Ing. Fausto A. Muslera Marín.
Consultor en Dirección de Empresas y Factor Humano.
fausto.muslera@prodigy.net
Antecedentes
Vivimos en un momento histórico de transformaciones profundas, aceleradas y globales al inicio de un nuevo siglo y de un nuevo milenio; estamos siendo testigos de los más impresionantes cambios del mundo en todos los ámbitos de la cultura, cambios llenos de retos y amenazas pero también de esperanzas y promesas que serán realidad en la medida en que los seres humanos seamos capaces de responder a la brillante oportunidad que se tiene enfrente.
Las tendencias persistentes en este momento de transición muestran que los cambios están provocando una reconfiguración de la sociedad actual. Todo indica que todo lo nuevo no fácilmente podrá ser acomodado en los viejos moldes. Muchos factores, tales como, la globalización y la competitividad, las nuevas relaciones laborales, las creativas, innovadoras y cambiantes formas actuales de producir, los requerimientos sociales, la importancia que está tomando el problema de la estabilidad laboral, las economías emergentes, los fuertes cambios que experimenta la geopolítica, la ampliación de las responsabilidades de las organizaciones, la presencia inobjetable de la tecnología sobre todo en la comunicación, en la informática y en el conocimiento, en fin, indicadores de que algo nuevo se está dando.
Desde una perspectiva sumamente resumida, la humanidad ha vivido tres grandes etapas o eras: la era agrícola, la era industrial y la era actual, la del conocimiento. En las dos primeras etapas y evidentemente en la primera con mayor incidencia, la fuerza física, muscular, la energía mecánica del ser humano impulsaron a todas las sociedades a alcanzar sus propios y limitados niveles; la ausencia de los derechos humanos se vivían a diario, el hombre se consideraba “una cosa más”; en esas etapas el ser humano carecía de una visión del mundo, su realidad definitivamente estaba al alcances de sus sentidos, las habilidades desarrolladas por esos seres humanos basadas en una tecnología congruente a su tiempo les permitieron hacer maravillas en una ambiente poco favorable pero que sin embargo, pusieron las bases para que empezara hace un poco más de 200 años la tercera etapa de la humanidad: la del conocimiento.
Esto trajo una adecuación trascendental en la sociedad: se cambió de una posición del ser humano como “cosa” a una posición como “ser pensante”, como ente con conocimiento con apoyo tecnológico y educativo, haciendo al mundo del tamaño de una nuez por el desarrollo impresionante e ilimitado de la comunicación y de la informática, con una reafirmación de los derechos humanos y las obligaciones correspondientes. Consecuencia lógica de esta reducción a la “aldea global” coloca a la humanidad en ciertas tendencias las cuales, según Alvin Toffler: “son como olas que inician influyendo en la cultura social y que poco a poco, con mayor fuerza la superan y la modifican totalmente, ya que son directrices y no resultados finales”. A continuación, se enumeran algunas de estas megatendencias:
• Democratización del conocimiento. Educación para las mayorías.
• Del autoritarismo a la corresponsabilidad. Relaciones humanas participativas y responsables.
• Sociedad civil poco paternalista. Democracia participativa no representativa.
• Cambio, provisionalidad y globalización. Un mundo acelerado, cambiante, globalizado, necesitado de principios y valores universales como base de la nueva civilización.
• Dirección hacia la calidad continúa en un mundo cada vez más especializado. Trabajo en equipo, énfasis en los procesos eficaces, orientación hacia el cliente y la calidad total, mentalidad empresarial, escasez de empleo, empresas socialmente responsables a niveles de excelencia.
