El 53 por ciento de los ahorros y abatimientos en emisiones de CO2 en un futuro –los próximos 20 años– van a darse, no por no consumir ni por generar sosteniblemente, sino por la eficiencia del consumo eléctrico per se.
Jorge Luis Hagg Hagg
Las ventajas de un edificio inteligente son administrativas y operativas.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Edificio Inteligente y Sustentable, un edificio inteligente lo es cuando que cumple con cinco principios básicos:
1. Máxima flexibilidad. Los edificios nacen con una vocación; es decir, un propósito o uso definido (escuela, hospital u oficinas), pero deben ser capaces de adaptarse a las cambiantes necesidades de sus inquilinos o usuarios
2. Máxima seguridad, tanto para el entorno como para los usuarios. Todo aquél que viva, trabaje o visite un edificio debe sentirse seguro y tener la certeza de que se tiene control del flujo de personas en el interior y en los alrededores del inmueble
3. Máxima economía. No debe confundirse con baja inversión o con algo “barato”. La economía en las inversiones relacionadas con los edificios debe considerar la inversión inicial, pero, sobre todo, debe ver los beneficios en la operación y el mantenimiento a lo largo de la vida útil, tanto del edificio en sí, como de su equipamiento. Entre 75 y 80 por ciento de la inversión total se eroga durante la operación, sólo entre 20 y 25 por ciento representa el gasto inicial
4. Máxima automatización. Equipar y dotar al edificio de todos los elementos que, de acuerdo con un programa y con los eventos que se presenten, puedan optimizar la operación y los recursos, pero que, a la vez, permitan hacer ajustes para enfrentar eventualidades
5. Máxima predicción y prevención. Contar con un adecuado plan de mantenimiento preventivo y predictivo economiza la operación, elimina tiempos muertos y, sobre todo, ahorra dinero y tiempo. El mantenimiento correctivo es mucho más caro y con mayores repercusiones en la eficiencia y la productividad
Estas cinco premisas cobran aún más importancia, puesto que la operación y la consciencia de los usuarios son las principales fuentes de ahorro y sostenibilidad de los inmuebles.
En la Ciudad de México, se tienen, aproximadamente, cuatro millones de metros cuadrados de espacios de oficinas catalogados como clases A y A+; es decir, edificios modernos con algún nivel de inteligencia o hasta con alguna certificación de eficiencia energética (tipo LEED o similar). Existen otros tres millones de metros cuadrados de edificios clases B y C; es decir, aquellos inmuebles que tienen más de 15 o 20 años de vida, que no cuentan con ningún tipo de automatización ni de inteligencia, y que, por ello, son susceptibles de convertirse en edificios inteligentes.
Cada vez es más frecuente que en el resto del país encontremos edificios A o A+ que cumplen con estándares internacionales de automatización, eficiencia y amabilidad con el medioambiente. Baja California, Chihuahua, Aguascalientes, Nuevo León, Jalisco y Puebla son algunos de los estados con mayor actividad y velocidad de crecimiento en este tipo de edificaciones.
Los beneficios que ofrece un edificio inteligente se pueden agrupar en dos rubros:
- Operativos. Al garantizar el confort y la seguridad de los usuarios de un edificio, obtenemos un incremento en su productividad hasta de 20 por ciento. Un edificio inteligente, además, nos ayuda a optimizar los recursos humanos y materiales necesarios para su operación y administración, y evita tiempos muertos y ausentismo, ya que minimiza los efectos adversos que un “edificio enfermo” causa al personal
- Administrativos. Contar con información confiable y en tiempo real acerca del desempeño de los sistemas en el edificio permite planear actividades, rutinas de mantenimiento y mejoras, ahorrando tiempo y dinero, convirtiendo la operación en un gasto fijo y no en gastos mayores no programados. También, un edificio inteligente tiene una plusvalía mayor que otros
Un panorama óptimo sería un acuerdo entre el financiador del proyecto, el operador, el diseñador y el constructor para tomar en cuenta todas las necesidades del edificio y del usuario final, y ofrecer soluciones que satisfagan a todas las partes desde un principio.
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Jorge Luis Hagg Hagg
Gerente de Desarrollo de Negocios en Schneider Electric. Es Certified Energy Manager por la agencia estadunidense del Uso Eficiente de la Energía y es presidente del Instituto Mexicano del Edificio Inteligente/BOMA México.