Para hacer frente al agotamiento de los recursos naturales y el cambio climático, la industria en México ha impulsado una serie de reformas en materia ecológica y endurecido la normatividad. Lo anterior ha obligado al sector empresarial a posicionarse a favor de modelos de desarrollo y de negocio más sostenibles
Ámbar Herrera
El cambio climático es uno de los temas más preocupantes para la civilización actual. Si bien, este fenómeno ha existido desde el principio de los tiempos; el uso indebido de los recursos naturales por parte de la humanidad ha provocado su aceleramiento, poniendo en peligro el equilibrio ecológico de la Tierra.
Las consecuencias son cada vez más visibles; este año, el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo reportó que el Ártico tuvo su invierno más cálido y el hielo marino registró un nivel mínimo nunca antes registrado, con abundante agua abierta que normalmente se congela en gruesas capas de hielo.
El primer paso para provocar un cambio a favor del planeta vino desde la academia. El doctor Mario Molina, Premio Nobel de Química en 1995, fue el primero en demostrar el deterioro en la capa de ozono provocado por los Gases de Efecto Invernadero (GEI). El sector industrial fue señalado como el principal causante de las emisiones de GEI a la atmósfera, por lo que hubo que implementar nuevas políticas para su prohibición y regulación.
Hoy en día, existe una mayor consciencia de las empresas respecto al cuidado del medioambiente. Alrededor del mundo, se siguen trabajando en medidas para la eliminación de los HCFC y CFC en la industria, al tiempo que se busca la implementación de nuevas estrategias, a fin de garantizar un desarrollo sostenible para todos, como el aprovechamiento de las energías limpias y el reciclaje.
Los desafíos de la industria mexicana
Ante este panorama, la industria del país se enfrenta a una nueva era, en la que es casi imposible deslindarse de las estrictas regulaciones y normativas relacionadas con el control del cambio climático. En particular, las industrias HVACR, de energía y de la construcción han tenido que adaptarse, asumir su responsabilidad en el deterioro ambiental y poner en marcha planes de mitigación.
Si bien existe la disposición, lo cierto es que las empresas mexicanas han tenido que enfrentarse a varios obstáculos en el camino hacia la sostenibilidad. Uno de los principales consiste en apostar por las nuevas tecnologías; esto significa una fuerte inversión inicial, aunque se ha demostrado que, en estas cuestiones, el costo inicial se recupera y prolifera gracias a los ahorros producidos.
El segundo desafío es el de la normatividad; México ya cuenta con buenos estándares de eficiencia, lo que falta es que las empresas se comprometan a cumplir con ellos, ya sean obligatorios o voluntarios. El tercero, pero no menos importante, está ligado al anterior: cambiar los usos y costumbres colectivos, pues la sostenibilidad no sólo depende de la industria, sino de todos los individuos del país.
¿Qué pasa en México con la normatividad?
El país está haciendo valiosos esfuerzos por cambiar las condiciones de nuestro planeta. Durante la Conferencia sobre el Cambio Climático en París, se comprometió a reducir en un 30 y 50 por ciento sus emisiones de GEI al 2020 y 2050, respectivamente. Además, aseguró que, para tales fechas, 43 de cada 100 fuentes de energía serán limpias.
En la actualidad, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (Conuee) cuenta con 30 normas de eficiencia energética, las cuales están diseñadas para las condiciones del país.
Guillermo Casar, consultor en edificación sostenible, recientemente nombrado presidente del Comité de Ingeniería Ambiental de la Academia de Ingeniería de México, compartió con Mundo HVAC&R varios puntos cruciales respecto al tema de la sostenibilidad.
En opinión de Casar, al día de hoy, la normatividad mexicana es observada y tomada en cuenta por los gobiernos extranjeros, pues contamos con normas de suma relevancia, como la norma 164 de edificación sostenible, la cual es aún más completa que la certificación LEED, o la norma de comisionamiento, que está a punto de convertirse en estándar ISO, lo cual representa una actividad muy importante para el sector.
El consultor señala que “en México, la economía es la que ha regido y no la razón”, por lo que estas normas sólo han podido encontrar su lugar a través de las licitaciones, certificaciones y el famoso sello FIDE, que es una de las herramientas que México ha exportado al mundo.
A pesar de los esfuerzos y de contar con estándares de alta calidad, las normas mexicanas sólo son voluntarias, si bien eso debería bastar para que se cumplieran, no es el caso; por lo que aún hay un gran trecho entre lo escrito y lo hecho.
Tropiezos con la misma piedra
El sendero para alcanzar la sostenibilidad está bien delimitado; sin embargo, muchas empresas simplemente prefieren ignorarlo y aferrarse a las antiguas prácticas. Esto es un problema porque lo que en apariencia parece más fácil y asequible, a la larga acarrea desperdicios y consecuencias para todos.
Un ejemplo notable es el sector de la construcción en México, pues a pesar de la vigencia de norma de envolventes 020, todavía se siguen construyendo edificios de cristal. Esto propicia el uso excesivo de aires acondicionados en regiones del país donde no tendrían por qué utilizarse. Lo anterior no sólo muestra fallas en el diseño y violaciones a la normatividad mexicana, sino poco entendimiento acerca de los modelos sostenibles que el país ha impulsado.
