La nueva normalidad y la preocupación gradual de los espacios de trabajo exige la aplicación de estrategias que minimicen los riesgos de contagio. ¡Conócelas!
Manuel Gutiérrez y Miguel Ramírez
Pandemia, crisis de salud, crisis financiera, cuarentena mundial. El panorama cambia cada día. Leemos noticias, escuchamos opiniones, vemos cifras, analizamos escenarios y tomamos decisiones. Para algunos, el trabajo es desde casa, con sesiones en plataformas de comunicación audiovisual, otros salen cada día a la calle, en plan de guerra, para cumplir actividades esenciales o simplemente para llevar a casa lo necesario para vivir un día más. Se nos llena la agenda de “webinars”, videoconferencias, llamadas y correos. La vida cambió, no hay duda. Luchamos por adaptarnos a todos estos cambios sobre la marcha y, quien logre hacerlo más rápido, será quien salga adelante con más éxito.
El último día de diciembre 2019, se reportó un número atípico de casos de pacientes con neumonía, en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei en China. A mediados de enero de 2020, se hace pública la información de la existencia de un nuevo virus que se propaga con rapidez entre los humanos.
Hoy sabemos que el virus se transmite por diferentes medios. Una persona puede propagar el virus si toca sus ojos, nariz o boca y procede a esparcir el virus tocando superficies o a otras personas que a su vez se tocan ojos, nariz o boca. Las pequeñas gotas expulsadas por una persona al estornudar, toser o, incluso, al respirar, también son una fuente de contagio. Se sabe que, las gotas pueden viajar hasta dos metros antes de caer por gravedad y permanecer con el virus activo desde tres horas hasta siete días, dependiendo de la superficie en donde se hayan depositado. Para estos casos podemos tomar acciones como limpieza frecuente de superficies, realizar un lavado continuo y adecuado de manos, mantener distancia entre personas y el uso de tapabocas, entre otros.
Son las microgotas, que expulsamos mientras respiramos o conversamos, el medio de contagio que más nos preocupa, pues al no tener el peso suficiente para caer por gravedad, permanecen suspendidas en el aire que respiramos, durante un prolongado tiempo. ¿Cómo reducir el riesgo de propagación de estas partículas? ¿Cómo podemos contribuir a espacios limpios y seguros? ¿Cómo nos aseguramos de hacerlo de una manera sustentable?
Desde hace tiempo, la industria HVACR ha dedicado cuantiosos recursos al estudio de control de partículas infecciosas aerotransportadas. Contamos con normas de ventilación y filtración muy claras y definidas para cada tipo de aplicación y sector. Hoy estamos frente al gran reto de buscar soluciones, pero estamos también frente a la gran responsabilidad de asegurarnos que se cumplan las normas mínimas de la industria. Ese debe ser nuestro punto de partida para enfrentar esta crisis de salud.
Hoy estamos frente al gran reto de buscar soluciones, pero estamos también frente a la gran responsabilidad de asegurarnos que se cumplan las normas mínimas de la industria. Ese debe ser nuestro punto de partida para enfrentar esta crisis de salud.
Lamentablemente, hay muchos edificios que no cumplen con las normas mínimas de ventilación y filtración. En el mejor de los casos, esto se debe a que el sistema ha perdido eficiencia o efectividad con los años de operación. De ser así, podemos hacer una revisión del estado actual de los equipos y componentes, y determinar si es suficiente un adecuado ajuste del sistema para volver a su punto óptimo de funcionamiento. Un actuador de compuertas de aire exterior, filtros obstruidos, filtros removidos, bandas de transmisión desgastadas, suciedad en serpentines o ductos y rejillas, entre otros, pueden ser la causa de un sistema de aire acondicionado y ventilación fuera de norma. Al terminar la revisión, se deben tomar lecturas de flujo de aire, tanto en retorno como en aire de reposición, y comparar con la norma actual.
En estos casos, podemos agregar componentes que ayuden a mitigar el riesgo de propagación, mejorar la filtración del aire cambiando la efectividad de los filtros, también recurrir al uso correcto de lámparas UV en lugares que aseguren su efectividad. Si nuestro equipo existente de refrigeración lo permite, podemos agregar también mayor volumen de aire de renovación, asegurándonos de que el aire de extracción potencialmente contaminado sea también filtrado antes de expulsarlo al medioambiente. Existen, por ejemplo, equipos que permiten crear espacios de presión negativa, extrayendo aire de un espacio y filtrándolo antes de expulsarlo al exterior.
Actualmente, en diferentes países se han adaptado áreas temporales para tratamiento de pacientes contagiados. Estas áreas no fueron diseñadas con un sistema de aire acondicionado que asegure una contención adecuada del virus, por lo que éste podría migrar a otras áreas del hospital y contagiar a personal y pacientes de las zonas contiguas. Para reducir riesgos, es necesario modificar el sistema existente agregando soluciones temporales como los equipos de presión negativa y filtración.
Desafortunadamente, también podemos enfrentarnos a situaciones en las que el sistema no cumple con las normas mínimas de operación desde su concepción e instalación. Estos casos no tienen cabida en la industria; son peligrosos incluso para el uso cotidiano y es inaceptable que hayan sido construidos de esa manera.
¿Cómo regresar a nuestros espacios?
