La XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático se celebró en París a finales de 2015. Esta conferencia fue organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), y en ella se logró firmar un acuerdo mundial suscrito por 195 países, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el planeta, que pretende que la temperatura de la Tierra no se incremente en más de 1.5 °C hasta 2030. Este acuerdo constituye un plan de acción global para colocar al mundo en la ruta de mitigar el nocivo cambio climático, y debe tener efecto legal hacia 2020.
Recientemente, la NASA publicó una gráfica que nos invita a la reflexión, pues allí se observa con absoluta claridad el incremento acelerado de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, llegando a las 400 partículas por millón (ppm) en 2014, lo cual es insostenible.
Con base en esta realidad, el papa Francisco, publicó en su encíclica Laudato Si que la propuesta debe ser de “ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales”.
El punto de partida es apostar por otro estilo de vida. “Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos, donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo. La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora”.
Deben disminuirse sustancialmente las emisiones de dióxido de carbono, proponiendo sustituciones de manera definitiva al uso de combustibles hidrocarburos, causantes en buena parte de esas emisiones, reemplazándolos por energías alternativas ecológicamente amigables, como la solar, eólica, geotérmica, que son repartidas uniformemente en el mundo y, por tanto, son también más equitativas. Todo ello, por su puesto, optimizando la eficiencia en todos los procesos de conversión y utilización de la energía.
Hay excelentes mecanismos para optimizar el uso de la energía. Por ejemplo, el Balance de Energía Neta Cero (NZEB), promovido por la ASHRAE, pretende que la energía consumida en la edificación, menos la energía generada con métodos alternativos, más la energía consumida de la red, menos la enviada a la red, dé un valor de cero en una base anual.
Esta metodología sería lo más conveniente para cumplir con las exigencias de la COP21, y debemos proponerla como práctica común.
También ASHRAE propone el método Building Energy Quiotient (bEQ), para optimizar los diseños de climatización, para que el consumo de energía durante un día normal sea aproximadamente igual al que se produce durante la operación real del edificio y que el sistema de climatización sea capaz de acompañarlo de manera exacta, llegando por este camino a la optimización del uso energético en la climatización.
Los fabricantes de equipos y componentes deben continuar con su proceso de optimizar la eficiencia de dichos equipos y el cuidado del medioambiente, utilizando refrigerantes de mínimo efecto invernadero y deterioro de la capa de ozono, esto es, ocupando refrigerantes naturales.
Todo lo anterior debe ser complementado utilizando sistemas de medición y control en tiempo real y técnicas de comunicación, que permitan visualizar si la instalación de climatización logra el balance de energía cero y que su consumo sea coincidente con el que se estableció en el diseño.
Todos, sin excepción, debemos ponernos la tarea de diseñar, instalar, operar y mantener sistemas de climatización con la máxima eficiencia energética posible.
[author image=”http://www.mundohvacr.com/wp-content/uploads/2015/08/A0MH0077810.jpg” ]Camilo Botero
Expresidente de ACAIRE en dos periodos, miembro de ASHRAE y de la ACIEM. Es secretario de la FAIAR. Fue nominado en Who is Who in Science & Engineering (2007, USA) y en IBC Foremost Engineers of the World (2008, Cambridge, Inglaterra). Es presidente de Camilo Botero Ingenieros Consultores, Ltda., y se ha desempeñado como docente en universidades colombianas.[/author]