La crisis por la covid-19 transformará el sector. Las nuevas circunstancias han reforzado la importancia de la agilidad, la eficiencia y la resiliencia. Nuestras industrias requieren ahorrar costos, al tiempo de desarrollarse con mayor capacidad y solidez. Para lograr ambas, hay una solución: la digitalización, cuya transformación estaba en movimiento mucho antes de que la pandemia nos impactara.
Durante la crisis, aquellos que estuvieron completamente conectados tuvieron una ventaja significativa, mientras que aquellos que no, hoy están tratando de ponerse al día. La pandemia ha sido un acelerador masivo de lo digital, reforzado por las necesidades centrales de que todo sea remoto, resistente, eficiente y sostenible. Esto se debe a que la conexión remota y el monitoreo permiten una mayor agilidad, condiciones de trabajo más seguras y mayores niveles de seguridad. También permite que las operaciones continúen sin interrupciones, respetando los protocolos de distanciamiento social. Sabemos que hubo industrias que no tuvieron las capacidades para enviar trabajadores a sus instalaciones, lo que provocó demoras operativas. Las operaciones no tripuladas permiten que la industria continúe incluso con una presencia física reducida. La realidad aumentada da a los operadores la posibilidad de monitorear y diagnosticar problemas de la maquinaria a distancia. La realidad virtual hace posible que los operadores realicen entrenamientos virtuales y visiten sitios sin ingresar físicamente en ellos.
La tecnología remota no sólo mejora los procesos, también empodera a las personas. En el taller, la tecnología –incluidas las simulaciones y la realidad aumentada– resuelve los problemas más rápidamente, maximiza el soporte en las operaciones y fomenta la colaboración, lo que permite que los sitios se conecten con talentos de todo el mundo para obtener experiencia y capacitación más profundas.
La resiliencia ha llegado a la cima
Esta no será la última crisis, ya sea por salud, política o desastres naturales. Necesitamos aumentar la resiliencia para poder superar estas contingencias. En nuestras instalaciones, la industria debe centrarse en tres factores: conectividad, capacidad de predicción y prevención. Con la conexión viene la capacidad de monitorear. Luego, utilizando software y análisis, los operadores pueden predecir problemas futuros que quedan marcados en los servicios para solucionarlos antes de que se conviertan en una interrupción.
Pero la solidez de una instalación sólo puede ser tan alta como el punto más débil de una instalación. Cada empresa es una combinación de una cadena de valor que incluye acceso a la red, distribución de energía, administración de edificios, de TI y gestión de procesos. Una ruptura en cualquiera de estos vínculos debilitará la resiliencia. Por lo tanto, a través de toda la cadena, es necesario implementar la automatización y el análisis. Con la automatización, los problemas se resuelven sin intervención humana. Con el análisis, los datos se extraen de la instalación para indicar dónde es necesario el servicio.
La crisis nos ha hecho darnos cuenta de que nos enfrentamos a amenazas fundamentales. Tanto la pandemia de coronavirus como el cambio climático son las principales amenazas para la sociedad creadas como resultado del boom demográfico.
La covid-19 no ha cambiado las bases, pero enfatizó la necesidad de agilidad y adaptación. En una economía bajo presión, en un mundo fragilizado, es un llamado a la conciencia, la eficiencia y la sostenibilidad.
Jean-Pascal Tricoire
CEO de Schneider Electric