El ingeniero Gildardo Yáñez se ha dedicado a apoyar las labores conjuntas establecidas por asociaciones nacionales y extranjeras para combatir las prácticas que deterioran la calidad ambiental. Su consciencia sobre la responsabilidad de la industria en el tema del cambio climático se vislumbra en una charla que da motivos para reflexionar sobre las labores que se desempeñan a diario.
Christopher M. García.
“El 95 por ciento de la comunidad científica respalda el cambio climático como producto de las actividades del ser humano sobre la Tierra”.
Mundo HVAC&R (MH): El cambio climático se consideraba un fenómeno natural que la Tierra experimentaba, debido a las variaciones en la órbita terrestre y en la cantidad de radiación solar que la alcanza. ¿Qué tanto de estas presuposiciones ha probado ser real y qué tanto se ha debido a las actividades industriales del hombre en el planeta?
Gildardo Yáñez (GY): El 95 por ciento de la comunidad científica respalda el cambio climático como producto de las actividades del ser humano sobre la Tierra. Solamente 5 por ciento respalda la suposición de que es un ciclo. Pero ese cinco por ciento no ha logrado probar su postura.
En El mundo sin hielo, del Dr. Henry Pollack, Premio Nobel de la Paz en 2007, se menciona que los resultados de su estudio demuestran que entre 90 y 100 por ciento de lo que estamos experimentando se debe a las actividades del ser humano.
MH: Se escuchan muchos mitos y muchas verdades parciales con respecto a este fenómeno. ¿Podría explicarnos qué información es veraz y cuál carece de sustento?
GY: He llegado a ver presentaciones que mencionan que se trata de un ciclo, de un fenómeno estacional, pero no son investigaciones tan científicas, sino la exposición del punto de vista de un individuo.
MH: ¿En qué medida las tecnologías de generación mediante renovables ayudan a contrarrestar los efectos del cambio climático?
GY: El CO2 ya está en la atmósfera y la Tierra se va a seguir calentando. Lo que podemos hacer y ya estamos haciendo es desarrollar mejores formas para generar electricidad, sin tener que seguir emitiendo tantos gases contaminantes. En sí, quemar carbón mineral como fuente principal de la generación de energía es una tecnología del siglo XIX que seguimos empleando en el siglo XXI. Habrá que buscar, entonces, nuevas posibilidades para la generación de electricidad que nos permitan no emitir más CO2. Es decir que el CO2 que ya ha sido liberado no es posible extraerlo de la atmósfera, sólo resta disminuir las emisiones para que la Tierra logre balancear la cantidad que ya se encuentra ahí.
MH: ¿Cuál de las diversas opciones disponibles ha resultado más efectiva?
GY: La energía nuclear es la más eficiente y la más limpia. El problema con este tipo de energía es que, si no se maneja con cuidado, puede resultar en catástrofes. Lo vimos hace poco en Japón, tiempo antes en Chernobil; en la década de 1970 en la Isla de los Tres Ríos. Otro problema de este tipo de energía son los desechos. No obstante, un país como Japón, que no cuenta con recursos naturales, sin energía nuclear, no podría operar; mejor dicho, no podría ser el país que es. Al carecer de energía tendrían que comprarla. Pero no es una energía que sólo se emplee en Japón: Alemania tiene energía nuclear, Francia la utiliza; pero a nadie le gusta vivir cerca de una planta de energía nuclear. Entonces, a pesar de que se trata de la fuente más limpia, el mayor problema radica en el manejo de los desechos nucleares, puesto que sabemos que si comenzamos a generar por medio de energía nuclear, tenemos energía de sobra; pero como las baterías empleadas en algún momento se agotan, su manejo posterior es el que debe de realizarse con especial cuidado.
Hablando de la energía eólica y de la solar, en comparación con la nuclear, podemos decir que no son tan eficientes. Para generar la cantidad de energía que se obtiene con la generación nuclear, necesitaríamos centenares de aerogeneradores por todas partes; en el caso de las fotoceldas, es un problema similar, puesto que se requiere mucha superficie. Lo que vamos a ver es la convivencia de diferentes tipos de energía para la producción de electricidad, dependiendo de la ubicación. Por ejemplo, la solar no funciona en lugares muy cercanos al Polo Norte, como en Rusia, donde los periodos de oscuridad son muy prolongados.
MH: ¿Han resultado eficaces los programas implementados por diferentes naciones e instituciones para paliar el deterioro del planeta?
GY: En México se está buscando la forma de reducir los consumos de energía; no obstante, hace falta que la población común cobre consciencia de esto y comience a cambiar sus hábitos: no dejar los aparatos encendidos ni las luces que no se requieren. Los más jóvenes, en las escuelas, están recibiendo este tipo de educación, lo que será redituable en la siguiente generación, puesto que ya están sensibilizados a los cambios del medioambiente. Con este tipo de formación desde las bases, ellos vendrán con la consciencia de que lo que desarrollen no debe afectar al ambiente.
MH: ¿Es realmente posible revertir el impacto ocasionado por los cambios en el clima?
GY: Ver un efecto en el corto plazo es algo difícil. Los proyectos para proteger a la capa de ozono han ayudado a eliminar los gases, como el R-12, que es sumamente dañino para la capa. Pero lo cierto es que el cloro que fue liberado al ambiente ya está ahí y no puede sustraerse, ya se encuentra en la estratósfera y está perforando la capa. No hay manera de bajarlo o de mandar más ozono para reparar el daño. Lo único que podemos hacer es disminuir la cantidad de emisiones. De ese modo, con el invierno ártico y el invierno antártico, la cantidad de cloro dejará de reaccionar y comenzará a disminuir, con lo que, de manera natural, el daño a la capa se eliminará.
