El nivel de sustentabilidad que alcance un inmueble implica considerar objetivos de diversa índole, los cuales permiten que ante un panorama de daño medioambiental el sector de la construcción se rija bajo esquemas que garanticen aspectos económicos y de confort, sin descuidar la seguridad de los usuarios
Esperanza Torres
La construcción de edificios que buscan ser sustentables sin lograrlo ha significado un reto para el sector. Esta situación deviene de la carencia de una definición exacta de lo que esto significa y de destacar la diferencia que existe en comparación con una edificación inteligente.
De acuerdo con el Intelligent Building Institute (IBI) de Washington, un edificio inteligente es aquel que proporciona un ambiente de trabajo productivo y eficiente a través de la optimización de sus cuatro elementos básicos: estructura, sistemas, servicios y administración, y la interrelación entre ellos. Asimismo, este tipo de edificios ayudan a los propietarios, operadores y ocupantes a realizar sus propósitos en términos de costo, confort, comodidad, seguridad, flexibilidad y comercialización.
Para Honeywell de México, edificio inteligente es aquél que posee un diseño adecuado que maximiza la funcionalidad y eficiencia en favor de los ocupantes y que permite la incorporación o modificación de los elementos necesarios para el desarrollo de la actividad cotidiana, con la finalidad de lograr un costo mínimo de ocupación, extender su ciclo de vida y garantizar una mayor productividad, estimulada por un ambiente de máximo confort.
Si se lee con precisión, ninguna de las dos definiciones enfatiza que los servicios que se proporcionen deben ser sustentables o por lo menos que deban mantener un control ambiental. Por tanto, se tendrá que considerar que un edificio verdaderamente inteligente es aquél cuya regularización, supervisión y control del conjunto de las instalaciones eléctrica, de seguridad, informática y transporte, entre otras, se realizan en forma integrada y automatizada, con la finalidad de lograr una mayor eficacia operativa y, al mismo tiempo, incrementar el confort y la seguridad para el usuario, al satisfacer sus requerimientos presentes y futuros. Esto será posible mediante un diseño arquitectónico totalmente funcional, modular y flexible, que garantice una mayor estimulación en el trabajo, además de mayor producción laboral y un menor impacto al medioambiente.
Los objetivos a los que se tendrá que incorporar tendrán que ser arquitectónicos, tecnológicos, ambientales y económicos.
Objetivos arquitectónicos
- Satisfacer las necesidades presentes y futuras de los ocupantes, propietarios y operadores del edificio. Se deberá tener flexibilidad en términos constructivos, ya que esta característica será aplicable tanto a la estructura, como a los sistemas y servicios
- Deberá contar con un diseño arquitectónico funcional, adecuado y correcto que vaya acorde con los estándares y parámetros mínimos que marcan las certificaciones y paradigmas de construcción sustentable
- Mayor confort para el usuario, el cual contemplará un incremento en la seguridad, la estimulación de un ambiente de productividad y la garantía de salvaguardar la salud de sus empleados. A este respecto, en México existen regulaciones marcadas por la Secretaria de Trabajo y Previsión Social y por entes independientes que las certifican
Objetivos tecnológicos
- La disponibilidad de medios técnicos avanzados de telecomunicaciones, así como la automatización de los servicios, tendrán que ser de fácil acceso y manejo
- El edificio integrará los servicios que proporciona. De esta manera, podrá tener un mayor control de ellos y se podrán cuidar la eficacia, el mantenimiento y los rangos de vida útil de toda la edificación. Actualmente, existe en el mercado gran cantidad de dispositivos que apoyan este objetivo, por lo que se podrán lograr grandes beneficios en la instalación
Objetivos ambientales
- Será necesario crear un edificio saludable, lo cual significa que los trabajadores o usuarios podrán habitar en él con la garantía de que el ambiente interior no es tóxico ni anómalo. Los estudios realizados sobre el Síndrome del Edificio Enfermo en distintas universidades e instituciones independientes han demostrado que si existen elementos contaminantes o poco confort en los usuarios, la productividad y calidad de vida serán mínimos, aspecto que generará problemas de salud
- El ahorro energético será uno de los principales objetivos del proyectista, debido a que este factor ayudará a que el impacto ambiental sea mínimo y se optimicen los servicios y equipos instalados
Objetivos económicos
- Un edificio inteligente buscará la reducción de costos en la operación y el mantenimiento; además, desde su concepción tendrá que definir su vida útil, característica que hará rentable la inversión, por lo que se podrán definir mejor estos beneficios ante los usuarios que lleguen a comprar o rentar el inmueble
- Mostrar la relación costo-beneficio ayudará a incrementar el prestigio del inversionista y, a lo largo del tiempo, lo apoyará económicamente. Señalar este factor en conjunto con las certificaciones generará más inversiones y la apuesta por proyectos inteligentes y sustentables, lo que procurará un mejor entorno para la población
- Alcanzar los objetivos señalados con antelación otorgará beneficios fiscales que se traducirán en beneficios económicos. Actualmente, la apuesta del gobierno radica en no sólo generar proyectos inteligentes, sino que apoyen al medioambiente
EDIFICIO INTELIGENTE Y SUSTENTABLE
El Instituto Mexicano del Edificio Inteligente y Sustentable define que un edificio inteligente deberá poseer ciertas características, como flexibilidad y adaptabilidad relacionadas con los cambios tecnológicos requeridos por sus ocupantes. Simultáneamente, deberá ser eficiente en la optimización de sus consumos energéticos y capaz de proveer un entorno ecológico, habitable y altamente seguro.
