Darío Ibargüengoitia
Miembro de la Junta Directiva del Consejo Mundial de Edificación Sustentable
Tras el Día de la Tierra y en el marco del Dia Mundial de la Refrigeración, es imperativo analizar cómo está México en temas de cambio climático y cuidado ambiental. A través de la Semarnat y, sobre todo, de la Unidad del Protocolo de Montreal, México siempre ha sido pionero en la reducción de refrigerantes que dañen la capa de ozono y empeoren las condiciones del cambio climático.
Cuando vemos las estadísticas de la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE), nos percatamos de que hay regiones en nuestro país que registran un incremento muy importante de sistemas de acondicionamiento por refrigeración, sobre todo a nivel residencial, lo cual representa una mayor preocupación por el uso de refrigerantes en equipos pequeños, así como en equipos aplicados.
Desde mi punto de vista, uno de los principales problemas que tenemos en México es que, al adquirir equipos de acondicionamiento de los espacios, por medio de refrigeración, es difícil que pensemos en el ciclo de vida completo tanto de las edificaciones como de los equipos. Generalmente nos preocupamos más por la inversión inicial, en lugar de considerar la eficiencia, el tipo de refrigerante y la correcta selección de capacidades. Cuando esto ocurre, caemos en una trampa de mayor consumo energético, mayores emisiones de gases de efecto invernadero en el día a día y en el uso de refrigerantes con mayores afectaciones al planeta.
Todos los sistemas de acondicionamiento tienen como objetivo fundamental lograr confort dentro de los espacios, esto es innegable, pero también debemos entender que esto se tiene que lograr con el menor consumo de energía, el uso de refrigerantes menos dañinos con el medioambiente y el mejor ciclo de vida de estos.
Pensar en el ciclo de vida de los edificios y los equipos es ahora una necesidad, si queremos lograr la descarbonización de nuestro planeta, es decir, reducir las emisiones equivalentes de monóxido de carbono a la atmósfera para evitar a toda costa el aumento de la temperatura global del planeta.
Si ya logramos tener edificaciones energéticamente eficientes, es el momento de compensar las emisiones por medio de energías renovables y limpias que se puedan producir, ya sea en el mismo sitio o fuera de nuestros terrenos.
Hago una invitación a todos a considerar a la eficiencia energética no como un lujo o una moda, sino como una herramienta para que podamos heredar a las generaciones futuras un planeta con menos deterioro o, por lo menos, en las mismas condiciones en que lo recibimos.