Dentro y fuera de espacios cerrados, la concentración de agentes nocivos en el aire es elevada y repercute en la salud, manifestándose como simple cansancio, resfriado común o padecimientos más graves. Un hallazgo mayúsculo es que la mayoría de los contaminantes se genera en el espacio mismo y por causa de elementos que parecerían inofensivos, como limpiadores y aromatizantes. Evitar su concentración puede lograrse mediante el diseño y adecuado mantenimiento de sistemas de climatización
Por Eréndira Reyes
Según los expertos de la National Air Filtration Association (NAFA) y de la National Air Duct Cleaners Association (NADCA), la conexión entre el uso de un inmueble como lugar de trabajo y la aparición de molestias y síntomas que responden a una enfermedad es un hecho que ya no puede cuestionarse, y como prueba han estudiado fenómenos como el Síndrome del Edificio Enfermo.
De hecho, en 2015, NAFA indicó que alrededor de 90 mil personas, en Estados Unidos, murieron por algún virus adquirido en el hospital, lo cual evidencia una de las consecuencias de tener una mala calidad de aire interior. Ésta depende de variables, como la calidad del aire exterior, el diseño del sistema de ventilación y del sistema de aire acondicionado, las condiciones en las que opera y se mantiene, la zonificación del edificio y, sobre todo, de las fuentes interiores de contaminación. Los efectos adversos que puede haber a causa de esa deficiente calidad del aire afectan a muchas personas, pues la mayoría de los habitantes citadinos pasan la mayoría del tiempo dentro de ambientes interiores.
El problema se ha agravado por el diseño de espacios herméticos, ya que éstos reciclan el aire interno con porciones cada vez menores, dejando de lado la ventilación natural, pues en muchas de las ciudades hay exposición de contaminantes provenientes del aire exterior, como sucede en la Ciudad de México, donde las partículas de ozono pueden generar una gran toxicidad en los interiores.
El ingeniero Carlos González Boothby, director Técnico de Indoor Environmental Consultans de Puerto Rico, comenta en entrevista que “las concentraciones de contaminantes en el aire interior suelen ser de la misma magnitud que las encontradas habitualmente en el aire exterior, y mucho menores que las existentes en el medioambiente industrial, donde se aplican normas relativamente bien conocidas, con el fin de evaluar la calidad del aire. Muchos ocupantes de edificios se quejan de la calidad del aire que respiran, por lo que es necesario investigar esta situación, para evitar quejas sobre el confort”.
Es importante decir que el aire inhalado se percibe perfectamente a través de los sentidos, ya que el ser humano es sensible a los efectos olfativos, e irritantes, de cerca de medio millón de compuestos químicos, esto según un informe presentado en Estados Unidos, por la National Institutes of Health. Por consiguiente, si todos los ocupantes de un edificio están satisfechos con el aire, se dice que éste es de alta calidad, y de mala calidad si sucede lo contrario. ¿Significa que es posible predecir cómo se percibirá el aire a partir de su composición? Sí, pero sólo en parte.
[box type=”info” ]Según el estudio Health, Wellbeing and Productivity in Offices, publicado en junio de 2015 por el World Green Building Council, la calidad de vida de los ocupantes de un inmueble se puede ver mermada a causa de la mala calidad de aire interior. Como datos fuertes se puede ver el reporte de emisiones percibidas con sensores de partículas al interior de varios edificios, como el que realizó el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía de España (IDEA), el cual indica que el incremento de un grado de temperatura en una oficina puede aumentar 10 por ciento la emisión de partículas de dióxido de carbono al interior de éste.[/box]
Si bien la evaluación de partículas existentes en el interior de zonas industriales lleva más tiempo investigándose, las de ambiente interior en oficinas ha tenido un gran repunte. Asimismo, como una prueba más, se pueden ver los estudios hechos por NAFA, en los que ya no sólo indica el riesgo que implica tener una mala calidad de aire interior en hospitales, sino que ahora habla sobre los riesgos que una oficina puede tener. De hecho, el organismo norteamericano indica, en su estándar ANSI/ASHRAE 52.2–1999, cuáles son los materiales que mayor toxicidad emiten y el tipo de filtros que pueden utilizarse a la hora de construir un edificio.
Fuentes de contaminación
Para González Boothby, la mayoría de los problemas ambientales interiores es consecuencia de decisiones tomadas durante el diseño y la construcción del edificio, y aunque éstos pueden resolverse más adelante, es más rentable prevenir las deficiencias durante la etapa de diseño. “En esta fase es importante tener en cuenta los diferentes factores que contribuyen a eliminar o minimizar los problemas que pueden surgir en el futuro, a causa de la mala calidad del aire”.
Para evitarlos, indica el especialista, es importante comenzar por detectar qué factores intervienen en el desempeño del edificio, como localización, diseño arquitectónico, elección de los materiales, secuencia de la instalación de éstos o sistemas de ventilación y aire acondicionado.
