Según la Organización Mundial de la Salud, el nivel de ruido permitido en los hospitales es de 35 decibeles, cifra que, en los últimos años, ha sido rebasada, pues se han registrado 72 durante el día y 60 por la noche.
Gisselle Acevedo
Entre las alteraciones provocadas por el ruido, una de las enfermedades del siglo XXI, sobresale el incremento descomunal en los rangos de decibeles dentro de los hospitales, los cuales, en la actualidad, son considerados lugares de reposo y recuperación, pero han sido invadidos por la contaminación sonora y llegan a ser nocivos para la salud de quienes transitan en sus instalaciones.
Esta problemática se dejó al descubierto después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelara las cifras que marcan el incremento en los niveles promedio de ruido dentro de los hospitales, que en horarios diurnos pasaron de 57 a 72 decibeles, y en el nocturno se elevaron de 42 a 60 decibeles. Tal aumento implica el rebase excesivo de las guías de ruido hospitalario, establecidas en 1995 por la OMS, donde se sugiere que el nivel de ruido en las habitaciones de pacientes no sobrepase los 35 decibeles. Las mediciones efectuadas en el grupo de hospitales estudiados son relativamente variables, lo que indica que el incremento es generalizado.
La OMS, además, acompañó este comunicado con la lista de factores a los que se les adjudica dichos aumentos, destacando el volumen elevado de los altavoces utilizados por el personal del hospital, la gran variedad de aparatos eléctricos que suenan constantemente, el ruido que ocasionan los sistemas de calefacción y refrigeración, y para finalizar, se hizo referencia al sonido que provocan las pláticas emitidas por las personas dentro del recinto.
Cabe aclarar que la preocupación real de la Organización por este suceso no radica en el incremento, sino, más bien, le inquietan los trastornos de orden fisiológico o psicológico que se puedan desencadenar por estos contaminantes: dolor de cabeza, estrés, fatiga y traumatismos acústicos, entre otros.
A pesar de todo esto, el tema no ha sido abordado con la seriedad que amerita por parte de las autoridades, ya que basta con internarse en él para corroborar que los datos que existen son escasos y, en su mayoría, realizados por el personal médico y no por especialistas acústicos, lo que les resta credibilidad y deja al descubierto la urgencia que médicos y enfermeras tienen por dar solución a la creciente afectación.
Una de las investigaciones más recientes, que puede servir como referencia del estatus del tema, a la par de lo expuesto por la OMS, es la realizada por un grupo de ingenieros acústicos de la Universidad John Hopkins, quienes durante dos años analizaron el origen de los altos niveles de ruido en hospitales. Concluyeron que la contaminación sonora es y ha sido, en los últimos años, una queja frecuente, tanto de los pacientes como del personal del hospital.
Gran parte de los ruidos que se generan en los hospitales caen dentro de los rangos de frecuencia de la voz humana, provocando complicación en la comunicación oral y su comprensión. La acumulación de ruido puede llevar a malentender las órdenes verbales sobre medicación y tratamientos.
Muchos hospitales, preocupados por la salud de sus usuarios, ya han comenzado a desarrollar sistemas automatizados de alta tecnología, que vuelven posible la respuesta de los equipos a la voz humana. No obstante, debido a la casi nula educación sobre el tema, las aplicaciones se vuelven inservibles frente al mar de sonidos y frecuencias.
En la mayoría de los hospitales donde se llevó a cabo el estudio, el ruido no cesa al caer la tarde, lo que se atribuye a los sistemas de ventilación que funcionan a toda hora y a la proliferación de aparatos electrónicos equipados con alarmas.
Es preciso que este tema cobre mayor relevancia a escala mundial con el fin de conseguir fondos que permitan a los expertos en acústica y a los arquitectos trabajar en conjunto y lograr la creación de una nueva generación de hospitales, aislados de los factores que, en nuestros días, alteran su entorno. Favorecer el bienestar de los pacientes y el equipo de salud debe ser la meta principal.
Conscientes de las dificultades que puede acarrear el deseo de erradicar este problema, West y Busch- Vishniac, líderes en la investigación, informan que existen posibles alternativas, que ya fueron puestas a prueba y de las cuales se hace referencia dentro de una de las ediciones del Journal of the Acoustical Society of America
- Con el fin de eliminar el ruido producido por el altavoz, los especialistas inducen al empleo de manos libres para llamar al personal que se encuentra dentro de las salas de cuidados intensivos
- Para eliminar el ruido exterior en las salas o dentro de las mismas habitaciones, se habla en el estudio de la utilización de aislante con tela antibacteriana
- Una recomendación importante es concientizar a las personas que utilizan los servicios de estos sitios a través de campañas que les hagan entender la importancia que tiene la disminución del sonido excesivo
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1 comentario
esta muy bien la información soy enfermera y realizare una investigación sobre el sueño y descanso en pacientes críticos me servirá mucho gracias