El cambio climático y el calentamiento global son fenómenos íntimamente relacionados que impactan cada vez más al mundo en muchos aspectos.
El deshielo de los polos, las tormentas, los huracanes más fuertes, las sequías, etcétera, así como los problemas que se derivan de estos cambios, como la pérdida de cosechas y el cambio en el metabolismo de los animales, son afecciones que actualmente representan una problemática de gran magnitud que compete a todos los sectores.
Según Greenpeace, el calentamiento global es la mayor amenaza medioambiental a la cual se enfrenta la humanidad, y me declaro completamente de acuerdo con dicha aseveración. Por su parte, la ONU concreta que 95 por ciento de los cambios ambientales se deben a la actividad humana, y también concuerdo.
La temperatura global promedio de la tierra es un balance entre las energías que entran y salen del planeta a través de la atmósfera, además de las energías convertidas y consumidas por toda la actividad humana. Su valor actual es del orden de 14.5 °C y ha venido aumentado consistentemente desde finales del siglo pasado.
Hay una correlación muy marcada entre la concentración de CO2, el CO en la atmósfera y la temperatura media de la tierra. Para nadie es un secreto que estos dos gases agotadores de la capa de ozono son responsables, en gran parte, del calentamiento global, y mucho se ha hablado de su control.
Como ingeniero especializado en Ingeniería Térmica he dedicado toda mi vida a proyectos que utilizan tecnologías y ciclos de refrigeración ineficientes, y cada vez tomo más conciencia de que debemos hacer un cambio en nuestras actividades sobre todo con una base energética distinta como la solar, la eólica y la geotérmica.
En cuanto al impacto de nuestra actividad en la climatización y la cadena de frío es evidente que es muy alto. Los rendimientos de los equipos medidos, bien sea por su COP, EER o el muy representativo KW/TR que, principalmente, en equipos de gran tamaño suelen ser muy deficientes aun cuando han mejorado sustancialmente. Sin embargo, no existe un cambio tecnológico marcado que reduzca drásticamente el consumo de energía para la climatización y la cadena de frío.
Hay excelentes esfuerzos, pero el resultado todavía no llega; sé que no es fácil, pero se nos acabó el tiempo.
Lo mismo sucede con los refrigerantes que utilizamos en nuestro gremio. No ha llegado ese refrigerante que sea altamente eficiente, que no ataque la capa de ozono y tenga un factor de calentamiento global nulo o imperceptible.
Hoy en día, la tendencia es hacia los refrigerantes naturales, y se han logrado buenos resultados en equipos pequeños; aunque en los grandes equipos, que consumen mucha energía, no ha aparecido esa combinación anhelada de máxima eficiencia con mínimo impacto ambiental.
Las estrategias de control en los sistemas durante la fase de diseño, luego en el montaje y, por supuesto, en la operación y el mantenimiento deben lograr que los sistemas se ajusten a las cargas parciales de la manera más precisa posible. Y aquí nos queda una importante tarea, pues según mi concepto, en general, no usamos adecuadamente dichos controles en los sistemas.
La reglamentación en nuestros países latinoamericanos para promover acciones que mejoren el uso racional de la energía y nos torne ecológicos resulta deficiente o inexistente, así que en ello debemos emplearnos a fondo desde las asociaciones, las universidades, los gobiernos y todos los actores de nuestro negocio.
Debemos auditar nuestros sistemas de climatización y de cadena de frío para encontrar dónde y cómo desperdician energía y atacan el medioambiente; corregir las anomalías, actualizar y optimizar dichos sistemas.
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Camilo Botero
Expresidente de ACAIRE en dos periodos, miembro de ASHRAE y de la ACIEM, además es secretario de la FAIAR. Fue nominado en Who is Who in Science & Engineering (2007, USA) y en IBC Foremost Engineers of the World (2008, Cambridge Inglaterra). Es presidente de Camilo Botero Ingenieros Consultores Ltda. y se ha desempeñado como docente en universidades colombianas.