Hace más de 40 años tomé gran interés por las curvas de demanda eléctrica de los grandes conjuntos de usuarios, son gráficas que muestran la variación a lo largo de un día de la demanda eléctrica agregada en un ámbito geográfico dado (que puede ser de grandes regiones del país o del Sistema Eléctrico Nacional).
En esos años, la curva de demanda eléctrica típica, para prácticamente todo el país y todo el año, tenía la forma de una montaña: su parte baja correspondía a las horas de la noche y la madrugada, se elevaba de manera pronunciada en el período del amanecer, se convertía en una planicie alta hasta la llegada de la noche y mostraba un notable pico nocturno, que se extendía de tres a cuatro horas hasta poco antes de la medianoche, cuando caía de nuevo al valle para cerrar el ciclo.
Como es de imaginar, estas variaciones ocurren por la operación de miles de millones de equipos y por las decisiones cotidianas de millones de personas, todas ellas determinadas por sus necesidades de servicios energéticos, como la iluminación, la fuerza motriz, la refrigeración, el entretenimiento (la televisión) y la higiene (bombeo de agua), entre los más importantes.
Asimismo, el pico de la demanda es muy relevante, ya que determina las necesidades de equipamiento del sistema eléctrico: cualquier sistema de servicio eléctrico debe tener equipos de generación y redes de transmisión y de distribución, que respondan de manera prácticamente instantánea y sin alteraciones en la calidad del servicio a las condiciones cambiantes de la demanda de los usuarios, segundo a segundo.
En particular, a principios de los ochenta, y como lo reflejaban las curvas de demanda a lo largo de prácticamente todo el año, la demanda dominante en las horas pico era la de la iluminación, particularmente de cientos de millones de lámparas incandescentes encendidas simultáneamente en decenas de millones de hogares.
Sin embargo, desde entonces un conjunto de procesos globales han modificado no sólo las curvas de demanda en México, sino también en muchas otras partes del mundo: las mejoras radicales en la eficiencia energética de la iluminación y la creciente demanda de refrigeración para confort térmico y otras aplicaciones (como redes de frío).
Hoy día, debido al progresivo equipamiento en los hogares y al crecimiento inmobiliario asociado al sector servicios a lo largo y ancho del país, la demanda de frío para confort térmico en edificaciones es el principal factor en la demanda eléctrica, no sólo regionalmente o en ciertas etapas del año, sino que ya está presente en regiones y en temporadas fuera de la época de calor y de las zonas con clima cálido.
Es así como los climas determinan hoy la demanda máxima del sector eléctrico y, por lo mismo, influyen en el ritmo de crecimiento de las necesidades de inversiones y operación del sistema eléctrico nacional.
Inclusive, más allá de la demanda del sector servicios y un mayor equipamiento de los hogares en todo el país, un planeta cada vez más caliente sólo llevará a que estos procesos se aceleren y se acentúen.
Al ser una demanda determinada no sólo por la eficiencia de los equipos eléctricos (muchos de ellos ya regulados a nivel federal), sino también por el diseño y la operación de las edificaciones, espacios diversos y sistemas que la distribuyen, el mitigar su impacto requiere de una amplia gama de acciones por parte de un conjunto de actores, que van desde los propios diseñadores de edificios y sistemas, la adecuación de regulaciones locales –particularmente las que aplican a las edificaciones nuevas– y políticas coordinadas a nivel federal.
Para el Gobierno Federal el reto hoy se ubica en convencer a las autoridades locales para que integren elementos de mitigación de ganancias térmicas en edificaciones nuevas en sus reglamentos de construcción. Para la comunidad que se dedica al diseño y operación de sistemas de enfriamiento y confort térmico, se presenta una gran oportunidad, pero también una gran responsabilidad. Estoy seguro de que están y seguirán estando a la altura de estas circunstancias.
Odón de Buen
Director general de la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (Conuee).