La república mexicana se caracteriza por presentar clima cálido en gran parte del territorio, seco en el norte, y húmedo en las costas. Si se suman las superficies del país con características de calor, resulta que dos terceras partes del problema a resolver en los edificios es el calor. Dicho requerimiento representa un promedio nacional de un 38 a un 58 por ciento del consumo total de energía en los edificios (viviendas, hoteles, restaurantes, oficinas, tiendas y centros comerciales, hospitales y escuelas), con variaciones que dependen del tipo y uso del edificio, además de la ubicación climática, lo que implica, además, emisiones de CO2 relacionadas con el uso de la energía de 6 a 158 kilogramos de CO2/m2 al año por concepto de climatización1. Esto debido al origen de la energía convencional utilizada, cuya base en un 90 por ciento son las energías no renovables que se agotan y son altamente contaminantes. Si se relaciona el consumo de energía y el carbón emitido por los edificios, parece que el problema para la sustentabilidad de los edificios es la climatización de los mismos.
Si se considera que el problema en el país es el calor, con clima cálido extremoso, y que los materiales y diseño de los edificios, en la mayoría de los casos, no son adecuados para el clima; y, si los equipos utilizados para el aire acondicionado y la calefacción son tecnología ineficiente y obsoleta, principalmente en la frontera norte, donde los sistemas de climatización se comercializan a bajo costo y son desecho de Estados Unidos, entonces, se tienen tres efectos que aumentan el requerimiento, la necesidad y los impactos ambientales por la climatización de los edificios, cada uno por separado o combinados.
Ante ello, se tienen las bases para considerar que la climatización es el principio para la sustentabilidad de los edificios, no el problema. En primera instancia porque brinda la calidad higrotérmica interior o el confort del usuario en los inmuebles del país; en segunda, existe en el mercado la tecnología para la climatización, ahorradora de energía, la cual permite hacer un uso eficiente de la misma y, en consecuencia, la mitigación de emisiones de CO2 relacionadas con el uso de energía convencional; por último, la tecnología actual no utiliza gases precursores del cambio climático.
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1 D. Morillón, A. Escobedo e I. García. Retos y oportunidades para la sustentabilidad energética en edificios de México: consumo y uso final de energía en edificios residenciales, comerciales y de servicio, Ed. II-UNAM, México, 2005.
David Morillón
Ingeniero por la Universidad de Guadalajara, maestro en Diseño Bioclimático por la Universidad de Colima y doctor en Ingeniería por la UNAM. Investigador en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, consultor del BID y el PNUD. Cuenta con más de 30 años de experiencia en temas de diseño bioclimático y sustentable