Por Darío Ibargüengoitia
En últimas fechas he comentado con personalidades del ámbito del aire acondicionado y de la ventilación del sector nacional la imperiosa necesidad que existe en México de tener referencias más certeras acerca de cómo ventilar los espacios cerrados en el país.
Tenemos claro que la referencia obligada que normalmente se utiliza en los proyectos y en las instalaciones son los estándares de la American Society of Heating, Refrigeration and Air-conditioning Engineers, principalmente el 62.1 y el 62.2. Pero no todos diseñamos e instalamos como es debido, ni siquiera teniendo dichos estándares.
La ventilación en cualquier proyecto de edificación conlleva no sólo el cambio de aire en los espacios cerrados, sino un análisis acerca del confort y la salud para los posibles ocupantes. La práctica más común en la actualidad es pensar en una cantidad de aire por persona, por ejemplo, 12 pies cúbicos por minuto (pcm) por ocupante, y creemos que con eso estamos ventilando de manera adecuada.
Otro tema que ha causado mucho revuelo es la ventilación natural y los elementos de bioclimatización, que se agradece que los arquitectos estén retomando, pero que en ocasiones pareciera que con hacer un dibujo de planta, cortes y agregando flechas al aire, éste seguirá las flechas de los planos.
Definitivamente, en la mayoría de los proyectos en la República Mexicana, la ventilación natural debería de ser una de las premisas principales del diseño, pero siempre considerando tener la posibilidad de un respaldo de ventilación o acondicionamiento mecánico, ya que existen momentos en los que las condiciones climáticas no permiten lograr confort, debido a la temperatura o humedad del aire exterior.
Sabemos que el reglamento de construcción del Distrito Federal y sus normas complementarias establecen algunos criterios mínimos de ventilación, basados en cambios de aire por hora para los espacios y principalmente para los estacionamientos; pero no existe un criterio basado en la eficiencia energética y en la actividad particular que se pueda realizar en cada uno de los lugares.
Es momento de que tanto arquitectos como ingenieros en aire nos pongamos de acuerdo para que la ventilación en los espacios esté dirigida hacia el bienestar, el confort y la salud de las personas, y que se realice un análisis caso por caso en el que nos aseguremos de que el aire que ingresa a los espacios se conduce y ventila adecuadamente. Es preciso también que se cuente con personal técnico, como es el caso de los agentes de comisionamiento, quienes pueden verificar que los diseños y la instalación de los sistemas se han realizado de la manera correcta.
Por otro lado, también es fundamental considerar en qué lugares tomamos el aire fresco de ventilación y por dónde se desfogará el aire viciado o sucio de cada una de las aplicaciones, con el propósito de no generar molestias e incomodidades a las personas que se encuentran fuera de nuestros edificios. Me refiero, por ejemplo, a las salidas de aire de los estacionamientos, los desfogues de las campanas de cocinas y fábricas para ser responsables en su ubicación.
En conclusión, es responsabilidad de todos que la ventilación en México tome un curso más analítico y correcto, a fin de tener la certeza de que una vez instalados los sistemas, ya sean pasivos o activos, éstos se encuentran respaldados por los estándares internacionales; o bien, que juntos creemos la normatividad mexicana que regule este aspecto fundamental en nuestra industria.
[author image=”http://www.mundohvacr.com/wp-content/uploads/2015/03/A0MH0077699.jpg” ]Darío Ibargüengoitia
Ingeniero mecánico egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesional acreditado LEED AP+BDC por el US Green Building Council; también es Commissioning Management professional por la ASHRAE y socio de Ambiente Regenerativo Integral, S.C. Actualmente, es director de Comisionamiento en IBALCA, S.A. de C.V., y presidente Nacional de SUMe, S.A. de C.V.[/author]