En sí, la atmósfera contiene cloro de manera natural, lo que la afecta es el exceso de cloro. Lo más que podemos hacer, ahora, es dejar de emitirlo para que la Tierra comience a recobrar el balance.
MH: ¿Qué faltaría por hacer para que los resultados sean más tangibles?
GY: Otra manera de ayudar es tomar en cuenta los estándares que se han desarrollado para lograr la implementación de los edificios de energía cero, los cuales pueden generar la totalidad de la energía que requieren. La meta es introducirlos antes de llegar al 2020; si no se logra hacer esto antes de 2020, será muy difícil revertir los daños.
MH: En caso de no lograrse, ¿qué tan graves serían las consecuencias y de cuánto tiempo dispondríamos?
GY: Lo que estamos haciendo es modificar el clima. Como seres humanos, como civilización, logramos sobrevivir gracias a las condiciones climáticas. Pero, si seguimos alterando las condiciones, no vamos a poder sobrevivir en esas circunstancias. Quizás, nosotros como civilización podríamos adaptarnos, pero los animales y muchas otras personas no podrían lograrlo en condiciones tan adversas.
Por ejemplo, en zonas de huracanes, que cada 15 días apareciera un huracán sería catastrófico. Ahora, si no pueden vivir en esas zonas, ¿adónde se irán a vivir? En los lugares donde las nevadas son severas, quizás no se podría transitar en meses enteros. Ese sería el mayor riesgo. El planeta, de una forma u otra, recobraría el balance natural, pero en el proceso habría mayor cantidad de huracanes, mayores heladas y se llevaría, con ello, a todas las especies.
MH: ¿Quiénes serían los principales encargados de desarrollar acciones y darles difusión?
GY: En México, como en otros países, los gobiernos están implementando acciones. Pero considero que los ingenieros también debemos hacer nuestra parte. Quienes hacen los proyectos eléctricos o se dedican a la industria del aire acondicionado deben mejorar sus prácticas. En el campo del aire se están eliminando los refrigerantes que tienen potencial de calentamiento global, los que perforan la capa de ozono. Habrá que mejorar también las tecnologías, desarrollar sistemas que puedan ponerse en marcha con fuentes de energía alternativa. Esto tiene que ver con quienes desarrollan los equipos y con quienes se encargan de instalarlos. Debemos apegarnos a las normas de las instituciones. Esto tiene que ver con la ética de las personas. Uno debe buscar la manera de que el proyecto desarrollado no consuma tanta energía.
MH: ¿Existe la necesidad de establecer acuerdos entre naciones para realizar actividades conjuntas a favor del ambiente?
GY: A partir de que el Dr. Mario Molina, quien descubrió el agujero en la capa de ozono mediante un estudio de química atmosférica, nota que los CFC perforan la capa de ozono, se establece el Protocolo de Montreal, donde se llega al acuerdo de dejar de emitir gases clorados. Es una acción que sí se está realizando. Es una acción a escala global.
MH: Se dice que el agujero de la capa de Ozono ha comenzado a cerrarse, gracias a las acciones implementadas. ¿Qué tan benéfico será ese cierre y qué tanto nos ha afectado su existencia?
GY: Con respecto a la capa de ozono, durante el año pasado, se reportó que se había reducido, pero no fue cierto. Ocurrió que el agujero que se abrió no fue tan grande. En el 2010 incluso se abrieron dos: uno en el Polo Sur y uno en el Norte. El del Sur no alcanzó sus magnitudes tradicionales; midió 22.2 millones de km2, considerado el segundo más pequeño de la década. El año pasado, midió 26 millones de km2. El más grande de que se tiene registro midió 30 millones de km2, reportado en el 2000. Por otro lado, en el Polo Norte se abrió otro que midió 15 millones de km2. Antes sólo se trataba del agujero en el Polo Sur. De hecho, durante 2011, si se revisan los reportes de enero a junio, todo aparece normal; pero si se revisan los de julio a diciembre, alrededor de septiembre se encuentra información que estaba abierto un agujero en la capa de ozono en el Polo Sur. Ese es estacional. Abre el primero de julio y cierra el 31 de diciembre de cada año. Entre enero y marzo de este año, se abrió el agujero en el Polo Norte. Es decir, entre más frío sea el invierno ártico o antártico, más grande será el agujero de la capa de ozono, y viceversa.
MH: ¿Qué factores se consideran más críticos?
GY: Entre todo esto, la radiación ultravioleta que penetra a través de la capa de ozono es el elemento más crítico. Los rayos UV tipo A pasan a través de la atmósfera y llegan a la superficie de la Tierra; la tipo B es filtrada por la capa de ozono. Por ejemplo, México, que se encuentra en un paradero en el que la protección de la capa de ozono es menor, pues la protección normal es de 300 unidades de ozono y en el país nos encontramos por encima de las 200, los problemas de melanoma en la piel, de cataratas se incrementan, al grado de que están a punto de ser declarados problema de salud en México. Como comparativo, en décadas previas, uno podía ir a la playa y untarse aceite de coco para proteger la piel del sol; ahora, es necesario utilizar protector solar factor 40 o superior para no sufrir quemaduras severas.
Entonces, aunque el cambio climático es un fenómeno escalable, el agujero en la capa de ozono es un factor inmediato que provoca cáncer. Las cifras del Instituto Nacional de Cancerología señalan que el melanoma representa 23 por ciento de los tumores de piel que se atienden en el país, y va en aumento. Mientras que las cataratas lo padecen 1 millón 600 mil personas en la República mexicana.
En Ecuador, también se ha reportado un debilitamiento considerable de la capa de ozono sobre la franja ecuatorial. Se registra en casi toda la zona una disminución de 3.5 por ciento en la protección que brinda la capa de ozono, en comparación con la que se tenía hace 10 años.
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