Un ambiente de calidad en el interior de una edificación puede lograrse de inicio mediante un buen diseño integral. No obstante, una vez en funcionamiento, el edificio puede no estar siendo operado de la manera adecuada, afectando los parámetros bajo los que fue concebido. Algunas prácticas permiten evitar que esto suceda
Gabriela Crespo
Después de instalar un sistema de aire acondicionado, es indispensable pensar en las etapas de operación y mantenimiento, ya que contar con el mejor diseño no garantiza por sí solo una larga vida útil si no se operó de la manera adecuada.
En este sentido, a la etapa de prueba, ajuste y balanceo (TAB, por sus siglas en inglés) se le presta poca atención. Se trata de una labor que no debe considerarse adicional, sino fundamental, pues garantiza que el sistema está operando bajo los más estrictos estándares de calidad.
Tales evaluaciones se realizan para asegurar que los equipos funcionan correctamente, que la renovación de aire se lleva a cabo de forma óptima y que los requerimientos de confort se realizan según lo establecido en el diseño. No es el objetivo de este artículo profundizar sobre las pruebas que se deben realizar a los sistemas de aire acondicionado, sino enfatizar que éstas son necesarias, si bien no se realizan de forma cotidiana.
Idealmente, cuando se entregan los sistemas al propietario del proyecto, se entrega también el paquete de información para que sepa cómo operar los equipos y, con ello, darlo por enterado sobre las secuencias de operación que se deben seguir para el correcto funcionamiento de dichos sistemas; sin embargo, este paso no es común. Pocas veces se ofrece entrenamiento al personal de operación y mantenimiento, incluso en ocasiones se carece de él.
Los alcances de estándares internacionales, como el Leadership in Energy and Environmental Design (LEED) o el 62.1 de la American Society of Heating, Refrigerating and Air-Conditioning Engineers (ASHRAE), establecen un gran reto al momento de proyectar una instalación de este tipo. Procesos como el commissioning también sirven para garantizar este control de calidad que el encargado de la operación del edifico deberá cuidar. Ahora bien, si no existe esta figura, entonces se deja registro del entrenamiento realizado en formato de video para su consulta posterior, aunque no es la mejor opción.
Es usual pensar que después de la instalación y puesta en marcha se pasa a la fase de ocupación, pero no es así. Existe un momento entre el final de la obra y la ocupación de los inquilinos, en el cual se cuenta con una oportunidad más para contribuir a la calidad del aire que tendrán los usuarios del edificio.
Posterior a la limpieza general de la obra, se puede realizar un procedimiento de purga de los sistemas de aire acondicionado. En este proceso se echan a andar los equipos, lo que permite la inyección de aire para limpiar los ductos de cualquier tipo de contaminante que pudiera haberse acumulado. El proceso trae consigo beneficios adicionales, como la expulsión de componentes orgánicos volátiles que contienen los acabados interiores y formaldehídos, así como la limpieza de los ductos de algún residuo de polvo.
Más tarde, toca el turno a la etapa de ocupación, o cuando los usuarios comienzan a habitar el edificio. En esta etapa, el sistema que se diseñó finalmente entrará en operación y cumplirá su propósito: brindar confort.
El confort térmico es un concepto subjetivo, regulado por diversos estándares y normativas internacionales, como el Estándar 55 de la ASHRAE; sin embargo, al final, la temperatura y las condiciones bajo las que los individuos se encuentran cómodos no son las mismas para todas las personas. Normalmente, cuando se diseñan sistemas de acondicionamiento, la temperatura de confort se ubica alrededor de los 22 grados centígrados (°C).
En algunos casos resultan mejores los sistemas que ubican este parámetro en los 25 °C; sin embargo, se entiende que no todos pueden compartir esa preferencia.
