El Georgia Tech es un inmueble que rompe esquemas. Su eficiencia y sustentabilidad corresponden con las tendencias de edificaciones verdes, además de un sistema HVAC que reduce el consumo y aumenta el confort
Ámbar Herrera
La construcción de un nuevo edificio de investigación biológica para el Instituto Tecnológico de Georgia (Georgia Tech) tomó tres años de planeación y una gran inversión. El resultado fue el Edificio de Ingeniería en Biosistemas (EBB, por sus siglas en inglés), un laboratorio de seis pisos que desafía el modelo tradicional de diseño.
Su construcción comenzó en septiembre de 2012 y finalizó en abril de 2015. Desde el comienzo, su objetivo fue la creación de un entorno interdisciplinario para investigadores de las áreas de biología química, biología celular y biología de sistemas, fomentando la interacción entre los investigadores de la Facultad de Ingeniería y la Facultad de Ciencias.
The American Institute of Architects (AIA) y su Comité del Medio Ambiente (COTE) nombraron al EBB entre los ganadores de los Premios Top Ten de COTE, que premian el diseño y rendimiento, así como el valor social, económico y ecológico de los inmuebles. Este reconocimiento fue otorgado con base en diversos parámetros y características que el Instituto ratificó.
Diseño innovador y funcional
El EBB tiene un diseño de laboratorio transversal abierto, con una estructura porosa y transparente que brinda mayor apertura y facilita la interacción en los pisos de trabajo.
Integra un sistema de Eco-Commons con salas de descanso, oficinas y baños distribuidos que permite vincular, a través de amplias vías, la circulación vertical a cada laboratorio y espacio de apoyo, promoviendo el uso de las escaleras y la creación de una comunidad sustentable que comparta sus necesidades y actividades a través del inmueble.
El edificio fue construido con materiales compuestos por diversos tipos de madera de árboles del sitio para reforzar la identidad del campus. Sus interiores están equipados con un híbrido de paneles de madera de diferentes colores y texturas.
Se utilizó hasta un 55 por ciento de materiales locales, como ladrillos y madera, por lo que un 36 por ciento de ellos se obtuvo del mismo Instituto Tecnológico de Georgia. También se empleó el mínimo de materiales de acabado, pues se buscó que la climatización y los sistemas estructurales formaran parte de la estética del edificio.
En el laboratorio se prescindió de acabados con productos químicos y compuestos orgánicos volátiles; se usaron materiales de baja emisión, lo que contribuyó a la optimización del material y a la disminución de intensidad de CO2, logrando que el inmueble sólo emita 82.9 toneladas métricas.
Más de la mitad de sitio cuenta con áreas verdes, y de ésta el 58.9 por ciento cuenta con plantas nativas o apropiadas para el clima, que, a su vez, admiten animales nativos y migratorios.
Un sustento ecológico
Los laboratorios suelen generar fuertes consumos de agua y energía, pero AIA destaca que, en el caso del EBB, “su equipo de diseño logró demostrar que se pueden conseguir grandes mejoras mediante el ingenio y el diseño integrado”. El edificio académico tiene un alto rendimiento ecológico, pues cuenta con diversos elementos biofílicos que integran la naturaleza con la construcción.
Posee espacios al aire libre multifuncionales, cuya organización inteligente permite aprovechar la luz natural y un sistema de recolección de agua pluvial. Estas características proveen ahorros significativos de energía y recursos a la instalación, además de generar una huella de carbono muy ligera.
Sistemas HVAC Eficientes
El objetivo del equipo de diseño del EBB fue superar, en ahorro, la intensidad de uso de energía de los edificios similares existentes en Georgia Tech. Para ello, se fijó un estimado de 136.1 KBTU por pies cuadrados al año.
Para lograr este objetivo, se aprovechó la orientación geográfica del edificio. Por ejemplo, las ventanas orientadas hacia el oeste en los laboratorios se redujeron a pequeñas ranuras en la fachada de ladrillo, y en las fachadas oeste y este se utilizaron paneles metálicos perforados que limitan las ganancias de calor durante el verano, pero permiten la luz y vista al interior del edificio.
En cuanto a los sistemas de acondicionamiento, se emplearon vigas frías para reducir la cantidad de energía del ventilador necesaria para empujar el aire acondicionado a través del edificio.
De acuerdo con los comentarios de los jueces de los premios de COTE, el Georgia Tech reporta ahorros energéticos de un 58 por ciento en el edificio y un 90 por ciento en el área de piso con vista al exterior. El aire acondicionado condensado en el paisaje circundante es bastante eficiente: tiene 63 mil 334 metros cuadrados de superficie bruta acondicionada y un mil 425 metros cuadrados de área bruta no acondicionada.
También se incluyeron otros elementos para el ahorro energético:
- Sensor de ocupación/vacancia para el control de la iluminación
- Recuperación de calor del aire de alivio/escape
- Calderas de condensación de alta eficiencia
- Paneles solares fotovoltaicos para la generación de energía eléctrica
- Sistemas solares de calentamiento de agua
Se calculó que un 15 por ciento de las áreas de trabajo pueden alcanzar niveles de luz adecuados sin recurrir a la iluminación artificial. Por otra parte, desde la ocupación del edificio en junio de 2015, los sistemas de energía solar fotovoltaica y de calentamiento solar de agua han generado el uno por ciento de la carga eléctrica total del edificio y el 23 por ciento del consumo total estimado de gas para calefacción de agua doméstica, respectivamente.
Según la AIA, el balance hídrico reveló que las principales fuentes de suministro de agua para el lugar son el aire acondicionado condensado y la captación de agua de lluvia, que se utiliza para riego y usos sanitarios.
El ciento por ciento de las demandas de irrigación y descarga de los inodoros está respaldado por la recolección de agua pluvial, el condensado de serpentín de enfriamiento y la deshidratación de cimientos; esto ha reducido la demanda de agua potable en el edificio en un millón 514 mil 164 litros por año.
Certificación LEED
EBB cuenta con certificación LEED Platino, un testimonio de su eficiencia energética. El equipo de diseño sigue monitoreando el funcionamiento de todos los sistemas, el rendimiento de la calidad del aire y el suministro de luz.
El éxito del edificio se ha visto reflejado no sólo en encuestas realizadas por la AIA y el Instituto Tecnológico de Georgia, sino en la concurrencia de alumnos, investigadores y población en general, con respecto de las instalaciones.