Planificar el espacio interior también es fundamental. El uso y las actividades que se desarrollen en el inmueble permiten determinar qué elementos pueden convertirse en una fuente de contaminación. Ejemplos de este tipo de actividades serán la preparación de alimentos, trabajos de imprenta y artes gráficos, el uso de máquinas fotocopiadoras y áreas de fumar.
El papel del sector
Pocos estudios son concluyentes sobre el tema de la calidad de aire interior, debido a insuficiencia informativa respecto de la relación entre la exposición a los contaminantes en las concentraciones en las que suelen estar presentes en espacios de oficinas y sus efectos. La información sobre espacios con concentraciones elevadas de compuestos orgánicos volátiles (COV), como el entorno industrial, refiere cambios en la salud de algunas personas expuestas a estos ambientes.
[box type=”info” ]La American Society of Heating, Refrigerating and Air-conditioning Engineers (ASHRAE) ha elaborado una serie de normas y recomendaciones, muy utilizadas, para valorar la calidad del aire interior, donde el olor es uno de los aspectos considerados, ya que suele ser un parámetro definitorio para conocer si el aire de un edificio es “fresco”, “limpio” o “contaminado” al cuestionar a los ocupantes de un edificio, pues los olores, aunque a menudo se evalúan desde un punto de vista estrictamente subjetivo, dependen objetivamente de la presencia de compuestos en cantidades superiores a los umbrales olfativos, según indica el Estándar 62 de la ASHRAE.[/box]
Cuando más de 20 por ciento de los ocupantes de un edificio declara mala calidad del aire o presentan afecciones de salud, habrá una probabilidad de que se esté frente a un caso de Síndrome del Edificio Enfermo. Ante este fenómeno, las personas afectadas presentan síntomas similares a los del resfriado común o a los de las enfermedades respiratorias. De acuerdo con el ingeniero Boothby, las causas más frecuentes del Síndrome del edificio son ventilación insuficiente debida a falta de mantenimiento, distribución deficiente y entrada insuficiente de aire fresco.
Otros datos apuntan que la nula o mala ventilación mecánica puede provocar la aparición de entre 50 y 52 por ciento de partículas anómalas, debido a la contaminación producida por las máquinas de oficina, el humo del tabaco y los productos de limpieza; de hecho, se estima que entre 17 y 19 por ciento de edificios padecen este tipo de complicaciones, según cifras del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo de España (INHSTE).
[box type=”info” ]Una inadecuada entrada de aire, o una mala filtración, puede generar 11 por ciento de las partículas anómalas en el interior, mientras que la transportación de contaminantes microbiológicos a través de conductos de ventilación, sistemas de humidificación o torres de refrigeración puede generar entre 5 y 15 por ciento de las partículas contaminantes, según un estudio del INSHTE.[/box]
De la contaminación de aire interior en los edificios se han derivado enfermedades más graves, acompañadas de síntomas clínicos muy definidos y resultados de laboratorio claros, como la neumonitis por hipersensibilidad, la fiebre del humidificador, la legionelosis y la fiebre de Pontiac. No obstante, una opinión generalizada entre los investigadores es que estas enfermedades deben considerarse independientes del Edificio Enfermo, pues la mayoría aparece por falta de mantenimiento en sistemas de aire acondicionado.
“Hay que tomar en cuenta que las sustancias emitidas en el aire interior tienen muchas menos oportunidades de diluirse que las emitidas en el aire exterior, debido a las diferencias de volumen de aire disponible. Y en lo que respecta a la contaminación biológica, su origen se debe fundamentalmente a la presencia de agua estancada, de materiales impregnados con agua, gases o fluidos, y a un mantenimiento incorrecto de los humidificadores y las torres de refrigeración”, indica.
Por último, debe considerarse también la contaminación procedente del exterior y de ésta, tres fuentes principales: la combustión en fuentes estacionarias (centrales energéticas), la combustión en fuentes móviles (vehículos) y los procesos industriales. Cinco contaminantes importantes emiten estas fuentes: el monóxido de carbono, los óxidos de azufre, de nitrógeno, los COV y los hidrocarburos aromáticos policíclicos.
Por ello, es importante diseñar adecuadamente el sistema de aire y ventilación y que éste tenga concordancia con las especificaciones arquitectónicas del inmueble pues, además de reducir la velocidad con la que el aire circula dentro del edificio, se tendrán que evaluar los esfuerzos para aumentar su aislamiento e impermeabilidad de la instalación y ver, posteriormente, si este tipo de materiales no generará fuentes de contaminación interior. La labor del sector será evaluar los factores y especificar la cantidad de aire por renovar y la ubicación de entradas de aire natural, para que con ello se garantice una óptima calidad de aire interior.
Lee el artículo completo en la edición de junio 2016