El problemático tema de contaminación ambiental ha llevado a diversas disciplinas a pensar en la obtención y uso de tecnologías más amigables con el medioambiente. Esto ha dado pie al redescubrimiento de materiales tradicionales, como el adobe, cuyas características permiten edificar proyectos más sostenibles
Karemm Danel
Los antecedentes del uso del adobe como material de construcción datan de la época precolombina, tanto en EUA, como en Mesoamérica y Sudamérica. En México, muchas de las edificaciones –sobre todo religiosas coloniales– lo emplean como principal material constructivo, convirtiéndolo en parte del patrimonio cultural.
El doctor David Morillón Gálvez, coordinador de Mecánica y Energía del Instituto de Ingeniería de la UNAM, menciona respecto de este material que “la tendencia del adobe en México es a la baja, puesto que es un material vernáculo y se relaciona mucho con el nivel económico de la región. El paradigma es que cuando la gente tiene otro nivel económico tiende a cambiar el adobe por materiales más industrializados. Por ello, en los últimos años, su uso ha disminuido; sin embargo, a nivel de conciencia ecológica e igualmente como material artesanal, le da un valor a la construcción vernácula”.
Un ejemplo de la tendencia en este tipo de materiales sustentables es que en EUA se promueve ampliamente el ladrillo solar, material que permite mejores condiciones térmicas; no obstante, su costo elevado resulta una limitante. En México, el adobe se ha usado considerablemente en la construcción de cabañas en zonas de sierra, como material amigable con el medioambiente.
Estas tendencias han llevado al adobe por dos vertientes: la que se aleja de cierto grupo de personas, porque lo consideran un producto para niveles económicos bajos, y la que lo toma como un material artesanal y, por tanto, que otorga un valor mayor a las construcciones.
Bajo este tenor, resulta importante hacer hincapié en que la ideología se ha convertido en un elemento definitorio en la elección de materiales industrializados, como lozas de concreto, bloques y láminas de Zinc, en lugar de materiales sostenibles como el adobe y el bambú, en la industria de la edificación. Esta tendencia ha dado pie a construcciones con altos niveles contaminantes a lo largo de su vida útil y características estructurales ineficaces, debido a que se han pasado por alto los rasgos geográficos y climáticos de la región, lo que resulta en un desempeño inadecuado de los sistemas de calefacción y ventilación, cuando, en algunos casos, podría prescindirse de ellos.
Aplicaciones
El Instituto Nacional de Geografía y Estadística, con datos de la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras, reportó que durante diciembre de 2013 la construcción por tipo de obra alcanzó un 42.6 por ciento, con el Distrito Federal (11.4 %); Guanajuato (9.8 %); Nuevo León (8.5 %) y Jalisco (5.1 %) como los estados con mayor porcentaje de edificaciones en la República Mexicana. Cabe resaltar que dado que el adobe presenta inestabilidad ante movimientos bruscos, es recomendable no emplearlo donde exista alta actividad sísmica, por ejemplo en la costa del Pacífico, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Jalisco, y en la península de Baja California y Mexicali.
A este respecto, el doctor Morillón comenta: “Generalmente, en México es muy cuestionado el adobe desde el punto de vista estructural, principalmente por ser una zona sísmica. Es evidente que en zonas con alta sismicidad las construcciones que más daños sufren son las de adobe. En los sismos más recientes que se dieron en Colima, muchas de las construcciones hechas con este material se vinieron abajo; lo mismo sucedió en los poblados de alrededor, como Tecomán. Se han ido dando algunas especificaciones en los reglamentos, pero se contradicen con los valores de financiamiento que se otorgan para las construcciones donde no se recomienda el uso del adobe por ser un material poco confiable para el predio”.
Por este motivo, el adobe se sugiere para zonas de baja sismicidad como Guanajuato, Zacatecas o Chihuahua, donde el material puede responder perfectamente al clima que se presenta en tales regiones. “Suele aplicarse en la arquitectura vernácula, tanto para vivienda como para construcciones antiguas, como iglesias, edificios públicos y sobre todo en edificios para animales y almacén de granos”, puntualiza Morillón.
En cuestión de sostenibilidad, con la reciente importancia que ha tomado el cuidado del medioambiente, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción indica que la inversión destinada a recursos para el cuidado del medioambiente del Programa de Inversión en Infraestructura Social y de Protección al Ambiente incrementó de 980 millones 461 mil 318 pesos, en 2012, a 1 mil 568 millones 887 mil 655 pesos en 2014. Este aumento constituye un indicador de la importancia que representa llevar a cabo proyectos que incluyan sistemas constructivos alternativos que permitan un aprovechamiento energético adecuado y eficaz en el proceso de construcción, desde la elaboración del material hasta la realización del proyecto. En este sentido, el uso del adobe para reducir el gasto energético es bastante viable gracias a sus propiedades.
“El adobe, por ser tierra sin cocer, no tiene un impacto en su fabricación y tampoco impacta después de que tiene una vida útil en el edificio, la vivienda o la construcción en la que se utilizó, puesto que se integra de manera muy natural al medioambiente”, señala el doctor Morillón.