Debemos ir planeando el regreso gradual para ocupar nuestros espacios de trabajo, aprendizaje, entretenimiento, salud, esparcimiento y nuestros mismos hogares. La realidad que enfrentaremos será radicalmente diferente y la adaptación ágil a ésta será muy importante.
La transmisión del virus entre seres humanos ha sido mucho más agresiva de lo que los especialistas habían anticipado. Todavía no existe un producto que anule la acción del virus, pero las medidas de limpieza y control junto con los elementos mecánicos de filtración y equipos de presión negativa son parte del programa de acciones que todos debemos considerar.
Todavía no existe un producto que anule la acción del virus, pero las medidas de limpieza y control junto con los elementos mecánicos de filtración y equipos de presión negativa son parte del programa de acciones que todos debemos considerar
La inversión que habrá de realizarse en la industria será clave para buscar que los espacios cuenten con las medidas de control de todas las variables que promueven la existencia o propagación del virus. La realidad de muchos lugares puede ser cruda para estar a la altura de las circunstancias, por lo que la labor de los expertos será asesorar y ayudar a implementar acciones en áreas como la ventilación, calidad del aire, confort, humedad, polvo, seguridad, calidad del agua, ruido e iluminación.
Según Joseph G. Allen y John D. Macomber en su artículo “What makes and office building healthy”, publicado por la Harvard Business Review, el proceso de minimizar el riesgo y el impacto económico en los espacios pasa por 5 etapas:
- Eliminación de la exposición: etapa más efectiva, pero con un costo económico muy alto para el desempeño de las empresas.
- Sustitución de actividades: relevante desde el punto de vista de poder crear equipos rotatorios que se cubran entre ellos para el desarrollo de sus actividades.
- Control mecánico: establece mecanismos de defensa para que el edifico se mantenga libre del virus. A nivel de espacios como cubículos o cuarto de hotel u hospital, una alternativa es el uso de purificadores de aire portátiles y tecnologías que no requieran del contacto físico para entradas, elevadores y sanitarios. Instaurar protocolos adicionales de tiempos y frecuencias para limpieza. La capacitación de todo el personal para seguir estos nuevos lineamientos es esencial.
Un estudio realizado a adultos jóvenes demostró que la variación de 1F de la temperatura óptima de confort produce un 2 por ciento de baja en su rendimiento. En otro estudio, se encontró una clara relación entre la tasa de aire exterior que se inyecta al espacio y la productividad de las personas: por cada 2X que aumenta el flujo, la productividad se incrementa en 1.7 por ciento en actividades como lectura, crear textos y pensamiento creativo. - Control administrativo: disminuye la densidad del edificio y mantiene la sana distancia. Esto se logrará limitando el acceso a las oficinas con horarios y turnos; la ampliación de turnos de trabajo podría permitir coordinar estas actividades. No todas las personas deben ingresar al edificio con el mismo horario; una diferencia de 10 minutos puede ayudar notablemente y/o hacer una clasificación de días A/B. Este último método significa que sólo la mitad de la oficina estará en el edificio y ayudará a que los servicios de transporte no se vean saturados. Como una consecuencia de la pandemia, se podrán identificar espacios de oficinas no necesarios y que puedan ser utilizados de una manera diferente. Las reuniones no deberán de contar con más de 10 personas y, si es necesario, la recomendación de utilizar las tecnologías de videoconferencia será esencial. En caso de asistir a una reunión es forzoso dejar libre uno o dos asientos entre personas. Por supuesto que el contacto físico entre personas deberá limitarse al máximo posible dejando para el futuro los saludos.
- Protección personal: los empleados deberán utilizar estos equipos dentro de las oficinas, a su ingreso y salida para protección de su persona y de sus compañeros. Pese a todos los cuidados, ninguna de las medidas es suficiente. Habrá que pensar en diferentes capas de defensa que permitan disminuir el riesgo.
¿Cómo medir el éxito de las estrategias?
El artículo del HBR muestra que existen dos niveles para seguir el éxito o fracaso de las medidas puestas en marcha. A nivel de los ocupantes del edificio y del edificio como un sistema. Incluso los edificios podrán analizarse como seres vivos que se transforman a lo largo del tiempo y que pueden mejorar su condición.
Las variables para considerar a nivel del ocupante son: la felicidad del empleado, quejas, tendencias en las enfermedades, número de días ausentes, percepción de la salud y costos de la salud.
A nivel del edificio: diseño del edificio, ventilación, comisionamiento continuo, utilización del espacio, auditorías energéticas, percepción del edificio y comisionamiento retroactivo.
Para todos estos indicadores debemos diseñar una forma práctica para su medición y generar la información comparativa que nos permita tomar decisiones. El artículo del HBR concluye que la norma mínima futura para un edificio, desde el punto de vista del ocupante, será aquella que le proporcione todas las garantías para desempeñar sus actividades en un entorno saludable y libre de peligros.
Debemos contribuir como industria en el mejoramiento de la calidad de vida de todos los seres humanos y en la optimización de las condiciones de salud y productividad de las empresas. Sin embargo, ante circunstancias que han transformado la realidad, la retención y atracción de talento, será uno de los grandes desafíos una vez que hayamos superado la etapa de la covid-19.
Manuel Gutiérrez
Asociado fundador y activo de SUMe, director general en Carrier México
Miguel Ramírez
Asociado activo de SUMe, gerente nacional de ventas en Carrier México