunto se agrava cuando se consideran las características que muestra la mayoría de las edificaciones en la ciudad, pues un gran número cuenta con cimentaciones defectuosas, techos de lámina o cuarteaduras en diversas partes de la construcción.
Ante los peligros físicos que presentan las construcciones, el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México desde hace un tiempo puso en marcha el Programa de Mejoramiento de Vivienda, el cual otorga créditos a las familias de recursos escasos para optimizar sus hogares y hacerlos “más” habitables.
“La función del área, y del Instituto de Vivienda en general, es otorgar créditos de vivienda a las familias que más lo necesitan, las familias en condiciones de pobreza, de vulnerabilidad, que no tienen acceso a un crédito bancario”, resume el arquitecto Humberto Rello.
De acuerdo con el arquitecto, día con día crece el número de personas que se acercan al Instituto para solicitar su apoyo. “Hace 12 años teníamos que salir a publicitar el programa, ir a las colonias a hablar con la gente y decirles que nuestro programa existía. Poco a poco se fueron acercando. En la actualidad, ya tenemos muchísima demanda.”
Los beneficios que otorga este programa incluyen desde la simple renovación de una fachada, hasta subsidios para la obtención de sistemas que aportan al ahorro y la mejora de las viviendas. “Existen apoyos de sostenibilidad que no se pagan, apoyos que el Gobierno del Distrito Federal y el Instituto de Vivienda otorgan, que les llaman subsidios para sostenibilidad –señala Rello–. Estos subsidios pueden ser aplicados de muchas maneras. Normalmente, lo aplicamos para calentadores solares”.
Los ahorros, tanto monetarios como energéticos y ambientales, que se logran con este tipo de sistemas, sin mencionar la iniciativa de focos ahorradores que también se fomenta dentro del Programa, son considerables, puesto que el consumo de gas natural o L.P. deja de ser necesario, y las emisiones de gases nocivos por su quema son nulas.
El subsidio permite que se obtenga el equipo y se instale, sin que las familias aporten recursos adicionales. “Los montos varían entre 19 y 21 mil pesos, los cuales alcanzan para tener un calentador solar de 150 o 200 litros, para adecuar que la presión sea suficiente y para colocar todas las instalaciones”, relata el director del Programa.
Beneficios y ventajas
Una de las mayores aportaciones de este programa es la seguridad para los usuarios de las viviendas. Esto se garantiza mediante un estudio previo con el que se evalúan las condiciones de suelo, la fortaleza de los cimientos, incluso las proyecciones de construcción futuras. “Una de las características de nuestro programa es que todos los proyectos van acompañados de asesoría técnica, además de que son progresivos, es decir que van creciendo”, comenta el arquitecto Humberto Rello.
Con la asesoría de técnicos especializados en la edificación, las personas que se hacen acreedoras a un crédito de vivienda cuentan con la orientación adecuada para tomar la decisión que más les convenga, tanto financiera como arquitectónicamente. No obstante, cabe mencionar que la asesoría no obliga al acreedor a actuar como lo indica el técnico, sino que se le ofrecen opciones para que siga el camino que estime más apropiado.
“Nosotros no obligamos a ninguno de los acreditados a utilizar ningún tipo de sistema. Todos son opciones y se trabajan con la asesoría de los técnicos. El asesor se relaciona con las familias, les propone el sistema constructivo, les propone el diseño y convence a la gente de cuál sistema es el más adecuado”, especifica el director del Programa. Añade: “Siempre estamos abiertos a implementar nuevas tecnologías. Si abaten el costo de la vivienda, las adoptamos; si no lo abaten en un porcentaje considerable, no lo adoptamos. Esto responde a un aspecto psicológico de las personas, pues en general están casadas con los sistemas tradicionales”.
Otra de las tecnologías que se emplea en los desarrollos es la recolección de aguas de lluvia para la reutilización en las casas. Con ello, el consumo del líquido en baños, lavadoras, incluso regaderas y cocinas puede cubrirse por completo, lo que conlleva ahorros para los usuarios y en la demanda de agua potable. De la misma manera, en algunos desarrollos se ha implementado el uso de digestores para el tratamiento de aguas negras, con los cuales el agua jabonosa que proviene de los baños o sistemas de lavado puede reciclarse y emplearse de nuevo para tareas que impliquen su ingesta.
