En San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo, el desarrollo de un complejo cultural y científico tan ambicioso como lo es Pachuca Ciudad del Conocimiento y la Cultura es motivo de celebración, y más, cuando se da a conocer que la sede rectora ha sido planificada para corresponder a los requerimientos de sustentabilidad que la actualidad demanda
Ángel Martínez / Imágenes: cortesía Extrategia
La presentación del primer edificio sustentable del país certificado por una norma mexicana debía hacerse poco más allá del mediodía; sin embargo, tanto el retraso en la agenda de los organizadores como las actividades más urgentes que se tenían programadas en el mismo espacio (entrega del Inventario Estatal Forestal por parte del titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano, al entonces gobernador de Hidalgo, Francisco Olvera, así como la entrega de distintos incentivos económicos a los ganadores del Programa Nacional Forestal y del Programa de Empleo Temporal), hicieron que ésta pasara de ser un hito en la arquitectura contemporánea a una íntima presentación en lo que fungirá como la cafetería de la sede del Centro Rector del proyecto Pachuca Ciudad del Conocimiento y la Cultura (PCCyC), “un proyecto de largo plazo, que tiene como principal objetivo, capitalizar la basta estructura académica, científica y tecnológica”.
Poco antes, no obstante, en el marco del acto público que significó la entrega del Inventario, Ángel Cuatepotzo Costeira, titular de la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo, había tenido el acierto de iniciar su intervención refiriéndose a la nueva sede con las palabras con las que hacia finales de la década de 1980 se formalizaba el concepto de lo sustentable y su importancia en el mundo actual. “La sustentabilidad es incentivar un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”, citó el titular de la SEP, para después aseverar que el proyecto PCCyC mantiene un compromiso ambiental con las generaciones actuales y futuras de jóvenes estudiantes, investigadores, académicos, empresarios y trabajadores del conocimiento que forman parte de esa importante área de innovación.
“El desarrollo sostenible, vinculado a los procesos educativos debe ser abordado desde los primeros niveles de la educación básica, debe, asimismo, estar relacionado con todo lo que permita conservar, promover y fomentar la protección al medioambiente”, agregó.
Finalmente, Cuatepotzo Costeira terminó su participación aclarando que “este edificio recibe la verificación ambiental de la norma mexicana relativa a la edificación sustentable, reiterando así su propósito de innovar en todos sus sentidos, sentando un importante precedente en el diseño bioclimático al tener el primer edificio del país con estos criterios de eficiencia energética”.
El titular de la SEP fue uno de los pocos en referirse al edificio que estaba enfrente del área enlonada y en el cual, de hecho, varias decenas de hombres trabajaban a un ritmo sostenido. Otro sería Eduardo García Alonso, coordinador General del Consejo Rector de PCCyC.
Egresado del Instituto Tecnológico de Pachuca y maestro en Proyectos de Desarrollo en la Universidad La Salle, García Alonso tomó hace más de un año el proyecto del Consejo Rector del espacio que albergará a instituciones académicas como el Politécnico Nacional, la UNAM y organizaciones tanto gubernamentales como de investigación especializada y emprendimiento.
Como cabeza principal, el coordinador tuvo, también, su momento de intervención ante los cientos de asistentes, pues uno de los eventos que se tenían planeados aquella tarde sería, precisamente, la presentación oficial del edificio. “Hemos tomado este proyecto mediante seis acciones concretas en el aspecto climático: tenemos la predisposición de tres aerogeneradores verticales, que nos van a permitir generar 30 % de la energía eléctrica del edificio, evitando con ello la emisión de 7.6 toneladas de CO2 al medioambiente, lo que representa la vida de 760 árboles. Asimismo, hemos implementado otras estrategias, como los fondos quiebrasoles, que permiten el bloqueo de la radiación solar y evitarán el uso de aires acondicionados, pero que nos permiten que sean permeables a la luminosidad, lo que nos dará la pauta para que durante el día se evite el uso de energía eléctrica. También, con el apoyo de la Secretaría del Medio Ambiente, contamos con una cubierta verde de 1 mil metros cuadrados, que estará llena de cactáceas, además de innovaciones como los muros de contención perma estrcuturales, que permite aprovechar los taludes de la topografía del edificio para evitar la colocación de concreto”.
Aclaró que, debido a las leyes establecidas por el Gobierno en 2015, respecto a que todos los edificios de administración pública federal tendrán que ser construidos bajo criterios de eficiencia energética, habían proyectado desde su concepción la tarea de obtener la verificación de la NMX-AA-164-SCFI-2013. “Déjenme decirles que estamos ante el primer edificio verificado bajo normas mexicanas de eficiencia energética”, concluyó el coordinador, mientras una ligera llovizna hacia que los asistentes tuvieran que replegarse hacia el centro del espacio brindado para los demás eventos.