Dentro de estas megatendencias existen organizaciones que se dan cuenta de lo que estamos hablando y hay otras que ni siquiera tienen una idea cercana o al menos inicial de lo que está pasando; tenemos empresas micros, pequeñas, medianas, regionales, nacionales, internacionales y globalizadas, quienes son dirigidas por “alguien” y ese alguien puede llamarse único dueño, emprendedor, socio, trabajador, ejecutivo, empresario, directivo y lo que se les ocurra, que están en la posición de no sólo es suficiente generen riqueza para sí mismos y sus empresas, sino que deben poseer una arraigo social, un compromiso con la comunidad y con los miembros de las organizaciones, de manera que hagan crecer a sus empresas y respondan a los accionistas; al mismo tiempo deberán lograr desarrollar y capacitar a su gente y a la comunidad de manera que le permitan ser más competitivos, ya no por precio, calidad u ofertas sino por un valor agregado intangible que es lo que la gente percibe.
Las Rutas
Las empresas del siglo XXI, que ya están gestándose en las tendencias arriba mencionadas, están sufriendo una transformación por las exigencias del libre mercado, de la tecnología y de los grandes problemas económicos y políticos. En un mundo donde la ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados, y en donde el conocimiento anterior pasa a ser obsoleto rápidamente, se puede ver que las empresas se perfilan a ser organizaciones donde los valores más preciados pasan a ser el conocimiento y la información. Las nuevas instituciones serán grupos humanos que generen y trasmitan información y nuevos conocimientos de una manera permanente; de acuerdo a Peter Senge quien la definió como “la organización que aprende” pasando a una forma permanente de enfrentar el cambio y prepararse a los embates del mercado.
Esto genera organizaciones en continuo aprendizaje y estimulación de las facultades intelectuales, de adquisición de multihabilidades como requisito básico de empresas más productivas, de trabajadores que controlan su propia producción a través del conocimiento, de las tecnologías, del control estadístico y de la revaloración de su aportación a través de ideas y soluciones generadas en la base de la organización.
Todo esto nos lleva al concepto de la “organización inteligente”, cuyo capital más importante es la capacidad de generar conocimiento y tecnología, de inventar, reinventar y aprender, de crear nuevas formas y sistemas para competir en un mundo en continuo progreso. Esto es “organizaciones flexibles” cuya característica esencial es la respuesta eficaz a los retos de la nueva tecnología contando con la agilidad básica para crecer o disminuir el número de productos y servicios, la cantidad de personal, la cantidad de instalaciones, flexibilidad para implantar nuevos procesos, para brindar un servicio personalizado a la velocidad y costo óptimo.
Esta evolución organizacional pasa a lo que se conoce como la “organización molecular” en donde cada unidad o área de la empresa tiene la suficiente autonomía para analizar sus responsabilidades desde su especialidad y pueda tomar decisiones con la libertad necesaria para permanecer en la vanguardia, sin esperar las decisiones centralizadas de la tradicional pirámide organizacional.
Otro paso evolutivo de las organizaciones conlleva a escudriñar el futuro y tomar las decisiones pertinentes en función de las tendencias de transformación, esto es, la “organización proactiva” que se adelanta a los hechos, que responde a los sucesos futuros y probables. Los nuevos ejecutivos deberá ser visionarios, profetas y proactivos del cambio de su tiempo para dar seguridad y rumbo a sus colaboradores y clientes.
Las empresas del siglo XXI fortalecen ya sus contactos con la creación de nuevos compromisos formales para alcanzar una mayor productividad y colaboración. Estos compromisos van desde la colaboración laboral, colaboración con otras entidades semejantes, con sindicatos, con los consumidores, con el gobierno e incluso, cuando se permita, con los competidores. Es decir, buscan la complementariedad y la dependencia mutua. A esta etapa se le conoce como la “organización de alianzas”.
Han avanzado a pasos agigantados los cambios organizacionales en los años recientes. Las nuevas tecnologías están brindando posibilidades extraordinarias: los maestros desde su escritorio o desde su aula pueden impartir sus cursos a millones de estudiosos en el mundo; a su vez estos alumnos pueden recibir estos conocimientos en un edificio escolar o en su casa o en su lugar de trabajo; sin tener que abandonar la oficina, cualquier ejecutivo puede hacer negocios través de los modernos sistemas de información. Ya existen empresas y empresarios conectados a internet, cable u otros medios que hacen negocio sin tener salas de exhibición o de tener a su ge-rente de ventas presente físicamente. Es decir, ya existen organizaciones gigantescas sin poseer costosas oficinas, sin cargas de enormes nóminas, contratando servicios externos por proyecto o por negocio, y se les llama “organizaciones virtuales”.