Por otro lado, este tipo de créditos de mejora se han otorgado para el desarrollo de azoteas verdes, aunque uno de los requisitos es que sean funcionales o aporten a las actividades productivas de los inquilinos, ya sea mediante la siembra de vegetales comestibles, plantas ornamentales o hierbas medicinales.
A este respecto, uno de los desarrollos más significativos que se ha realizado con el apoyo del Programa es el complejo de viviendas para la comunidad de origen Triqui que habita en la Ciudad de México. El desarrollo consta de 40 viviendas que fueron construidas de acuerdo con las especificaciones de la comunidad y se localiza en el corazón de la delegación Iztapalapa.
El crédito participativo sirvió para que se edificaran casas de dos plantas con todo lo necesario para que los beneficiados pudieran continuar con sus actividades productivas, dado que la mayoría de ellos se dedican a la artesanía. En sí, el esquema arquitectónico proyecta dos recámaras en la planta alta, una de las cuales se adecuó en muchos casos como taller de trabajo.
Además, la distribución de las edificaciones permitió que una parte del terreno se empleara para la siembra de plantas medicinales, imprescindibles para las tradiciones de la comunidad, las cuales, además del uso propio que les dan las personas del desarrollo, se utilizan para elaborar productos que comercializan. Esto les permite abastecerse de los bienes que precisan cada día y de ingresos extra para sufragar los servicios comunes.
Una de las principales características de este sitio es el carácter comunitario y de consciencia ambiental que promueven los habitantes, pues si bien el lugar se encuentra construido en la ciudad, ellos se encargan de mantener las plantas vivas, así como la limpieza de las áreas comunes que son de uso general. Nacho, como lo conoce la mayoría, comenta: “Todos los viernes nos reunimos para darle limpieza al lugar, para barrer, para levantar la basura y asegurarnos de que nuestro lugar siempre esté limpio”.
Además, el Tío Enrique, como lo llaman todos los habitantes del desarrollo, expresa: “En este sitio, nosotros no permitimos el consumo de alcohol ni de otras sustancias que perjudiquen a la comunidad. Queremos mantener nuestro lugar en paz y que todos lo hagan así”. Frente a la fachada de cada hogar, se encuentra dispuesto un pequeño jardín, donde cada familia ha sembrado distintos tipos de plantas ornamentales, hierbas comestibles o plantas medicinales. “Cada persona se encarga de regar y mantener vivas a las plantas que se encuentra afuera de su casa. Nosotros no lo vemos como obligación, sino como una necesidad debido a que nos da muchos beneficios naturales que casi no hay en la ciudad”, culmina el Tío Enrique.
El Programa y sus proyecciones
De acuerdo con la información compartida a Mundo HVAC&R por el arquitecto Rello, dentro de la actual administración se otorgaron alrededor de 83 mil créditos de mejoramiento, de los cuales, 10 mil 600 representan los subsidios para sostenibilidad.
Aun así, Humberto Rello considera que “siempre hacen falta muchísimas cosas. Nuestra ciudad está viva. La vivienda la estamos mejorando. Todavía decimos que vivimos en una ciudad gris. Estamos en la etapa de la ampliación de las viviendas. Necesitamos acabarlas, aplanarlas, pintarlas. Necesitamos llegar a esta etapa para darle color. Estoy seguro de que nuestra ciudad sería diferente. Tenemos que pasar a otras etapas, y el programa tendrá que cambiar junto con estas etapas, al igual que nuestros especialistas”.
Para lograrlo, la formación de personal especializado en muchas áreas que se relacionan con la eficiencia energética y ambiental de las viviendas es un rubro que debe atacarse con la responsabilidad necesaria. “Todos los años se desarrollan sistemas constructivos nuevos. También cambian los sistemas formales. Tenemos que modificar nuestra manera de vivir”, considera el arquitecto.
A pesar de ello, el Programa de Mejoramiento de Vivienda ha resultado sumamente afectivo. En principio, se trataba de la adaptación de un programa que se llevaba a cabo en Colombia. Pero, tras mucho trabajo y empeño, lo implementado en la Ciudad de México se ha convertido en paradigma para los programas de otros estados y de otras naciones. “Cuando estuvimos en Colombia, el programa estaba reducido al mínimo. En un cierto momento, los colombianos comenzaron a voltear a ver lo que se hacía en México para saber cómo estábamos haciendo un programa con tanto éxito”.