Como usuario de un espacio, los involucrados tendrían que replantearse esta posibilidad de adaptación y cambio con el objetivo de proporcionar mayor confort. La certificación LEED contempla este punto como uno de los créditos en la categoría de Calidad de Ambiente Interior y hace énfasis en el proceso de hacer encuestas, donde si existe más de 20 por ciento de insatisfacción por parte de los usuarios al momento de preguntarles acerca de su confort en el interior de los edificios, se deberán tomar acciones correctivas y repetir las encuestas una vez hechas las modificaciones. En otro de sus créditos, premia el tener controles individuales para que los usuarios puedan adecuar de manera personalizada su espacio de trabajo.
La participación de un usuario consciente
El factor usuario puede ser muy delicado, debido a que el diseño de sistemas está pensado para él, cuidando la calidad del aire para su confort e intentando mejorar su productividad. Entonces, los usuarios deben estar cómodos en los espacios, pero muchas veces no conocen el sistema, ni entienden cómo funciona o cómo se debe operar.
En este momento es importante integrar el concepto de ventilación natural, el cual es un elemento con ventajas significativas, pues no tiene consumos energéticos adicionales, no implica un mayor número de equipos, como ventiladores de inyección, ni tampoco trayectorias de ductos.
Existen espacios donde los usuarios no abren las ventanas, ya sea porque se crean corrientes de aire demasiado fuertes, ingresa el ruido del exterior, entra contaminación o porque el aire de afuera está frío, según su escala de confort. Por lo tanto, los sistemas manuales como las ventanas operables no garantizan una buena calidad del aire en los interiores, pues el usuario, al enfrentarse a estas condiciones, prefiere no abrir las ventanas. Es parte fundamental contar con una buena calidad del aire y que el usuario también esté consciente de ello pues el esfuerzo realizado es justo para su beneficio.
Commissioning para garantizar la calidad del aire
En México existen distintas empresas que, en conjunto con los diseñadores de proyectos, vigilan la calidad de aire a través de la consultoría y ofrecen una guía a sus clientes sobre los criterios por considerar para tener un diseño que brinde un nivel de calidad óptimo y promueva la salud de los usuarios.
A través de la certificación LEED, que exige un nivel mínimo de calidad en los ambientes interiores, se ha logrado un excelente rango de calidad al interior en diversos proyectos, los cuales promueven la salud y la productividad del usuario. Lo más interesante es que, al tratarse de una certificación a nivel mundial, la calidad de los espacios es comparable a la de edificios ubicados en EUA, Europa, Asia y Australia. Es entonces cuando un buen proceso de commissioning puede ayudar a asegurar que se cumpla con los niveles de renovación de aire y a que el edificio opere bajo las condiciones en las que fue diseñado, a fin de asegurar el confort térmico y el bienestar de los usuarios.
Ser partidario de seguir los estándares es algo fundamental en esta tarea, que compete a todos los involucrados en el diseño y operación de una edificación, porque se requiere tener una dirección clara y unos lineamientos de trabajo precisos que ayuden a reducir muchos errores, además de que le proporciona al proyecto una métrica estandarizada contra la cual se podrá calificar.
En conclusión, se debe tratar de contar con un buen sistema de renovación de aire que promueva ambientes interiores benéficos. En cada etapa del proyecto existen oportunidades para cuidar y mejorar la calidad del aire, tanto para los contratistas e instaladores como para usuarios finales.
[author ]Gabriela Crespo
Forma parte del equipo de Revitaliza Consultores, donde desempeña las actividades de agente de Commissioning y consultoría en Eficiencia Energética. Estudió Arquitectura en la Universidad de las Américas y cuenta con una maestría en Tecnología en la Arquitectura, con especialidad en Instalaciones y Eficiencia Energética. Actualmente, participa en más de 10 procesos de commissioning en Revitaliza Consultores, y estuvo involucrada en la certificación de CIINNOVA, que es, actualmente, el edificio con mayor puntaje en la certificación LEED en Latinoamérica, logrando el nivel Platino con 94 puntos.[/author]