Las nuevas organizaciones de nuestro mundo actual, interdependiente e inmerso en problemas y retos globalizados, requieren formar una cultura de respeto a las diferencias: de visión a largo plazo, de responsabilidad con el medio ambiente y con la comunidad, de esfuerzos globales para el fortalecimiento de la educación y de las condiciones de desarrollo sostenido para las grandes mayorías, del res-peto al mercado que es la base del crecimiento perseguido por todos y que se genera en un consumidor satisfecho. En otras palabras, la “organización con responsabilidad social” es aquella que define hoy, el futuro del hombre y de la sociedad generando y corresponsabilizando el desarrollo personal de sus miembros, contribuyendo con sus esfuerzos en los alcances económicos y sociales de las comunidades donde opera.
Una propuesta.
Siempre existe la posibilidad de una transformación aunque todo lo que nos rodea sea profundamente real y nos arroje a la cara su presencia minuto a minuto. Para empezar esta transformación se requiere un concepto básico y fundamental que es el humanismo, que por cierto, no tiene nada de original; con este enfoque está en juego la esencia y realización integral del hombre. Es más, esta espiritualización de la empresa y de la cultura organizacional que la mueve, anima, empuja como soporte fundamental, significativo y simbólico, está en auge debido a la coyuntura global que envuelve en este siglo XXI a la humanidad.
Se debe dejar bien en claro que:
• La empresa, en el último cuarto de siglo, se ha convertido en un factor cultural total. Desborda con mucho, el campo económico, político, laboral y social. Es un factor de cambio.
• La empresa se ve obligatoriamente envuelta en desafíos que la empujan a trascenderse a sí misma y redimensionarse no por los cambios externos, sino convencida de su nueva y a la vez tradicional condición como factor de influencia en la sociedad y que sea capaz de responder a la nueva condición humana.
• Sin aceptar este compromiso, la empresa ante tantos desafíos, no podrá tener respuesta suficiente. Sin la re dimensión de la empresa y sin líderes visionarios que perciban la relación de este proceso con la sustentabilidad de la cultura del futuro, la viabilidad de las empresas será incierta.
• Simplemente no se puede prescindir en la empresa actual de personas con una visión amplia del mundo.
El efecto trascendente de una organización fundamentada en lo que debe ser acarrea como consecuencia un equilibrio entre todos sus componentes: los socios, los dirigentes, los administrativos, los obreros, el staff, los gerentes medios, los supervisores. Los principios, valores y virtudes que son universales, son necesarios que rijan los caminos a seguir de una organización. No se debe existir alguna empresa sin un faro orientador de estos elementos.
Conclusiones
Se ha realizado un amplio camino histórico pero a la vez tremendamente breve para visualizar a la empresa el día de ayer y como ha llegado al día de hoy y que se espera para el día de mañana de ella. El tema da para mucho más como para describirlo en estas pocas líneas, sin embargo, sencillamente es mi pretensión con este artículo que aquel que lo lea, se le amplíe el panorama de lo que hoy por hoy es la tendencia de la empresa moderna y, déjeme decirlo, se limita a tres palabras: el ser humano.
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Referencias bibliográficas
“Liderazgo, Valores y Cultura Organizacional” Ed. Mc Graw Hill. Alfonso Siliceo A./ David Cásares A. / José Luis González M. ISBN 970-10-2362-5.. 1999. Primera Edición. México
“Un comentario crítico sobre su filosofía gerencial”.
Ed. Diana. Peter Drucker. I993. México.
“La inteligencia emocional”
Ed. Vergara. David Goleman. 1998. México.