En general, el empleo de materiales industrializados provoca un daño considerable sobre el medioambiente, que da como resultado altos costos en términos de gasto energético. En cambio, emplear adobería como material constructivo donde resulta viable ofrece beneficios en diversos sentidos. “Además de las ventajas ambientales, el adobe tiene características de comportamiento térmico que permiten mantener muy estables las condiciones dentro de un espacio; es decir, evita las temperaturas elevadas o bajas del exterior dentro de los espacios donde se construyó”, puntualiza Morillón.
No obstante, como se menciona anteriormente, las tendencias actuales precisan pasos previos para incrementar el uso de este tipo de materiales en mayor cantidad de obras. “La capacitación o educación, principalmente de posgrado, se centra en las características por el origen del material y sus impactos de consumo en emisiones de CO2. Por el origen del adobe, es un material de bajo impacto ambiental, pero además tiene propiedades que permiten, al momento, eliminar los picos de temperatura en el interior y en el exterior, ya sea a temperaturas altas o muy bajas. Estas características permiten que el edificio requiera menos energía para la climatización y, por lo tanto, son edificios de bajo consumo energético e impacto ambiental prácticamente nulo”, señala el académico de la UNAM.
Al consultarle si recomendaba el uso del adobe, el doctor Morillón comenta: “Desde el punto de vista térmico tiene muchas ventajas por la inercia térmica y el amortiguamiento, sería cuestión de solucionar la parte estructural para que entonces sí se pueda generalizar su utilización o bien emplearlo en los lugares donde no existe un alto índice de sismicidad para recurrir a él con muchos beneficios térmicos, energéticos y ambientales”.
Por otro lado, no todas las características del adobe resultan óptimas para la industria. El académico de la UNAM menciona un reto fundamental que debe superarse para lograr el auge de este material: “Uno es su condición no adecuada para el comportamiento estructural que tiene que ver con sus dimensiones, ya que la edificación de la vivienda implica espacios mínimos y emplear adobe de 20, 25 o 40 metros implica más de 1 metro y medio de espesor, lo cual quitaría alrededor de 6 o 7 metros de fachada, de largo o ancho del terreno”.
El adobe como industria
El uso del adobe para reducir la necesidad de sistemas de ventilación y calefacción es factible, siempre y cuando se tomen en consideración ciertos elementos. “El material es bastante útil para reducir tanto el uso de aire acondicionado como de calefacción, gracias a su inercia térmica, que consiste en un factor de retraso térmico, es decir, lo que pasa en el exterior casi no se percibe en el interior. Otra característica es el amortiguamiento térmico, esto quiere decir que no todo el calor o todo el frío que hubo fuera se va a meter. Dicho amortiguamiento llega a ser de más del 70 por ciento: si afuera hubo 40 centígrados, las personas percibirán únicamente 30 por ciento de esa temperatura. Tiende a ser una temperatura muy constante, pues evita los cambios de la mínima y la máxima que se presentan durante el día”.
La limitante de su resistencia estructural, según comenta el doctor Morillón, se ha abordado en distintas partes del mundo con miras a extender su uso en construcciones de grandes dimensiones. “En Francia y EUA, por ejemplo, se ha promovido el uso de la tierra. Y una de las alternativas para poder ocuparlo en zona sísmica es agregar un material humectante; esto le daría más resistencia, aunque también disminuiría sus propiedades de conductividad térmica. En EUA, principalmente en Arizona o Nuevo México, las construcciones tienden a usar el adobe como material por las características climáticas de esas regiones; hay comunidades completas donde se promueve su uso”.
En términos económicos, las ventajas y desventajas del adobe también son tema de discusión. ”Muchos de los valores económicos que se le dan a la construcción no reconocen este material para fines de financiamiento o créditos. Además, por la industrialización que se da en la construcción, es más tardado ir pegando o haciendo un adobe, respecto al tiempo que se maneja actualmente, donde comienzan a ponerse moldes y a colar el concreto. El tiempo afecta en sus ganancias”, detalla el doctor Morillón y añade: “Si las constructoras optan por una serie de viviendas en corto tiempo, con el adobe se llevaría más y los espacios tendrían que ser mayores al frente de la vivienda para poder emplearlo. Igualmente, el recurso en una ciudad como México no sería tan factible debido al requerimiento de tierra para hacer el adobe, que es como comúnmente se hace en las zonas alejadas de la ciudad”.
En cuanto a los costos de fabricación, en general, el doctor Morillón comenta: “Cuando el material lo hace el propio usuario, existe un beneficio económico; cuando implica traerlo elaborado y de largas distancias, aunado al tiempo empleado en la mano de obra durante la construcción, entonces sí hay una diferencia de costos y no resulta tan económico. Así que el costo inicial sí implicaría, por la mano de obra, más dinero; aunque se puede recuperar con el ahorro de energía”.
Para concluir, Morillón Gálvez recalca que las características del adobe, desde el punto de vista del comportamiento térmico, permiten disminuir la demanda de energía para la climatización si lo comparamos con el concreto, el vidrio e incluso el tabique, los cuales presentan alta conductividad, poca resistencia y poco amortiguamiento.