También especifica cuatro elementos básicos con los que el proyecto debe contar:
a. Estructura del edificio. Se refiere a la estructura y al diseño arquitectónico, incluyendo los acabados y el mobiliario. Entre sus componentes se contemplan la altura de losa a losa, la utilización de pisos elevados y plafones registrables, cancelería, ductos y registros para las instalaciones, tratamiento de fachadas, utilización de materiales a prueba de fuego, acabados, mobiliario y ductos para cableado y electricidad
b. Sistemas del edificio. Se refieren a las instalaciones que integran un edificio. Sus componentes son aire acondicionado, calefacción y ventilación, energía eléctrica e iluminación, controladores y cableado, elevadores y escaleras mecánicas, seguridad y control de acceso, seguridad contra incendios y humo, telecomunicaciones, instalaciones hidráulicas, sanitarias y seguridad contra inundación
c. Servicios de oficina. Como su nombre lo indica, son los servicios o facilidades que habrá en el inmueble. Se encuentran integrados por comunicaciones de video, voz y datos, automatización de oficinas, salas de juntas y cómputo compartidas, área de fax y fotocopiado, correo electrónico y de voz, seguridad por medio del personal, limpieza, estacionamiento, escritorio de información en el lobby o directorio del edificio, facilidad en el cambio de teléfonos y equipos de computación, centro de conferencias y auditorio compartidos y videoconferencias
d. Administración del edificio. Tiene que ver con la operación de la edificación. Sus variables se identifican en el mantenimiento, la administración de inventarios, los reportes de energía y eficiencia, el análisis de tendencias, la administración y el mantenimiento de servicios y sistemas. La optimización de cada uno de estos elementos y la interrelación o coordinación entre sí determinarán la inteligencia del edificio
GRADOS DE INTELIGENCIA
Existen tres grados de inteligencia, catalogados en función de la automatización de las instalaciones o desde el punto de vista tecnológico.
El grado uno es el de la inteligencia mínima o básica, que cuenta con un sistema básico de automatización del edificio, pero que no está integrado. En el grado dos, el sistema de automatización se encuentra totalmente integrado y ya focaliza actividades y horarios. El grado tres cuenta con sistemas de automatización en el edificio, actividad y telecomunicaciones por completo integradas. Se divide, entonces, en un sistema básico de control, un sistema de seguridad y un sistema de ahorro de energía.
El sistema básico de control permite monitorear el estado de las instalaciones eléctricas, hidrosanitarias, de elevadores y escaleras eléctricas y suministros de gas y electricidad. En el caso del sistema de seguridad, será el que se encargue de proteger a las personas, los bienes materiales y la información.
Respecto de la seguridad de las personas, destacan los sistemas de detección de humo y fuego, fugas de gas, suministro de agua, monitoreo de equipo para la extinción de fuego, red de rociadores, extracción automática de humo, señalización de salidas de emergencia y el voceo de emergencia.
Para la seguridad de bienes materiales o de información, el edificio deberá contar con circuito cerrado de televisión, vigilancia perimetral, control de accesos, control de rondas de vigilancia, intercomunicación de emergencia, seguridad informática y detector de movimientos sísmicos y de presencia.
Por último, el sistema de ahorro de energía se encargará de la zonificación de la climatización, del intercambio de calor entre zonas (incluyendo el exterior), del uso activo y pasivo de la energía solar, de la identificación del consumo, del control automático y centralizado de la iluminación, del control de horarios para el funcionamiento de equipos, del control de ascensores y del programa emergente en puntos críticos de demanda.
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Esperanza Torres Cuadrado
Arquitecta egresada de la Universidad Autónoma del Caribe. Posteriormente, se incorporó como catedrática a la Universidad Autónoma de Nuevo León, campus Monterrey. Realizó estudios de maestría en Diseño Arquitectónico en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se especializó en Proyección de Edificios Altos. Ha trabajado para varios despachos de arquitectos en Colombia y México, en los que destaca el proyecto Plan Maestro de la Hacienda Santa Cruz de Ibagué, Colombia.