Nuevos acuerdos surgieron y las empresas del sector HVACR deben ajustarse. Los retos por sortear serán mejorar aún más la eficiencia térmica y mecánica de los sistemas, lograr un considerable ahorro de energía, así como buscar un acercamiento con las universidades y expertos en el ramo para hacer frente a los retos que se aproximan
Hugo León
En noviembre del año pasado se celebró la 23ª reunión de la Conferencia de las Partes (COP 23) de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en la sede de la secretaría de la CMNUCC en Bonn, Alemania.
Desde su creación en 1994, ha logrado que países de todo el orbe se comprometan a reducir el impacto ambiental de sus procesos productivos o su eficiencia energética. Entre los objetivos, se encuentra la búsqueda de limitar el aumento de la temperatura mundial y, por consiguiente, mitigar el cambio climático.
En 1997, al ver que las medidas pactadas para reducir la emisión de contaminantes eran insuficientes, se adaptó el Protocolo de Kioto. Su objetivo fue reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4 ), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6); los últimos dos son gases fluorados utilizados en el sector industrial.
Cabe destacar que hace unos años, exactamente en 1989, entró en vigor el Protocolo de Montreal, el cual se diseñó para proteger la capa de ozono, a través de la reducción de la producción y el consumo de numerosas sustancias responsables de su agotamiento; y que además era fortalecido por la creación de la COP y del Protocolo de Montreal.
Como bien se sabe, la industria HVACR es uno de los principales sectores que utilizan gases refrigerados para la operación de sus diferentes equipos en diversas aplicaciones. Esto es muy importante, pues es justamente gracias a esos sistemas, que impactan de manera indirecta o directa en la vida cotidiana, es posible que la gente pueda alimentarse, proteger su salud, disfrutar de un ambiente agradable en sus lugares de trabajo, etcétera. De ahí la importancia de que con el transcurrir de los años, y con los protocolos como guías, el sector HVACR comenzara a adaptarse e implementarse nuevas tecnologías amigables con el planeta y los seres vivos que lo habitan.
En entrevista para Mundo HVAC&R, Rubén Dorantes, profesor titular de tiempo completo de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la Universidad Autónoma de México (UAM), campus Azcapotzalco, afirma que la COP ha impactado de diversas maneras. Muchos de estos acuerdos tienen su origen en el Protocolo de Montreal, que fue el primero de estos pactos a nivel internacional para sustituir los fluorocarbonos, en lograr obligar a las empresas fabricantes de refrigerantes a cambiarlos por otros más ecológicos que no dañaran la capa de ozono. “Esto no sólo ha pasado con los refrigerantes, pues lo mismo sucedió con los aislamientos térmicos, no sólo para mejorar su calidad, sino para que en su producción se eviten los gases de efecto invernadero y sustancias volátiles que dañen el medioambiente”.
Los acuerdos también han repercutido en la calidad de los productos que se ofertan. Sobre esto, Rubén Dorantes expone: “quiero pensar que las empresas lo están haciendo de buena voluntad (mejorar sus sistemas de producción y la calidad de sus productos), quizás convencidos de que esto es bueno, pero evidentemente también lo hacen porque si no cumplen los acuerdos, los países sancionan a sus empresas o simplemente no pueden vender sus productos en otros mercados, y en esto la COP ha jugado un papel muy relevante”.
Con base en lo anterior, el académico explicó que los retos para el futuro serán “buscar sistemas de aire acondicionado y refrigeración que permitan mejorar la eficiencia térmica y mecánica de los sistemas y así lograr un considerable ahorro de energía. Esto impulsará la investigación, desarrollo y comercialización de estos sistemas de aire acondicionado y refrigeración”.
Asimismo, comentó que “las empresas de refrigeración y aire acondicionado, dado que ahora no sólo deben de tener fluidos que no dañen la capa de ozono, sino que también no generen un importante efecto invernadero, están obligadas a regresar a los hidrocarburos, como el butano y el pentano. Estos gases eran usados en el pasado, pero por el hecho de que son inflamables se habían descartado; sin embargo, ahora con la mejora en la hermeticidad de los nuevos sistemas de refrigeración y el aumento en la calidad de los mismos, el riesgo de que escape el gas y pueda provocar alguna explosión es sumamente bajo”.
Dorantes también señala que otro de los retos será la demanda de un mercado con compradores cada vez más preocupados por el cuidado ambiental; esto gracias al impacto social que ha generado la COP a lo largo de los años.
Ahora, los usuarios tienen más información que les permite adquirir productos ecológicos, lo que explica la exigencia de los mercados. En tanto que las empresas buscan refrigerantes eficientes y ecoamigables para que sus operaciones se hagan de la mejor manera posible. Esto, a su vez, implica que finalmente tengan productos, que incluso se puedan acreditarse con certificados verdes.
“Con esta tendencia, en el futuro muchas de estas tecnologías, como los autos, las estufas y todos los aparatos que utilizamos en el hogar, serán seleccionados por usuarios que busquen no dañar el medioambiente o, por el contrario, tengan un impacto muy pequeño. Es justo ahí donde las empresas tendrán que centrarse en tratar de satisfacer más a sus clientes, y eso es muy bueno”, dijo el académico.
Las universidades, un campo de oportunidad
Entre las posibles formas en que las empresas podrían sortear estos retos, la universidad es, para Dorantes, un campo de oportunidad muy basto.
“Uno de los objetivos fundamentales de la universidad es la formación de los jóvenes con el más alto nivel posible, con una consciencia ecológica importante y, en el caso de la UAM Azcapotzalco, una formación técnica muy sólida”, señaló el profesor, pues de esta manera podrán salir al mercado a enfrentarse y resolver este tipo de problemáticas.
“Hay muchos académicos, y yo me cuentos entre ellos, que trabajamos para ayudar a crear refrigeradores más eficientes y que logren un mayor ahorro de energía, a través de proyectos de calentamiento y enfriamiento con energía solar y, para disminuir el consumo de hidrocarburos. Desde las universidades no sólo queremos colaborar con las empresas, también estamos generando mejores tecnologías para después transferírselas”, añadió el académico.
Asimismo, precisó que “cada vez hay más interés en las universidades de formar grupos de trabajo que se dediquen a la vinculación con el sector productivo, pues a veces no es fácil para los académicos salir a tocar puertas, hacer convenios y contratos de prestación de servicios”.
El profesor Dorantes también comentó que unir fuerzas con las universidades es sólo uno de los muchos caminos posibles. Las empresas también pueden apoyarse entre sí, dirigirse a despachos de ingeniería para resolver sus problemas, o bien, a las universidades donde también hay personal altamente calificado para brindar estos servicios.
Aspectos destacados de la COP23
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