La preocupación por la eficiencia energética está en la mente de todos. Cada uno a su manera busca áreas de oportunidad para reducir el desperdicio de energía, bien sea por economía, por consciencia ambiental o por ambas razones. En México, los sectores público y privado están apostando por este camino, conscientes de sus beneficios financieros y ecológicos
Luis Cerecedo
México está en una fase de cambios en materia de eficiencia energética. Por un lado, se tiene un continuo crecimiento urbano, que según datos del Banco Mundial, se reflejará en que la población urbana del país represente el 88 por ciento de la población total a fines de 2027.
Bajo esta tendencia, se espera que los problemas de contaminación aumenten debido a dicho crecimiento. En este sentido, se debe considerar un desarrollo alineado a la optimización del uso de los recursos que permitan que tal crecimiento sea también de forma económica para la población.
A nivel mundial, se ha hecho conciencia sobre la mejora de los procesos y el adecuado uso de los recursos en las organizaciones; tanto, que la inversión en eficiencia energética a nivel mundial alcanzó en 2014 los 80 mil millones de dólares, según el reporte de mercado de eficiencia energética de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
El punto de partida han sido las finanzas: desperdiciar energía impacta directamente sobre el balance económico y se convierte en una preocupación, porque se tiene la certeza de que puede modificarse. Además, se ha caído en la cuenta de que ser eficiente también representa un beneficio en términos ambientales y de responsabilidad social. Ante las exigencias mundiales de protección ecológica, se convierte en un rasgo distintivo buscar áreas de oportunidad para mejorar la eficiencia energética, sin importar el tamaño o el origen de la empresa que lo ponga en práctica.
Pero detectar tales áreas de oportunidad no siempre es labor sencilla. Los sistemas, equipos, personas y demás elementos que participan de las actividades productivas de una organización no son pocos y sus vínculos suelen ser complejos, mientras que detectar los desperdicios también resulta serlo.
En este sentido, la adopción de un sistema de gestión energética (SGEn) ayuda a las organizaciones a identificar y aprovechar al máximo su potencial energético, además de obtener beneficios significativos en costo y hacer una contribución importante al cambio climático y a la protección del medioambiente.
Este tipo de sistemas se basan en normativas nacionales e internacionales que establecen un marco de referencia para orientar a las empresas y organizaciones de manera adecuada, a fin de que logren determinados objetivos en relación con el uso de sus recursos, principalmente en lo relacionado con la eficiencia energética.
Tal es el caso de la norma ISO 50001, la cual da soporte a la mejora y optimización del desempeño energético de manera continua, además de identificar las oportunidades de reducción en este rubro y establecer un marco para gestionar la energía. El estándar proporciona beneficios tanto a las grandes como a las pequeñas organizaciones en los sectores público y privado –desde manufactura hasta servicios– y en todas las regiones del mundo. Dicha norma está respaldada por el International Standardization Institute (ISO). La estructura de esta norma tiene tres ejes rectores: planificación energética, verificación y revisión por la dirección.
Planificación energética
Como primer punto, es necesario que la organización que busca poner en marcha un sistema de gestión energética identifique los requisitos que le aplican en esta materia. Se debe precisar cómo se aplicarán estos requisitos en sus distintos niveles, teniendo en cuenta las diferentes etapas de implantación del sistema de gestión. La organización debe llevar a cabo una revisión energética enfocada en:
- Analizar el uso y consumo pasado y presente de energía, con la finalidad de identificar las áreas de mayor consumo
- Especificar el desempeño energético actual de las instalaciones, sistemas, procesos y personal involucrados en las áreas
- Reconocer y priorizar oportunidades de mejora del desempeño con base en el análisis previo
- La organización debe poner una o varias líneas de base de consumo para realizar una comparación entre ellas y así determinar la evolución del desempeño energético
- La implementación y operación
En esta etapa se llevan a cabo los planes de acción resultantes del proceso de planificación. Esto implica que se controlarán todos los agentes que intervienen en su alcance, como el personal, las instalaciones y los equipos. La organización debe asegurarse de que cualquier persona que realice tareas relacionadas con usos de la energía tenga la formación, habilidades y experiencia adecuadas. Se debe contar con la información sobre los elementos principales del sistema de gestión energética (la política y los objetivos de mejora, entre otros) y llevar un control de la documentación para asegurar que se utilicen las versiones vigentes.
En adición, es necesario establecer y cumplir criterios de utilización y mantenimiento de instalaciones relacionadas con los usos significativos de la energía. En caso de que se realice una compra o renovación de instalaciones, equipos, sistemas o procesos, la organización deberá definir y documentar las especificaciones de adquisición de energía.
Verificación
La etapa de verificación consiste en evaluar la evolución del desempeño energético y del sistema de gestión energético para detectar problemas y en su caso, corregir desviaciones. Le corresponde a la organización realizar el seguimiento, la medición y el análisis del consumo en las áreas de uso e indicadores de desempeño energético, comparándolos con las líneas de base establecidas, para determinar si el consumo energético real corresponde al esperado.
