Algo no está funcionando bien en los acuerdos climáticos. En la pasada COP21, había una atmósfera parecida a la de la COP24. Frases como “punto de inflexión” o “acuerdos claves” inundaban los medios, quizá este mismo. La historia parece un golpe seco, un recordatorio de que para que haya cambios grandes como los esperados, se necesita que las cosas cambien profundamente, y de eso no sabemos mucho.
Los analistas y activistas algo habían notado porque pronto desestimaron los Acuerdos de París al considerarlos insuficientes e ineficaces por no ser vinculantes, o porque conocían que la voluntad política está supeditada a los designios del mercado. La COP21 se había quedado como una marca acerca de cómo se puede estar en desacuerdo en algo que nadie debería estarlo. Nuestra historia extractivista ya se había escrito décadas atrás; ir contracorriente se antojaba imposible.
El reciente informe de la ONU, publicado el 27 de noviembre, les restituyó la razón a los que con mirada crítica dijeron “no les creemos”. Este nuevo documento es alarmante, pero los más pesimistas, o quizá realistas, dirían que nada importa. El reporte, que debería intitularse “Informe inútil sobre el cambio climático”, alerta sobre el riesgo inminente de un colapso climático y urge a los países a triplicar sus esfuerzos (que es diferente a duplicar). Pero la negación es la ideología de la gran potencia mundial y de otros países clave.
Donald Trump niega que el cambio climático sea antropomórfico; a la par del informe de la ONU asestó una frase que para él es incontestable: “No le creo”, y los republicanos hacen eco de esa voz automática de la negación. El presidente de China, Xi Jinping, se convierte, como todo lo que produce el país asiático, en el líder de las renovables a pasos agigantados. Angela Merkel le sigue y la Unión Europea se sube al redil. La India no está a la zaga: es uno de los mayores productores de energía eólica del mundo. Y en Brasil, Jair Bolsonaro es un calco del presidente estadunidense, mientras que en México el ejecutivo no apuesta de manera contundente por las renovables.
Las teorías de la conspiración son útiles para alimentar las necesidades de respuesta. En esa lógica, se dice que la NASA cuenta con un programa para que a partir de 2030 se envíen misiones tripuladas para habitar el planeta Marte. Con sus condiciones climáticas, muchos equipos HVAC se van a necesitar para exportación.
Antonio Nieto
Director Editorial de Puntual Media