Por más de una década, el posgrado en Arquitectura de la FES Aragón ha buscado alternativas para optimizar el desempeño de los inmuebles. Su trabajo, como universidad, se ha enfocado en esa sustentabilidad que no responde a necesidades de mercado, sino al desarrollo de elementos que atiendan las exigencias constructivas internacionales
Por Ángel Martínez
Día a día, los grandes corporativos están determinando las directrices sobre las nuevas alternativas para el mejoramiento de inmuebles, en virtud de una problemática de la que hasta cierto punto son responsables. Podría creerse, por tanto, que la sustentabilidad es asunto meramente empresarial; sin embargo, ésta tiene, en las aulas, un estadio previo: una primera sustentabilidad.
Se trata, en específico, de la que se desarrolla en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM. Ahí, coordinados por el arquitecto Humberto Islas Ramos, jóvenes académicos de la Maestría y el Doctorado en Arquitectura han atacado puntos relevantes respecto a las nuevas alternativas en tecnología y diseño, tanto interior como exterior, que se requieren para tener un mejor aprovechamiento de los medios naturales, o bien, optimizar aquellos con los que se cuenta.
Proyectos como la sustitución de pintura industrial por pigmentos naturales para fachadas e interiores, o el mejoramiento de la iluminación de edificios emblemáticos, así como la creación de paneles de construcción de techumbre y recubrimiento a partir de elementos reciclados, han tenido, por lo menos en la experimentación, sólidas bases para creer que serán el estándar futuro.
Hace dos años, el área de estudios de maestría y doctorado de la Facultad de Estudios Superiores Aragón implementó, paralelamente a la división de estudios en tecnología, el área de conocimiento de Edificio Arquitectónico, la cual traza nuevas líneas de investigación; una de ellas enfocada directamente en el diseño sustentable”: Humberto Islas
A partir de una integración inter, trans y multidisciplinaria, como lo establece el Centro Tecnológico Aragón, por más de una década los alumnos han podido ver concretados varios de estos proyectos. A esta motivación también hay que sumarle el apoyo con que la institución ha contado por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), pues este grupo de jóvenes entusiastas pertenece al Programa Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC), rango que no ha sido fácil de alcanzar, como lo recalca el coordinador. “Para obtener ese reconocimiento se requiere que tanto el plan académico como nuestra infraestructura sean suficientes para formar no solamente alumnos, sino gente preparada para afrontar problemas de realidad nacional e internacional”.
De este modo, la Facultad de Estudios de Posgrado de la FES sigue incentivando a sus alumnos a brindar un mejor servicio humano, desarrollando y promoviendo tecnologías y aplicaciones con buenos augurios, ya que, según estimaciones del mismo coordinador, hasta 30 por ciento de los proyectos que se desarrollan en su campus tienen las condiciones para ser llevados de la experimentación directa a procesos de patentes.
Aire y luz, en proceso
La arquitectura contemporánea encamina muchos de sus esfuerzos a responder con contundencia una pregunta básica: ¿cómo suplir elementos perjudiciales u obsoletos sin que esto signifique perder confort al interior del inmueble?
Al respecto, un par de proyectos experimentales desarrollados en la FES Aragón, pertenecientes al PNCP, parecen ser una opción más que idónea; uno, para brindar confort y sustituir el aire acondicionado (con todo lo positivo que ello implica para el medioambiente); el otro, enfocado en el ahorro energético, pero, sobre todo, diseñado para vincular el ciclo biológico de cada individuo con la dinámica laboral.
Sobre el primero, el arquitecto Mauricio Sarabia, desarrollador principal, refiere que, “en específico para los edificios verticales o rascacielos, el viento tiende a comportarse de dos formas: en forma ascendente y de forma envolvente. Para el caso, el dispositivo que estoy implementando en dichos edificios, trabaja a modo de captar el viento que asciende por las fachadas”.
Se trata, en esencia, de aprovechar un recurso natural, como el aire, al máximo, aun previniendo sus intermitencias, pues, según estimaciones del investigador, su cantidad no debe ser excesiva para otorgar buenos resultados. “El viento en la Ciudad de México se desplaza a una velocidad de 3 a 4 m/s, velocidad óptima para ventilar un espacio de manera pasiva, es decir, sin ayuda de sistemas mecanizados (aire acondicionado)”.
Aunque hay elementos por afinar, como la distribución del aire una vez captado, este prototipo de aire acondicionado supondría un doble beneficio: al tiempo que condiciona el uso de climatizadores actuales, garantiza un menor impacto al medioambiente.
Lo positivo, agrega Sarabia, es que en otros países ya hay edificaciones con sistemas parecidos, esto es, que se aprovechan del aire para la climatización sin tener que depender de ningún otro aparato eléctrico.
En la actualidad hay edificios que funcionan de manera eficiente por medio del viento, sin necesidad de aire acondicionado. Pero son edificios que se planearon desde un principio para aprovechar el comportamiento natural del aire. La pregunta es ¿qué sucede con los edificios que no se planearon así y que en la actualidad son mayoría?, ¿cómo se podría implementar este nuevo dispositivo”: Mauricio Sarabia
Por otro lado, el arquitecto Miguel Ángel Arrieta García, perteneciente también a la división de posgrado de la FES Aragón y al programa del Conacyt, está implementando un prometedor proyecto lumínico para eficientar no sólo la luz en el interior de las oficinas, sino que esto se traduzca en una mejor salud para los ocupantes.
Basado en la premisa de que, por ciclos naturales, la capacidad del ser humano está relacionada directamente con el paso de la luz, es decir que del mismo modo que se va modificando la luz solar, la luz interior de los edificios para oficinas debería hacerlo, estableció que más allá de un choque directo entre apagar o encender la luz, se debe buscar un control graduado.
Con base en el concepto del Estímulo Circadiano, el investigador establece que su proyecto “es un sistema de iluminación benéfico para el reloj biológico, el cual emula el dinamismo de la luz natural automatizando luminarias LED-RGB para emitir la cantidad y calidad de luz adecuada y lograr el Estímulo Circadiano adecuado, el cual mejora la calidad del sueño y el confort en espacios de oficinas”.
Para su desarrollo, el investigador tomó en cuenta el modelo matemático del Instituto Politécnico Rensselaer, el cual mide los estímulos del reloj biológico provocados por la luz, verificando el comportamiento de las células retinianas (ipDGC). “Al recibir luz cercana a la ultravioleta, las células inhiben la producción de melatonina, que es la hormona que regula el sueño; así que a través de fototerapia se pueden regular los ciclos de vigila y sueño con mayor eficiencia que con cambios en la conducta”.
En este sentido, su implementación no sólo pretende mejorar el ciclo biológico y natural del ser humano, y que éste se traduzca en una mejor calidad de vida y productividad, sino que supondría un ahorro energético considerable, pues más allá de regular las longitudes de onda y la cantidad de iluminación, “también incorpora luminarias de bajo consumo, sensores de presencia y sensores de iluminación natural, por lo que ofrece ahorros de energía importantes, los cuales, sumados a la potencial mejora en la productividad de los usuarios, implica un beneficio al medioambiente en términos de reducción de carbono y hasta reducción en la contaminación lumínica”, sostiene el arquitecto.
Destacable es el beneficio en ahorro energético que esto implicaría, pues “los sistemas basados en sensores de presencia o medición de luz natural actualmente ofrecen ahorros de entre 40 y 60 por ciento; pero, al combinar ambos métodos con la iluminación dinámica, se pueden lograr ahorros de hasta 70 por ciento”.