En este sentido, el uso excesivo de los sistemas de refrigeración es derivado del poco estudio en torno a las necesidades básicas del inmueble, como los usuarios que van a ocupar el edificio y qué tipo de uso se le dará, entre otros aspectos fundamentales para determinar la operación más pertinente.
Los diseñadores de aire acondicionado deben prestar mucha atención a la adaptabilidad del edificio dentro de un contexto de ahorro de energía acumulado y ofrecer soluciones para bajar el consumo, así como la tecnología necesaria; todo ello, a fin de mitigar el calentamiento global del planeta.
En el caso de los fabricantes, su tarea es hacer entender a los dueños que la toma de decisiones respecto a las tecnologías y equipamientos nunca debe someterse al criterio de costo; por el contrario, se debe optar por decisiones certeras, bajo un costo / beneficio; recordando que la inversión de estas tecnologías se paga por sí sola con los ahorros que se generan a futuro.
“Debemos entender que la economía circular es una intersección entre los aspectos ambientales y económicos… Tenemos que abandonar la linealidad y empezar a manejar circuitos circulares dentro de lo que sería una economía de colaboración”
Guillermo Casar, presidente del Comité de Ingeniería Ambiental de la Academia de Ingeniería de México
Una nueva estrategia: La economía circular
El concepto de desarrollo sostenible fue definido por la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como el “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las capacidades que tienen las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades”. Es decir, que ya no sólo considera los aspectos económicos, sino también los sociales y ambientales.
El sistema imperante de producción de las empresas es lineal, es decir, se basa en extraer-producir-desechar, lo cual no es sostenible a futuro. En los tiempos actuales, sin embargo, cada vez más países se interesan por el modelo de la economía circular, el cual busca reducir tanto la entrada de materiales como la producción de desechos, cerrando los bucles de flujos económico-ecológicos de los recursos.
La Fundación Ellen MacArthur, la cual trabaja con empresas, gobiernos y academia, busca acelerar la transición a la economía circular, explica que este modelo tiene tres principios; diseñar los desperdicios, mantener los productos y materiales en uso y regenerar los sistemas naturales. Su objetivo es redefinir el crecimiento, apartarse del consumo de recursos finitos y diseñar los residuos del sistema.
Esto se vincula directamente con el uso eficiente de los recursos y las fuentes naturales como el aire, agua, suelo, etcétera, para generar energías limpias. De igual modo, el desperdicio de la materia prima puede minimizarse de forma significativa gracias al reciclaje de plásticos, cartón, hierro, vidrio, etcétera, que se usan en distintos sectores.
Sobre este tema, Casar señala que “debemos entender que la economía circular es una intersección entre los aspectos ambientales y económicos. Nuestra economía actual de extracción, fabricación, utilización y eliminación es un sistema lineal y hemos llegado al límite. Tenemos que visualizar el agotamiento de una serie de recursos naturales y del combustible fósil. Debemos dejar de manejar la linealidad y empezar a manejar circuitos circulares dentro de lo que sería una economía de colaboración”.
El académico explica que, de nuevo, la normatividad en México es el mejor aliado para apuntalar la economía circular. Añade que, en la actualidad, las normas de construcción de vivienda ya exigen la inclusión de sistemas fotovoltaicos para precalentar el agua. Otra novedad recientes consiste en que el presidente Enrique Peña Nieto aprobó un decreto que reforma el Artículo 81 de la Ley de Vivienda, el cual postula que ahora se fomentará la utilización de insumos básicos para la construcción de casas que cumplan con las normas oficiales mexicanas y las normas mexicanas, a fin de asegurar la calidad y sostenibilidad de las mismas.
México en el concierto mundial de la sostenibilidad
A diferencia de otras naciones de Latinoamérica, México ya tiene un amplio recorrido en el camino hacia la sostenibilidad. El primer paso ha sido legislar las normas adecuadas para garantizar el buen funcionamiento de los distintos sectores de la industria. El segundo es un tanto más difícil, pues se trata de concientizar. “Uno piensa que la industria es el mayor consumidor, pero de acuerdo con los reportes de CFE, el principal problema está en el ramo doméstico, el segundo lugar, el transporte y, en tercero, la industria. Siempre se piensa que la industria es la que más consume, pero no, son los más eficientes porque a ellos les cuesta”, comenta Casar.
Bajo este parámetro, el principal obstáculo que enfrenta la industria en México para adoptar un modelo de economía circular estaría relacionado con el papel de la sociedad para ajustarse al cumplimiento de las normas ya establecidas.
Todo depende del cambio en los usos y costumbres habituales, las normas están ahí, sólo es necesario cumplirlas. La tecnología ya no es inaccesible, muchas organizaciones como el Banco Mundial y las Naciones Unidas han implementado una serie de valiosas iniciativas y esfuerzos, como los bonos para países que no poseen los recursos para financiar tecnologías nuevas. De igual modo, es importante seguir impulsado la investigación académica de universidades tanto públicas como privadas, a fin de encontrar nuevos caminos para el desarrollo sostenible del país.