Somos, al mismo tiempo, la primera generación que toma conciencia del problema, pero somos la última generación que puede actuar: Laurent Fabius, Presidente de la COP21 / CMP11
Por Antonio Nieto
Esta encrucijada pone de manifiesto la responsabilidad humana respecto del cambio climático y que no existe otro ser vivo que pueda frenar el proceso de destrucción del planeta. Digo destrucción porque, al final, luego de procesos paulatinos de deterioro medioambiental, no quedará más que un páramo, un mundo inhabitable.
Ante este escenario –ya se han realizado investigaciones, cuyas conclusiones advierten un ominoso futuro–, el mundo se ha reunido para encontrar un efecto reversible. Hasta 2007, cuando tuvo lugar el Cuarto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, que congrega a numerosos expertos del todo el mundo, se hizo patente la responsabilidad humana en el deterioro ambiental.
Sin embargo, 35 años atrás, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, en Estocolmo, se coloca por primera vez este tema en la agenda de varias naciones. A poco más de 40 años, las tentativas para salvar a la Tierra se prodigan en casi todos los foros.
En mayo pasado, se llevó a cabo en Perú la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que es la antesala de la Cumbre del Clima en París, donde se decretan acuerdos universales. México destacó en Lima por su proyecto contra el cambio climático y se convirtió en el primer país emergente en asumir retos de este calibre.
Muchas propuestas, sí, y foros en abundancia. Pero en escala macro, estos intentos resultan nulos si las grandes potencias (y principales emisoras de contaminantes) no suscriben acuerdos. Estados Unidos –uno de los emisores más portentosos de dióxido de carbono, por citar un ejemplo– ha demorado su participación en esta asistencia.
Ante el rechazo y la desconfianza de que estas reuniones redunden en compromisos concretos y efectivos –llevados de inmediato a la praxis, pues están sujetos a la voluntad de las partes–, se han realizado foros alternos que incluyen a pueblos indígenas, uno de los principales afectados por el cambio climático y que paradójicamente no contribuyen al deterioro.
Por cierto: no deja de resultar una contradicción de la estulticia humana que numerosas cumbres de este tipo tengan como sede lugares donde se han cometido agresiones contra la biodiversidad, como la COP de Cancún, complejo hotelero y turístico que ha contribuido al daño medioambiental.
A pesar de ello, es probable que la respuesta no esté en estos encuentros. La suma de voluntades políticas debe estar íntimamente ligada a la ética, a la eliminación de la brecha de desigualdad persistente, a eliminar el vínculo entre empresarios y políticos. La política contra el cambio climático en el mundo debe contener estas premisas.
Y si lo anterior no prospera, aún quedamos nosotros: los actores principales del cambio, aunque debamos, incluso, modificar nuestra forma de vida. Ban Ki-Moon dijo alguna vez respecto del cambio climático: “No hay plan b, puesto que no hay planeta b”.
[author image=”http://www.mundohvacr.com/wp-content/uploads/2015/12/A0MH0078141.jpg” ]Antonio Nieto
Director Editorial de Puntual Media. @NietoAntonioH[/author]