Una construcción de enfoque bioclimático
Pachuca no es el fin del mundo. De hecho, si se sale de la Ciudad de México, bastan un par de horas, a tiempo prudente y sin mayores contratiempos, para estar en el corazón de Hidalgo. Un poco más allá está San Agustín Tlaxiaca. Y ahí, en un perímetro que abarca 178 hectáreas, PCCyC promete ser todo un espacio cultural y multidisciplinario, al que el término “ciudad” no hace sino denotar su magnificencia.
El coordinador García Alonso se dio tiempo para explicar que el proyecto de la sede del Consejo Rector tuvo que cubrir una serie de requisitos medioambientales; por una parte, debido a las leyes del gobierno respecto a las buenas prácticas de la construcción, pero, por el otro, y más importante aún, para corresponder a una ética y ejercicio profesional en el que las nuevas actividades arquitectónicas no pueden dejar de lado el impacto positivo hacia su entorno.
Es por ello se estructuró todo un plan de acción en el que el diseño bioclimático fuera el eje principal. “El diseño bioclimático se basa en las condiciones del medio y en las necesidades del individuo para brindar confort. Los buenos edificios son aquellos que nos permiten estar en confort”, explica.
Así pues, apostar por este modelo tuvo que ver con el aprovechamiento de un sistema de climatización pasivo para poder captar, rechazar o transformar los elementos naturales como la radiación solar, el viento o la lluvia a fin de generar bienestar al interior del edificio.
¿Pero, cómo llevar a la práctica toda esta teoría? Al respecto, el coordinador aclara que “se hizo un estudio del clima y vimos las posibilidades de organizar una edificación pasiva desde su orientación. Después, proyectamos un estudio de geometría solar, para calcular cómo llega el sol al edificio. Se determinó la utilización de quiebrasoles que rechazaran la radiación solar en los meses de más calor. Estos elementos tienen la capacidad para reducir hasta 100 kilómetros la velocidad del viento. Del mismo modo, se hizo una dinámica de fluidos que nos permitió ver cuál es el comportamiento del aíre, para que el edificio no perdiera calor. De este modo, entre todas las estrategias que se implementaron, el edificio asegurará el confort sin necesidad de utilizar sistemas eléctricos”.
Del mismo modo, detalla que otras de las estrategias implementadas tienen que ver con la instalación de lámparas de alumbrado LED, los muros de concretos celular y los muros de contención; estos últimos permiten contener el esfuerzo de los taludes para poner espacios verdes, como cactáceas para hacer un jardín botánico que capte el agua y ésta se pueda aprovechar como factor pluvial.
Otro gran elemento innovador de esta nueva sede es el uso de los aerogeneradores Savonius de eje vertical, según refiere, los cuales son más convenientes para el Centro debido a los vientos característicos de la zona: “los tres aerogeneradores verticales que se utilizaron aprovechan el viento de ráfaga, con ellos se evita la emisión de 7.6 toneladas de CO2, lo que equivale a 700 árboles jóvenes. Además, tienen la capacidad de producir 31 mil watts anules, lo que representará 30 por ciento en el consumo de la energía del edificio.”
Por la primera certificación mexicana
Todos estos elementos han redituado en que el Centro haya podido certificarse a través de una norma mexicana en la categoría de diseño sustentable. Para el coordinador es importante acentuar el hecho de que esta certificación haya ocurrido a través de una certificación mexicana pues para él, el hecho de certificaciones como LEED o BREAM operen en nuestro país, corresponde a una inexacta forma de construir entre las tres naciones, en la que por lo tanto no se puede evaluar los mismos criterios.
“Hasta 2013 no había una certificación mexicana. Certificarse no cuesta tanto porque es de aplicación voluntaria. Además, otra ventaja frente a una certificación LEED, por ejemplo, es que ésta se tiene que certificar cada año, además de que el costo es muy alto”, refiere.
A más de un año de que comenzaron los trámites para poder acreditarse, y de que al mismo tiempo el Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construcción y Edificación (ONNCCE) tuviera la posibilidad certificar la NMX-AA-164-SCFI-2013, el coordinador se siente alagado por el desempeño que les ha significado en la etapa de diseño, mientras proyecta ya los procesos para poder certificarse en las etapas de construcción y operación.
“Cuando nosotros revisamos las certificaciones extranjeras vimos cierta incompatibilidad. La idea de que este edificio es que sea el inicio para poder sembrar la inquietud en otros inmuebles de Pachuca”, sentencia el coordinador.
Luminaria solar en el PCCYC
A través de un sistema fotovoltaico, la luminaria LED que alumbrará la sede rectora está compuesta de un panel que capta la radiación solar en las horas pico, el cual cuenta con diodos LED y un sensor de movimiento, el cual disminuye la luminosidad hasta 50 % cuando no hay movimiento. En promedio, la batería puede durar hasta 20 horas, lo que significa dos noches de iluminación sin recibir energía solar