La cantidad de productos perecederos que circulan en los supermercados es cuantificable en toneladas. Usualmente, se les da un manejo de frío bien monitoreado para evitar que su estética se dañe; a pesar de ello, muchos productos se desperdician por ese factor y representan mermas económicas exorbitantes
Eréndira Reyes
Gran cantidad de frutas, verduras, lácteos, alimentos envasados, así como productos en buen estado, terminan en los cestos de basura de los grandes supermercados. En otras palabras, miles de pesos se tiran, literalmente, a la basura; un gasto económico que bien podría destinarse a combatir la situación de hambre y desnutrición que se vive a escala mundial.
Diversos son los sectores que contribuyen a incrementar la problemática anterior, ya que, según la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), en México se desperdician 30 mil toneladas de alimentos generados por restaurantes, comercios e incluso por los habitantes de los centros urbanos.
La Food and Agriculture Organization (FAO), por su parte, indica que un tercio de los alimentos producidos en el mundo para el consumo humano se tiran o pierden, lo que ocasiona altos costos en los países industrializados, los cuales ascienden a casi 680 millones de dólares y a 310 mil millones en los países en desarrollo.
El organismo destaca que las causas de que tal cantidad de alimentos se pierda o desperdicie en los países en desarrollo se suscitan en las etapas de producción, poscosecha y procesamiento, mientras que en los países industrializados las mermas corresponden a productos que se encuentran a la venta y se desechan por no contar con una estética adecuada para su comercialización.
En este sentido, durante 2013, la Sedesol anunció que en México diariamente se desperdician 30 mil toneladas de alimentos en buen estado, debido a que en muchas ocasiones no resulta rentable para los productores cosechar y trasladar sus productos al mercado, porque la ganancia que obtienen es menor que el costo que generaron en su producción.
Ahora bien, en el caso de frutos, vegetales y hortalizas, el mayor número de mermas se localiza en los supermercados, pues estos sitios mantienen ciertos estándares de calidad para la comercialización del producto. Cuando éstos presentan características físicas distintas a las exigidas, suelen terminar en el basurero.
La razón principal para desecharlos es su estética. Papayas un poco golpeadas, papas sucias, limones u otros productos se pueden hallar en los basureros, a pesar de que, en sí, mantengan el sabor y las propiedades físicas adecuadas para consumo humano.
Debido a lo anterior, en el país han surgido diversas asociaciones, como la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, A.C. (AMBA), que busca maneras de hacer llegar comida a los habitantes de zonas marginadas en el país. El organismo apunta que tanto derroche podría alimentar a 26 millones de mexicanos. El mismo desperdicio incluso ha generado otros fenómenos, como el denominado freeganismo, que se refiere a la gente que se acerca a basureros de supermercados en busca de alimentos en buen estado.
¿Por qué tanto desperdicio de alimentos?
Hoy en día, el desperdicio de productos alimenticios, sobre todo en grandes urbes, se ha incrementado en comparación con otros periodos históricos, principalmente por el crecimiento de los centros de comercio y una mayor competencia en la oferta de insumos.
En el caso específico de supermercados, existen dos tipos de alimentos que suelen terminar en la basura. Primero, los que no llegan a los anaqueles porque no cumplen con los estándares de venta; es decir, toda zanahoria deforme o manzana de tamaño reducido se tira inmediatamente a la basura.
El otro tipo de merma se relaciona con productos enlatados, cereales, lácteos y perecederos que al alcanzar su fecha de caducidad deben ser desechados.
En el sector, algunos comercios han comenzado a donar a bancos de alimentos este tipo de productos, pues, aunque se marque una determinada fecha de consumo preferente, éstos permanecen por más tiempo en condiciones óptimas para consumo humano.
En el caso de carnes, pescados y mariscos, terminar entre los desechos es irreversible, debido a las bacterias que se generan con la descomposición; no obstante, quienes practican el freeganismo suelen rescatarlos para su consumo.
La fecha de caducidad en los productos sirve como guía para orientar al consumidor y proteger al productor de posibles demandas. La donación de alimentos, por tanto, resulta una alternativa contra el desperdicio masivo de alimentos doblemente benéfica, dado que la población vulnerable puede acceder a una alimentación adecuada, al tiempo que los centros comerciales aportan a la protección del ambiente, tendencia que en últimas fechas ha registrado crecimientos.
Ahora bien, a pesar de que la práctica de la donación ofrece gran desarrollo, aún existe un porcentaje importante de comercios que no donan alimentos, ya sea por falta de transportación, almacenaje o mano de obra.