La institución debe considerar los planes de acción para alcanzar los objetivos esperados así como los equipos utilizados en el seguimiento y la medición. En esta etapa, las auditorías internas juegan un papel importante, ya que permiten asegurar que se satisfacen las disposiciones planificadas en el sistema de gestión de la energía, revisando que el sistema se mantenga, sea eficaz y haya mejora en el desempeño, cumpliendo con los objetivos energéticos fijados.
Revisión por la dirección
Como parte de este requerimiento, la alta dirección debe revisar los siguientes parámetros para asegurarse de que el SGEn se mantiene adecuadamente y es eficiente:
- La adecuación de la política energética a la realidad de la organización
- El desempeño energético alcanzado a la vista de los indicadores
- Los requisitos legales
- El alcance de los objetivos de mejora energética
- El resultado y conclusiones de la auditoría del sistema de gestión energética que se haya llevado a cabo
- Resolver y evitar que se repitan los incumplimientos detectadas durante el proceso de verificación
- Verificar el desempeño del ciclo actual y hacer una proyección de qué resultados se esperan para el próximo ciclo
- Identificar cuáles son las oportunidades y recomendaciones para la mejora
Con lo anterior, la alta dirección demuestra su compromiso de apoyar el sistema de gestión energética y mejorar continuamente su eficacia. Por esta razón se debe definir, documentar y mantener al día la política energética de la organización, que servirá como referencia para establecer objetivos de mejora en el desempeño energético de la empresa.
En adición, la adopción de un SGEn garantiza que la organización cumple con los estándares de gestión de energía en los actuales sistemas de gestión industrial o comercial. De esta forma, se hace más fácil mejorar la eficiencia energética de una manera continua en cualquier tipo de industria.
La conciencia de las organizaciones en el tema de eficiencia energética les implica grandes beneficios, destacando los siguientes rubros que apoyan directamente la economía nacional:
- Disminución en la quema y uso de petróleo
- Reducción en la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI)
- Fomento de fuentes alternativas de energía
México va en la dirección correcta en temas de sustentabilidad, sólo hay que saber hacerlo de forma correcta para tener más ciudades ecológicas y potenciar las nuevas oportunidades económicas que se avecinan.
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La eficiencia, también a nivel Federal
A principios de este año, el subsecretario de Planeación y Transición Energética de la Secretaría de Energía, Leonardo Beltrán, anunció durante la inauguración de Smart City Expo, en Puebla, que México recibiría del Banco Mundial 100 millones de dólares para impulsar acciones de eficiencia energética en el país.
Los recursos, comentó el funcionario, serían destinados a 32 municipios de la República en una primera fase, con miras a optimizar sus sistemas de alumbrado público, uno de los rubros al que mayor cantidad de recursos se destina, así como al tratamiento de residuos, saneamiento de agua, bombeo y las necesidades de edificios municipales. Esto permitiría que los municipios beneficiados redujeran drásticamente su factura de electricidad, impactando directamente a más de 20 millones de personas.
Asimismo, el subsecretario señaló que se plantea dar impulso a la utilización de energías limpias, cuyo aprovechamiento permitiría ahorros comparables al consumo total de los estados de Campeche y Tlaxcala combinados.
En paralelo, desde marzo de este año 10 municipios de diferentes estados de la República forman parte del Programa de Eficiencia Energética Municipal (Peemun), programa que busca brindar a los gobiernos locales un mejor entendimiento sobre sus responsabilidades y oportunidades en eficiencia energética, a fin de tomar un rol proactivo para identificar e implementar medidas que les brinden beneficios económicos y ambientales, al reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) vinculadas al consumo energético.
Chihuahua, Saltillo, Poza Rica, San Andrés Tuxtla, Palizada, Centro de Tabasco, Puebla, Cuernavaca, Toluca y Aguascalientes son los municipios participantes del programa, que también ofrece una plataforma en línea con diversos materiales y herramientas que sirven de apoyo para lograr los objetivos de eficiencia energética. La plataforma sirve igualmente como canal para el intercambio de experiencias entre los municipios e interacción con organismos que puedan proveer asesoría técnica.
[author ]Iván Oropeza Pérez
Ingeniero en Energía por la Universidad Autónoma Metropolitana. Maestro en Ingeniería (Energía) por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Asistente de Investigación en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Doctor en Ingeniería Civil por la Universidad de Aalborg, Dinamarca. Actualmente profesor de tiempo completo en el Departamento de Arquitectura de la Universidad de las Américas Puebla. Presidente de la Asociación Internacional de la Simulación del Desempeño de Edificios sección México (IBPSA-México). Miembro de la Asociación Nacional de Energía Solar. Miembro de la Red de Vivienda CONACYT. Coautor de un libro sobre el potencial de la ventilación natural en México, diversas memorias en congresos nacionales e internacionales, y diversos artículos en revistas de investigación científica internacionales y de arbitraje estricto. Revisor de diversos artículos relacionados con la climatización pasiva de edificios y su consumo energético.[/author]