Las tendencias que la industria de la construcción experimenta van acorde con políticas y reglamentos que se establecen en los países o compañías donde se instala un proyecto. En los últimos años, esta regulación ha tomado un giro más amigable con el medioambiente; sin embargo, ha dejado a muchos usuarios fuera de ella, por lo que surge la interrogante de si las edificaciones actuales son inclusivas
José Luis Gutiérrez
A manera de tendencia, hoy en día es común escuchar el concepto responsabilidad social en los discursos políticos y empresariales, al cual, con frecuencia, se le confunde y reduce a meros actos de caridad, que nada tienen que ver con el necesario compromiso de que las acciones civiles contribuyan a construir justicia y equidad, condiciones indispensables para una sociedad armónica y pacífica.
Bien entendida, la responsabilidad social es una lógica de pensamiento y rumbo que orienta el camino, no un lugar al que se llega. Es un compromiso complejo e integral, por encima de acciones y ocurrencias parcializadas, que nace del reconocimiento de la interdependencia que tiene un individuo con el entorno natural en el que se encuentra inserto, lo que deviene en su existencia.
En México, así se debe de entender desde el 19 de Junio de 2012, cuando vio la luz la publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF) de la Norma Mexicana Guía de Responsabilidad Social (NMX-SAST-26000-IMNC-2011 / ISO 26000), en la que se define a la Responsabilidad Social como “[…] la responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente”. Como cualquier NMX y a diferencia de las NOM, no es de carácter obligatorio, pero establece definiciones e intenta orientar las mejores prácticas en nuestro país.
Hablar de la responsabilidad de una organización por su impacto social y ambiental puede llevar a retóricas generalistas y evasivas, por lo que es importante la traducción en aspectos concretos. Como propuesta y ejemplo no limitativo para las organizaciones en el ámbito de la construcción y sus suministros, el impacto social puede comenzar a concretarse en un compromiso con la accesibilidad y el impacto ambiental en el compromiso con la edificación sostenible.
Una empresa que ostenta ser socialmente responsable primero debería preguntarse si sus instalaciones permiten contratar a una persona con discapacidad o evaluar si la edificación cuenta con las condiciones para recibir a un usuario en silla de ruedas, por ejemplo, o la visita de un cliente sin el sentido de la vista. De igual manera, preguntarse si conocen el impacto ambiental de sus labores o siquiera se tienen programas de manejo y reducción de residuos.
En este sentido, la sostenibilidad habrá de entenderse como las acciones para garantizar la existencia del futuro y la accesibilidad; por lo tanto, el objetivo del término implica ser una herramienta para que el futuro de la población sea incluyente y equitativo para todos, ya sea que los individuos tengan o no una discapacidad. Ambos como atributos de calidad del entorno material en el que se vive a diario, urbanismo y arquitectura serán entonces objetos.
Todo esfuerzo y compromiso con la sostenibilidad parte de la conciencia de que el actual estilo de vida ha puesto fecha de caducidad a la posibilidad de vida en el planeta y debe cambiarse, pues, por supuesto, la sociedad ya está pagando el precio por este acto.
Asimismo, todo cambio tiene un precio que no solo se mide en dinero, también en confort y estatus quo. Las preguntas, entonces, son: ¿qué precio está dispuesto a pagar la sociedad por la viabilidad del futuro? Y si en ese futuro tendrá lugar todo individuo, ya que ni siquiera se sabe con certeza si en el mundo futuro cabrá la sociedad, pues por la vieja visión del hombre, como un estereotipo de perfección antropométrica, será difícil de determinar. Lo anterior deviene en el vínculo con la accesibilidad.
Sostenibles o no, no todos los que integran la sociedad son iguales en ciertos aspectos. La medida en que el cuerpo de cada individuo se ha desarrollado y las destrezas y habilidades que éste puede llevar a cabo se distancian del estereotipo en uso, por ejemplo, y es, por lo tanto, la misma medida de la exclusión, llegando a ser tan grande como el caso de quien utiliza una silla de ruedas que le impide acceder a las edificaciones, recorrer calles o movilizarse en transporte público, bajo un marco sostenible o no. Incluso, en algunas empresas la contratación puede ser esquematizada debido a la discapacidad de las personas, no por sus capacidades.
