Como parte de su plan operativo y estratégico, la CCA dio a conocer un documento marco que busca sentar las bases para determinar qué tan vulnerables son los humanos a la contaminación, según sus actividades, posición geográfica y socioeconómica. Estas consideraciones deben contemplarse de cara a los desafíos que se avecinan en materia ambiental.
“A nivel nacional cada país tiene su agenda, pero el objetivo a nivel internacional radica en cómo mejorar el medioambiente de manera cooperativa”: Orlando Cabrera.
Manuel Merelles.
Fotografía: cortesía de la CCA |
La Comisión para la Cooperación Ambiental en América del Norte (CCA) es una organización que se creó en 1994 a partir del Acuerdo de Cooperación Ambiental entre México, Canadá y Estados Unidos, un tratado paralelo al Tratado de Libre Comercio (TLC). Dicho acuerdo se enfoca completamente en los asuntos ambientales y su misión es abordar temas relacionados con el medioambiente que tiene su origen en el comercio entre los países de América del Norte.
La CCA se integra por tres cuerpos: el Consejo de la Comisión, el Comité Público Consultivo Conjunto y el Secretariado. El Consejo lo integra una junta de directores que representan los ministros de Medioambiente de cada país. En el caso de México, el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan José Guerra Abud, es el portavoz.
Por otro lado, el Comité Público Consultivo de la Comisión lo nombra el presidente, el secretario o el ministro del medioambiente, y se conforma por la asociación de 15 ciudadanos, cinco de cada país, quienes representan diferentes aspectos de la sociedad, como la industria, organizaciones académicas, ONG y representantes de la sociedad civil. El Comité se encarga de establecer la conexión con la sociedad en asuntos relacionados con el medioambiente.
A su vez, el secretariado es el organismo que brinda apoyo administrativo y técnico para la implementación del acuerdo tripartita, al referirse al trabajo cooperativo de los tres países a nivel ambiental. Asimismo, cuenta con una unidad de peticiones ciudadanas, parte fundamental del acuerdo de cooperación ambiental, en el que cualquier persona que exponga que su país no cumple con la ley ambiental, puede someter una petición al Consejo para que se investigue.
En entrevista con Mundo HVAC&R, Orlando Cabrera Rivera, gerente del Programa de Calidad de Aire y Emisiones de Contaminantes del secretariado de la CCA, externó que uno de los mayores logros de la organización ha sido cumplir una función catalizadora en el manejo o gestión ambiental entre los países de la región, y también permitir la participación de la ciudadanía en estos temas, aspecto que considera relevante en las actividades de la Comisión.
“Una de las misiones de la Comisión para la Cooperación Ambiental en América del Norte es asegurarse de que la sociedad civil y el público tienen voz en lo concerniente al ambiente. Creo que a través de su estructura y de sus proyectos, la Comisión cumple ese mandato”, asegura Cabrera Rivera.
Igualmente, en México, la CCA participó en la creación del Registro de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (RETC), donde empresas industriales reportan las emisiones y transferencias de sustancias tóxicas que se generan durante sus procesos. Dicho registro es equivalente al inventario de Sustancias Tóxicas en Estados Unidos y al Inventario Nacional de Emisiones Contaminantes (NPRI, por sus siglas en inglés) de Canadá.
“Empezamos a trabajar con otros países para lograr una armonización en cuanto a lo que se tiene que reportar y el derecho ciudadano de conocer las sustancias que se emiten al medioambiente. Claro, esto no solamente apoya al ciudadano y a la gestión ambiental, también ayuda a la industria, con el objetivo de que mejore su desempeño ambiental”, detalla Cabrera.
Como parte de las acciones de la CCA, se llevó a cabo la publicación del documento marco Caracterización de la vulnerabilidad a la contaminación en América del Norte, el cual busca educar a la población y exponer información acerca de los factores por considerar para determinar y examinar la vulnerabilidad tanto de individuos como de comunidades a la contaminación ambiental.
El documento se nutre del trabajo cooperativo de la CCA, dentro de su plan operativo, que aborda el tema de comunidades y ecosistemas saludables. “Dentro del programa de emisiones de gases contaminantes adoptamos este tema, y se propuso desarrollar este documento marco como guía para exponer los factores por tomar en cuenta al momento de examinar la vulnerabilidad a la contaminación ambiental. Trabajamos mucho con emisiones de gases contaminantes, calidad del aire, etcétera”, declara el gerente del programa.
Evaluar los riesgos que significa la contaminación ambiental para los individuos y las comunidades es una tarea complicada que requiere la consideración de diversos factores, entre los que se encuentran los de presión químicos y no químicos, así como de prioridades y valores comunitarios, entre muchos otros elementos.
