Para cuando estas líneas estén siendo leídas, se estará llevando a cabo la que debe ser la reunión más importante de la historia del planeta en términos medioambientales. Mandatarios de 196 países habrán acordado los términos bajo los cuales se reducirán las emisiones entre 2020 y 2030 para evitar que la temperatura aumente a más de 2 grados antes de que termine el siglo. Una meta que se antoja improbable. Desde la primera edición de la Cumbre del Clima o Conferencia de las Partes (COP) en 1995, en Berlín, las emisiones de bióxido de carbono no han disminuido, por el contrario, en los últimos 30 años han aumentado como nunca antes.
Y no es todo. Los efectos por el cambio climático se han expresado de muchas maneras. En la última década, los glaciares de Groenlandia han acelerado su deshielo sin precedentes; desde 1997, la corriente atlántica hasta el ártico ha elevado su temperatura 1 grado.
Por si fuera poco, la Oficina Meteorológica británica adelanta que “la temperatura del planeta al final de este 2015 será 1.2 grados más que el promedio previo a la revolución industrial”.
Las emisiones no se detendrán ni en 2020 ni en 2030, sólo se disminuirán (a voluntad de los países), y el efecto acumulativo continuará. “El alto nivel de compromisos nacionales es la buena noticia; la mala es que no son suficientes”, recién dijo Christiana Figueres, secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En lo que toca a esta industria, nos encontramos ante una situación complejísima. La paradoja que contiene el reciente informe del IPCC apunta a que, debido al calentamiento global, aumentará la “demanda para refrigeración en los sectores residencial y comercial”, es elocuente.
La responsabilidad de las empresas en la gestión de soluciones y propuestas para reducir o eliminar el impacto de la industria en el cambio climático es imperante. Y el dilema, incluso, puede ir más allá. Baste como ejemplo dos situaciones: la huella de carbono en cada show tecnológico comercial y el traslado de grandes contenedores de equipos en cargueros que usan carbono como combustible.
Por fortuna, hay un reducto interesante de empresas que han buscado una línea más amigable, y tecnologías que siempre están tras del sistema más verde, de la búsqueda incesante por ofrecer lo mejor en sistemas ahorradores de energía, en sistemas de huella “cero”.
Sin embargo, hay otros esfuerzos que estarían dando en el clavo de la evolución concienzuda de la industria: el diálogo y la discusión permanente sobre el rumbo correcto. A mediados del mes pasado, Daikin llevó a cabo el Kondan Kai, una serie de conferencias y mesa de debate sobre la sustentabilidad.
El esfuerzo por buscar pensar este sector de manera diferente, sobre todo a través de opiniones y aportaciones de expertos en el tema, no puede más que celebrarse, puesto que se le quitan grados de subjetividad a las intenciones verdes de las empresas. La sustentabilidad ha de ser asumida con mucha responsabilidad, pero, sobre todo, con acciones concretas para satisfacer “las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”, como bien apuntó el Informe Brundtland.
Dialogar con la historia de la industria y encontrar respuestas en los participantes de ella no puede más que tener dos caminos: la victoria frente a las inercias que apuntan a un deterioro medioambiental inexorable o el fracaso sistemático de los esfuerzos. La COP21 mostrará el camino, pero en este pequeño esfuerzo, la refrigeración y la climatización deberán dar los pasos adecuados.
[author image=”http://www.mundohvacr.com/wp-content/uploads/2015/12/A0MH0078141.jpg” ]Antonio Nieto
Director Editorial de Grupo Editorial Puntual Media[/author]