Al estar en la necesidad y en el proceso de rediseñar el mundo y los estilos de vida para que sean sostenibles, surge una de las tareas de los arquitectos ante la sociedad, debido a que en múltiples ocasiones no se aprovechan los recursos para llevar esta tarea profesional hacia términos más accesibles. El futuro será únicamente para los más aptos o para algunos privilegiados en una suerte de Darwinismo social por omisión.
Conforme a lo anterior, destaco un testimonio que escuché acerca de las ventajas de un edificio que estaba acreditado internacionalmente como sostenible. Una persona afirmó: “será todo lo bueno con el ambiente y contigo, pero a mí me discrimina, no tiene rampa para entrar”. Este aspecto cuestiona de inmediato la situación que viven a diario miles de ciudadanos en México.
Empresas verdes
Cualquier empresa u organización que no comience a utilizar racionalmente los recursos, a disminuir la huella ambiental de sus actividades y productos, o que lo haga desde instalaciones imposibles para las personas con discapacidad, no deberá ser considerada socialmente responsable.
Un ejemplo de tal visión se encuentra en la Norma Mexicana de Edificación sustentable, criterios y requerimientos ambientales mínimos, NMX-AA-164-SCFI-2013, la cual se publicó en el DOF el 4 de Septiembre de 2013. En ella, a la par de consideraciones en el uso del suelo, agua, energía y materiales, se incluyó un capítulo sobre responsabilidad social, donde se indica que “las edificaciones no deben tener barreras físicas que dificulten la accesibilidad a los usuarios, con particular énfasis en las personas con discapacidad y sectores de población vulnerables”; dicho de otra manera, para que en el país una edificación se pueda considerar sostenible, también deberá ser accesible.
El reto de una sostenibilidad accesible puede sonar abrumador, pero bien vale la pena. Lo cierto es que las organizaciones y empresas que lo acepten no estarán solas. Cada vez son más las instituciones de educación superior y organizaciones civiles dispuestas a asesorar y facilitar el camino, tal es el caso de Sustentabilidad para México, A.C. (SUMe); Libre Acceso, A.C. (LAAC), y la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
- SUMe es una asociación de organizaciones comprometidas con la sostenibilidad, sin fines de lucro, que en poco más de tres años de existencia se ha ganado el reconocimiento del World Green Building Council y del U.S. Green Building Council. Reúne a expertos en diversos campos de la sostenibilidad e invita a ser parte de ella en proyectos diversos
- LAAC es una asociación civil de personas con discapacidad y especialistas en accesibilidad, sin fines de lucro, que tras casi 26 años de existencia se ha convertido en líder en materia de un entorno sin barreras. La institución realiza evaluaciones de accesibilidad sin costo a quien lo solicite
- La Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México, miembro fundador de SUMe y operando un convenio de colaboración con LAAC, desde hace casi 16 años ha sido impulsora de esta visión unificada en la formación de los futuros profesionistas e invita a una gran cantidad de conferencias y cursos de capacitación, a través de su Departamento de Arquitectura
La responsabilidad social invita a reflexionar sobre el término y los conceptos de sostenibilidad y accesibilidad, pues insistir en el tema e integrarlos será un buen comienzo. Son la punta del iceberg de todas las deudas adquiridas con los modelos de desarrollo que se han llevado a cabo en los últimos años y que se han decantado en una realidad carente de ajustes y mejoras, manteniendo en mente qué clase de sociedad se desea tener.
[author ]José Luis Gutiérrez Brezmes
Arquitecto y maestro en Comunicación egresado de la Universidad Iberoamericana. Cuenta con 25 años de experiencia en diseño y construcción. Actualmente, es académico en el Departamento de Arquitectura de dicha universidad. Es asociado honorario y consejero de la Mesa Directiva de Libre Acceso, A.C., y miembro fundador de Sustentabilidad para México, A.C. (SUMe). Es autor del libro Accesibilidad. Personas con discapacidad y diseño arquitectónico e integrante de las comisiones para la creación de la Norma Mexicana de Accesibilidad y de la Norma Mexicana de Edificación Sustentable, entre otras.[/author]