En la Ciudad de México existen tres bancos de alimentos y alrededor de 4.5 millones de personas en pobreza alimentaria. En todo el país, existe un total de 66 bancos de alimentos y 28 millones de personas en condición de pobreza, lo que evidencia que la situación representa un problema de carácter federal.
Los bancos de alimentos obtienen los perecederos de diversos supermercados y la distribución se da a un bajo costo, cuyos precios oscilan entre los siguientes:
- Productos perecederos: 2 pesos por kilogramo
- Productos no perecederos: 3.5 pesos por kilogramo
- Productos refrigerados o congelados: de 3.5 a 4 pesos por kilogramo
La FAO, en su más reciente estudio sobre mermas alimenticias en el mundo, detalló que los residuos que generan los supermercados a nivel mundial equivalen a 95 y 115 kilogramos anuales por persona en Europa y EUA, mientras que en África y el Sudeste de América, ascienden a 11 kilogramos anuales.
Cabe resaltar que FAO hace una diferencia entre las causas de desperdicio de países pobres y las de países desarrollados, pues mientras los primeros los desperdician por falta de refrigeración, sistemas de recolección deficientes y diversas limitaciones, los países industrializados presentan pérdidas por falta de consciencia en los consumidores finales, quienes exigen una mayor calidad visual en los productos al momento de adquiriros y no ven mal desperdiciar alimentos en perfectas condiciones.
A nivel mundial, la FAO ha solicitado a las empresas sumarse a la iniciativa Save Food, proyecto cuya meta es reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos. Robert van Otterdijk, jefe del equipo, asegura que si sólo una cuarta parte de los alimentos que actualmente se pierden en el mundo se pudieran recuperar, se lograría alimentar a los 900 millones de personas que padecen hambre en el planeta.
Acciones en México y el mundo
Según datos del Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2012 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), México alberga a 52 millones de personas que viven en situación de pobreza, con niveles de desnutrición comparables a los presentados en Etiopía en al menos 10 millones de mexicanos.
El rescate de alimentos resulta, entonces, indispensable. Esther Escárzaga García, procuradora Regional de la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, declaró recientemente que en el país se han logrado rescatar hasta 100 toneladas de productos alimenticios a diario y que la Asociación atiende a 1 millón 493 personas en todo el país. Por su parte, Antonio Magdaleno Velasco, director de Relaciones Institucionales de la AMBA, comenta que las líneas de acción que lleva el colectivo son buscar, en primer lugar, frutas, verduras y productos industrializados en buenas condiciones que, por diversas razones, ya no se vendieron en supermercados y centrales de abasto para posteriormente hablar con los dueños y donarlos a población vulnerable.
Una vez que se consiguen los recursos, la organización se encarga de hacer despensas que se entregan cada 15 o 30 días en comunidades pobres o en instituciones de beneficencia pública, a cambio de una cuota de recuperación del 10 por ciento de lo que realmente vale la ayuda o el trabajo voluntario.
“La pobreza alimentaria no es un problema de abasto, sino de redistribución. El alimento está, pero no los hilos conductores; si los hubiera, podrían reducirse muchos problemas sociales”, afirma el licenciado Velasco.
Una estrategia más que ha dado buenos frutos en países desarrollados como Francia o Alemania ha sido la colocación de espacios especiales para frutas y vegetales que no cumplen con el estándar y los ofertan a un precio menor, lo que ha reducido los niveles de desperdicio.
Por otro lado, muchas mermas se generan porque los envases o paquetes presentan daños. La solución a esta problemática ha sido el surgimiento de supermercados a granel, donde el consumidor lleva sus propios envases y bolsas. Dicha acción, además de evitar que se desperdicien productos en óptimas condiciones, reduce hasta en 75 por ciento los residuos de este tipo de comercios.
1 comentario
yo luis elvira virgen ocupo la merma de frutas y verduras como fin de alimentar aun grupo de alcolicos anonimos ya k lo que sobra lo ocupamos para los cochinos me gustaria que aceptaran mi solicitud para ponernos de acuerdo ya k cuento con papeles del anexo y fotos de mis animalitos dejo mi num 2293746330 por si gustan ayudarnos para una buena causa y pondria yo de mi parte todas las atenciones en la tienda como, lavar el area de recibo,limpiar el estacionamiento y colaborarles en pintar por si gustas tambien gratis lo aria o algun flete que ocupe la tienda ya que cuento con mi camioneta. seria todo de mi parte me gustaria nos ayuden