Por otra parte, como resultado de una revisión exhaustiva de trabajos académicos y de estudios inéditos en diversas disciplinas, como contaminación ambiental, nutrición, ciencias sociales, salud y fomento de la salud pública, y también de consultas con expertos en la materia y sectores que se interesan en los tres países de América del Norte, el documento marco tiene por propósito servir como recurso de información y sensibilización para crear herramientas de evaluación de riesgos para la salud ambiental.
Los factores que se toman en cuenta al caracterizar la vulnerabilidad de un individuo o una comunidad con consecuencias para la salud, resultantes de la contaminación ambiental, se agrupan en cuatro propiedades o características principales: el grado de exposición a los contaminantes, la susceptibilidad de cada individuo a los efectos perjudiciales de la contaminación, la preparación para hacer frente a factores de amenaza y, por último, la capacidad de respuesta y de recuperación, con la finalidad de mitigar y hacer frente a los riesgos que se asocian con los contaminantes ambientales.
El marco pretende sentar las bases para la realización de evaluaciones integrales de impactos en la salud ambiental y apoyar en la definición y establecimiento de prioridades en cuanto a comunidades que requieran una intervención urgente. De igual manera, presenta las herramientas que se disponen para evaluar la vulnerabilidad o que pueden servir como modelo a fin de crear herramientas nuevas y específicas con tal propósito.
Con este marco se busca que individuos y comunidades de toda América del Norte tomen decisiones más informadas para hacer frente a la complejidad de evaluar y mitigar los riesgos de la contaminación ambiental y, así, proteger su salud.
Cabrera Rivera señala: “Cuando se habla de contaminación todo mundo piensa que el aire está contaminado o el agua está contaminada con ciertos químicos. Al final del día, a mí no me basta con saber que cierta sustancia se emite, yo quiero saber qué tan vulnerable soy a esta contaminación”.
El documento marco se desarrolló en un proceso consultivo, para lo cual se estableció un foro en el que participaron expertos académicos, de Gobierno y de la sociedad civil de los tres países, durante el cual se definió qué significan la vulnerabilidad y la contaminación, y cuáles son los factores sociales que las determinan. Con base en ese conocimiento se redactó el contenido del material.
Al referirse a la vulnerabilidad, Orlando Cabrera cree que se deben tomar en cuenta sus propiedades o características propias. “Hay que ver qué grado de vulnerabilidad se tiene a la exposición de la contaminación, y eso es lo que determina el impacto. Soy susceptible o no; estoy expuesto a contaminantes, pero soy más vulnerable porque soy un niño o porque soy un adulto, o porque vivo en una comunidad rural sin servicios de salud. En el documento marco se consideran todos estos factores para determinar la vulnerabilidad”.
Por ejemplo, se sabe que el humo de leña contiene ciertos contaminantes y que su inhalación es dañina, pero las personas más expuestas a esas emisiones son las mujeres que suelen cocinar o los niños que están en el hogar. Una persona que trabaja en una recicladora de gases está expuesta al plomo, pero si además dicha persona fuma, se tendría que evaluar cuánto representa su tabaquismo en la exposición al metal.
Gracias a este tipo de situaciones, el documento contiene información para determinar el grado de vulnerabilidad, según las condiciones de vida y las variables geográficas, económicas y sociales que entran en juego. Además, no se dirige solamente a individuos, también a agencias, gobiernos, instituciones académicas y demás organizaciones que trabajen en el ámbito de la salud ambiental. Se orienta a personas vulnerables y a aquellas que estén a cargo de determinar la vulnerabilidad ambiental de la ciudadanía.
El desafío principal al que se enfrentó la CCA al redactar el documento fue que el texto pudiera aplicarse a la realidad de cada país. A su vez, se presentó la problemática del lenguaje, para lo cual se optó por uno que fuera accesible; técnico, pero de fácil entendimiento.
En 2015 terminarán las actividades de la Comisión bajo el Plan Estratégico 2010-2015, que se enfoca, de manera general, en comunidades y ecosistemas saludables, el cambio climático y en una comunidad baja en carbono y el mejoramiento ambiental de la economía de América del Norte. Durante este mes, los ministros de Medioambiente de México, Canadá y Estados Unidos se reunirán para iniciar el proyecto de plan estratégico para el periodo 2015-2020.
“Hay un sinnúmero de temas que aún no se determinan y muchos contenidos ambientales que los tres países ya abordan; aunque el reto se presenta a la hora de decidir qué hacer en conjunto, aspecto que los ministros deben discutir y determinar. A nivel nacional cada uno tiene su agenda, pero el objetivo a nivel internacional radica en cómo mejorar el medioambiente de manera cooperativa”, finaliza Orlando Cabrera Rivera.
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